Las chicas sonrieron, complices y divertidas.

– ?A Roger? -dijo Jennifer-. ?Quien lo pillara! -Miro a Carla, que hizo una mueca-. En realidad, yo estaba con ella cuando lo conocio.

Gemma doblo los brazos e inclino la cabeza, como si tuviera todo el dia.

– ?De verdad? ?Y cuando fue eso?

Jennifer intento recordar, arrugando la frente y sacando el morrito.

– Hacia octubre, creo. Una noche que me la lleve de discotecas. Es que me daba un poco de pena. -Echo otra ojeada a Carla por debajo de sus pestanas y esta asintio con un gesto-. No hacia nunca nada, solo estar en su casa, en esa habitacion horrible. Y pense… Bueno, eso.

– ?Que amable por tu parte! -la voz de Gemma era calida y animosa-. ?Y que paso?

Jennifer le sonrio, mostrando unos dientes pequenos y uniformes como los de un nino.

– Nada, nos sentamos en el bar y nadie nos hacia caso, parecia que tuviesemos la peste o algo asi, pero entonces llego ese chico guapisimo. Es realmente guapisimo, parece un… -Jennifer se paso la lengua por los labios buscando una frase descriptiva- una estrella de la tele americana. Yo pense: ?Vaya!, preparate para este - sacudio un poco los hombros-. Pero se puso a ligar con Margaret.

La consternacion recordada asomo a su rostro y sacudio la cabeza, incredula.

Los comentarios de Jennifer parecian carentes de presuncion en el sentido habitual; era sencillamente como si su mundo hubiera dejado de funcionar como siempre: los hombres miraban a Jennifer, no a Margaret, y las leyes de la fisica no habia que tocarlas.

– Bueno, al final ha sido mejor asi -dijo Carla-. Nuestro Roger no ha resultado un trofeo tan bueno.

– ?Y eso? -pregunto Gemma.

Esta vez Carla miro a Jennifer buscando su apoyo, y ella le hizo un gesto para animarla. Carla bajo la mirada a su regazo, todavia vacilante, y se estiro la falda un poco sobre los muslos.

– Bueno… No la lleva a ningun sitio, nunca le compra nada. Solo va a su habitacion y… bueno, eso.

Carla se ruborizo hasta la raiz del cabello y evito la mirada de Gemma.

– ?Como lo sabeis? -pregunto Gemma suavemente. Corrio un poco el trasero, que se le dormia sobre el archivo-. ?Margaret os lo cuenta?

– No -respondio Carla, sin recuperar su color-. Pero algunas veces… se nota. Bueno, no tenia que haberlo dicho…

– No importa -interrumpio Gemma, que no queria que se sintiera desleal-. En cuanto a la senorita Dent, ?eran Margaret y ella muy amigas cuando trabajaba aqui?

Carla respondio al cabo de un momento, cuando Jennifer no hablo.

– Pues no. La senorita Dent siempre era justa… no como otras que sabemos -dirigio una mirada hurana en direccion al despacho de la senora Washburn- y amable, aunque distante, no venia con nosotras durante las pausas ni nada de eso. Fue solo cuando se marcho -dijo Carla, pensandolo-. Margaret empezo a ir a verla. Decia: «Ayer vi a Jasmine», y se pavoneaba, como si se sintiera superior a nosotras por llamar «Jasmine» a la senorita Dent.

– ?Eso fue antes de conocer a Roger o despues?

Las chicas se miraron mientras se concentraban.

– Antes -dijo Jennifer, y Carla asintio.

– Si, es verdad, porque la senorita Dent se fue antes de la fiesta nacional de agosto, y hacia tiempo que…

Se abrio la puerta y Carla se detuvo en seco, sonrojandose de nuevo. Jennifer adopto una expresion neutra y volvio a teclear.

Una mujer entro con la respiracion entrecortada; la piel clara, rosada por el esfuerzo; el cabello, castano y fino, torcido; y el faldon de la blusa, saliendo de la falda.

– Lo siento, llego tarde, no queria…

Llevaba un fajo de hojas en la mano que se le cayeron al suelo cuando reparo en Gemma. En cuclillas, amontono los papeles y bajo los ojos.

