Ella lo miro consternada.
– Claro que me acuerdo de Jasmine y Theo, tan bien como de mi nombre, pero de eso hara treinta anos. ?Por que quiere saber de ellos?
– Es que… -dijo el tomando aire mientras pensaba en como decirlo.
Alice Finney sacudio la cabeza.
– No, no -indico las fachadas blancas de las casas-, no es un tema para hablar en medio del pueblo. Mejor que pase usted. Voy a preparar el te, y puede contarmelo con comodidad desde el principio.
– Si, senora Finney -respondio Kincaid, docil como un escolar, y la siguio.
Con el platillo en equilibrio sobre la rodilla, Kincaid levanto la taza de porcelana, tan delicada que tuvo miedo de quebrarla con el aliento. Al otro lado de las ventanas del salon, volvia a lloviznar, mientras iba perdiendo intensidad el color de los ciruelos en flor hacia un palido tono aguado. Alice Finney se arrodillo delante de la chimenea y encendio un pequeno fuego con carbon. Cuando Kincaid fue a ayudarla, le hizo un gesto disuasivo.
– Lo llevo haciendo sola cincuenta anos. Ahora no necesito que me mimen.
Se sento enfrente de el en un sillon de brocado, con el asiento un poco gastado por el uso. Ante la mirada inquisitiva de Kincaid, ella cogio su taza y continuo:
– Jack y yo llevariamos cincuenta y cinco anos casados esta primavera. Era piloto, murio con mas gloria que otros… en el aire en lugar de la trinchera. No creo que fuera mucho consuelo para el. -Le sonrio de repente, traviesa-. No ponga esa cara de funeral, senor Kincaid. Si le soy sincera, hay dias que no me acuerdo bien de como era, hace tanto tiempo… Y a mi edad recordar es solo una indulgencia sentimental. Hableme de Jasmine y Theo Dent.
En el ajado salon calido y acogedor de la senora Finney, la presentacion ensayada por Kincaid se disolvio.
– Jasmine Dent era mi vecina. Y amiga. Era una enferma terminal de cancer de pulmon, y cuando murio, al principio, supusimos que la enfermedad habia avanzado mas rapidamente de lo esperado.
Alice Finney escucho con atencion, sin apartar los ojos del rostro de Kincaid ni siquiera para tomar te. Al oir que Jasmine habia muerto, apreto los labios en una pequena mueca.
– Pero luego hemos descubierto que Jasmine pidio a una joven amiga que la ayudara a suicidarse y, en el ultimo minuto, se echo atras. Mande que hicieran la autopsia. -Kincaid hizo una pausa, pero Alice no lo interrumpio-. Murio de sobredosis de morfina, y no creo que se la administrara ella misma.
– ?Por que?
El se encogio de hombros.
– Podria darle muchas razones logicas, pero es mas una corazonada que otra cosa, para ser sincero. No lo creo, sencillamente.
– Y eso le ha traido hasta aqui. -Alice se inclino hacia delante y levanto la tetera de la mesita ovalada para llenar de nuevo las tazas-. Le dire lo que pueda.
Se sento silenciosamente por un instante, con los ojos fijos en la nada mientras se ordenaba las ideas, luego suspiro.
– Fue un mal asunto desde el principio. May Dent no debia tener ninos a su cargo. Carecia de capacidad para amarlos, aunque para ser sincera tengo que decir que tal vez con Theo lo intento. Era una amargada, una de esas personas que siempre creen que la vida las ha defraudado. Quizas queria a su hermano mas de la cuenta, aunque entonces -las comisuras de los labios de Alice hicieron un gesto burlon- no se hablaba sobre esos temas. Cualquiera que sea el motivo, despreciaba a su cunada, nunca hablaba bien de ella.
– ?Y Jasmine? -Kincaid se levanto, se acerco a la chimenea y removio el fuego incipiente.
– Jasmine le recordaba a su cunada. La cuestion es que se llevaron muy mal desde el momento en que se vieron. Y Jasmine… Jasmine era dificil. Yo ya habia dejado la ensenanza cuando cerraron la escuela del pueblo, y los ninos iban a la escuela privada mas cercana, pero segui teniendo conocidos al tanto de los cotilleos…
– ?Era usted la maestra del pueblo? -pregunto Kincaid, encantado con la vision de una Alice joven, desempenando su tarea con el mismo humor suave.