– Tu eres Margaret -dijo Gemma, a modo de afirmacion. Una rapida mirada de sus ojos azules a traves de las palidas pestanas y Margaret volvio a inclinarse sobre sus papeles. Gemma sintio un escalofrio en la nuca al darse cuenta del miedo que tenia Margaret Bellamy.

– Soy amiga de Duncan Kincaid. ?Podemos ir a tomar un te?

***

– La senora Washburn me matara, perdere el empleo. -Margaret se retorcia nerviosa en el sillon de plastico rojo.

– No pasara nada. Te prometo que lo aclarare con ella.

Gemma se inclino por encima de la mesa y le toco la mano a Margaret. Una mano robusta, penso Gemma, con los dedos cortos y las unas muy mordidas. Fria y humeda, y Gemma noto un ligero temblor bajo sus dedos.

Una camarera apresurada dejo bruscamente unos tes industriales en la mesa de formica derramando parte en los platillos. Gemma recordaba haber pasado por delante del concurrido cafe, justo a la vuelta de la esquina de la oficina de Planificacion; el ambiente no era precisamente relajante, pero Margaret parecia ajena al ruido y al olor penetrante de la grasa caliente que salia de la cocina.

– Margaret…

– Me he metido en un lio, ?verdad? -dijo esta, casi en un susurro, de modo que Gemma tuvo que inclinarse de nuevo para oirla-. Dice Roger que puedo ir a la carcel. Y es todo culpa mia. No tenia que haberle dicho nada a tu amigo…

– Creo -Gemma hizo una pausa mientras se servia generosamente leche y azucar en el te en un esfuerzo por cubrir el sabor a detergente- que si has dicho la verdad has hecho muy bien. Duncan quiere asegurarse de que efectivamente fue voluntad de Jasmine.

Margaret sacudio la cabeza despacio de un lado a otro, pasando el dedo por el charco de te en la mesa.

– Todavia no puedo creer que me mintiera. Yo creia haberlo asimilado, pero no era asi, y ese dia… me senti tan aliviada cuando dijo que lo habia pensado mejor… -levanto la mirada hacia Gemma-. ?Crees que me engane pensando que lo decia en serio solo porque era lo que queria oir?

Por el rabillo del ojo Gemma vio que la camarera se acercaba con un par de cartas plastificadas muy maltratadas. Gemma levanto la mano e hizo un gesto disuasivo a la mujer sin apartar los ojos de Margaret.

– Si estabas tan asustada, ?por que accediste a ayudarla?

– Es que al principio era distinto. Me senti especial. -Margaret se sento un poco mas derecha en el asiento y sonrio por primera vez-. Que alguien quisiera pasar los ultimos minutos en este mundo conmigo, confiar en mi de ese modo…, en particular, Jasmine. Ella no entraba en confianza con facilidad. Nadie se habia portado asi conmigo, ?sabes?

Gemma asintio, pero no dijo nada.

– Y era emocionante. Planear, organizar… Tener un secreto que nadie sabia. La vida y la muerte. -Margaret volvio a sonreir mientras recordaba-. A veces pensaba en decirselo a todo el mundo en la oficina, pero sabia que no podia. Era demasiado personal, una cosa entre Jasmine y yo.

Tomo un sorbo de te y puso cara de asco cuando el acido tanico le pico en la lengua, y miro dentro de la taza por primera vez.

– ?Que paso entonces?

Margaret se encogio de hombros.

– Se acercaba la fecha y yo me asuste. -Dirigio a Gemma una mirada suplicante-. Al principio tenia muy buen aspecto. Le habia crecido el cabello despues de las terapias. Yo sabia que se cansaba con facilidad, pero no parecia enferma. Luego empezo a quedarse en los huesos. Y cada dia estaba un poco mas debil, cada dia me pedia que le hiciera algo que hasta el dia antes habia podido hacer sola… Le pusieron el cateter en el pecho. Empezo con la morfina liquida, aunque nunca hablaba del dolor.

Esta vez Gemma llamo la atencion de la camarera y articulo: «agua caliente». La cafeteria empezaba a vaciarse y el nivel del ruido habia bajado lo bastante para oir el hilo de voz de Margaret sin esforzarse. Cuando

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