– Tenia dos ninos que criar, y no era rica ni perezosa -respondio, vivaz-. Jasmine -prosiguio, como si no se hubiera interrumpido- no gustaba. Tal vez no activamente, pero no encajaba, los demas no estaban comodos a su lado. -Alice hizo una pausa, cenuda-. Era una nina guapa, pero de una forma especial, diferente. No sabian como tratarla. Yo intente hacer buenas migas con ella, pense que necesitaba confiar en alguien, pues en May no podia. Era reservada, misteriosa, impenetrable.
Kincaid asintio.
– ?Y que hay de Theo? ?Encajaba mejor?
Alice se apoyo en la silla y estiro las piernas hacia el fuego. Kincaid observo, por encima de las lenguetas acolchadas de las zapatillas, que todavia tenia los tobillos bonitos.
– Se podria decir que Theo se adapto mejor. Para empezar, tenia un aspecto mas ingles. Perdio su acento colonial enseguida. Supongo que Jasmine no llego a perderlo nunca, ?verdad? -pregunto Alice a Kincaid-. Tenia ese modo tan preciso de enunciar y ese tono cantarin propio de los hablantes de los dialectos hindus.
– No, nunca lo perdio; es mas, con la enfermedad se acentuo. -Kincaid se dio cuenta de que la voz de Jasmine habia sido una de las cosas que lo atrajo, junto con su inteligencia y su sentido del humor rapido y mordaz.
– Theo se hizo amigo de los ninos del pueblo, o al menos, le permitian estar con ellos. Y May al principio lo mimo un poco. Solo tenia diez anos cuando llegaron, al fin y al cabo. Era pequeno todavia. Pero siempre tuvo ese aspecto de cachorrillo extraviado, como si fueran a darle una patada en el momento menos pensado.
– ?Y cuando crecieron?
– Lo que siempre me sorprendio -dijo Alice- es que Jasmine se quedara tanto tiempo. Supongo que era su sentido de la responsabilidad hacia Theo. Era muy protectora con el, y muy celosa de May. Sobre todo cuando Theo empezo a meterse en lios.
– ?En lios? ?Theo? -Kincaid se irguio, su interes se acelero.
Alice matizo el comentario.
– Bueno, no creo que Theo hiciera nunca nada malo de manera malintencionada, pero era de esos chicos que atraen la mala suerte, a los amigos poco recomendables. Siempre estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, no se si me explico.
Kincaid sonrio.
– Eso me suena. ?Y como reaccionaba May ante las pequenas correrias de Theo?
– Al principio lo defendia, pero cuando Jasmine se marcho, las correrias se volvieron mas serias que quemar los campos y dar vueltas en coches robados. -Alice se inclino hacia delante, cogio una galleta de la bandeja y la mordisqueo-. Son de chocolate. Mi unico vicio -dijo, como disculpandose-. May dejo de hablar de mandarlo a la universidad. Eran castillos en el aire, de todas formas, pues nunca le habia ido tan bien en la escuela como para eso.
– ?Sabe por que se marcho Jasmine? -pregunto Kincaid, tanteando ahora con delicadeza.
– No, aunque siempre me lo he preguntado. Se fue de un dia para otro. May se puso furiosa. La llamo zorra ingrata, que para May era un fuerte insulto. Por supuesto, desde el momento en que Jasmine dejo la escuela, May no habia hecho nada mas que quejarse de ella, sobre la carga que era y las ganas que tenia de que se largara… y eso que creo que Jasmine empezo a pagarle parte de los gastos de la casa en cuanto tuvo el primer empleo. Y no era que May no pudiera mantenerla…
– Era de esperar que May estuviera encantada, pues.
– Exacto, pero asi era May. Nunca estaba satisfecha, sobre todo cuando conseguia lo que queria. -Alice miro fijamente el fuego y Kincaid aguardo sin interrumpir-. Pero paso algo… yo lo habria achacado a las malas lenguas si Jasmine no hubiera desaparecido tan pronto.
– ?Un rumor?
– Si… que Jasmine se veia con ese chico de Bladen Valley, el que no estaba en sus cabales. ?Ha venido usted por Bladen Valley? -senalo hacia el oeste-. Otro experimento. Construido durante la Primera Guerra mundial para