albergar a los trabajadores de la finca. Un buen sitio para un monumento conmemorativo de guerra, supongo.

– ?Eso es la cruz de piedra?

Alice asintio.

– Del escultor Eric Gill. Se supone que es una tal santa Juliana, una mistica del siglo quince. Nunca he sabido que tiene que ver con la guerra.

– Senora Finney -Kincaid la devolvio al tema con suavidad-, ?que le pasaba al chico?

– No se bien. No era retrasado. Mas bien desequilibrado, enfermo mental, tal vez. Dado a arrebatos de violencia, si era verdad lo que se contaba, pero hace mucho tiempo de eso.

Suspiro.

– La he cansado -dijo Kincaid, inmediatamente contrito-. Lo siento.

– No, no, si no es eso. -Alice Finney se irguio, recuperando sus modos vigorosos-. Es que me da rabia no recordar el nombre del chico. No me gusta no recordar las cosas, me hace sentir vieja. -Sonrio-. Y, por supuesto, no lo soy.

– Por supuesto -convino Kincaid.

– Toda la familia del chico se fue, creo. La madre lo metio en un centro cuando Jasmine se marcho, me parece. Y ella murio hace quince o veinte anos. No habia mas parientes, que yo recuerde.

– ?Que le paso a Theo cuando Jasmine se fue?

– Acabo la escuela, si recuerdo bien, pero luego no sabia que hacer. No encontraba trabajo, se metia cada vez en mas lios. Entonces May murio. Cogio una neumonia y se nos fue, de un dia para otro. Jasmine no volvio ni siquiera para el entierro, y cuando las cosas de May estuvieron arregladas y la casa vendida, Theo tambien desaparecio. Y no he vuelto a oir hablar de ellos hasta hoy.

– ?Sabe si May les dejo algo?

– Les debio dejar unos ahorros considerables. Era increiblemente avara… Gestiono la herencia mucho mejor que su hermano, por lo visto, pero no tengo ni idea de como la repartio entre los ninos. No tenia mas parientes. Pudo dejarlo todo a un hogar de gatos extraviados, no lo se. -Hizo una pausa y junto cejas, concentrada-. Podria usted preguntar en el despacho del abogado de Blandford Forum.

– ?Donde trabajaba Jasmine? ?Todavia existe?

– Entonces era el unico, asi que sin duda se ocuparon de los papeles de May. El viejo senor Rawlinson murio, y el hijo tal vez no recuerde a Jasmine, pero puede usted probar.

Kincaid se levanto.

– Me ha ayudado usted mucho. No queria robarle tanto tiempo.

– Tonterias. -Se levanto, rechazando la ayuda ofrecida por Kincaid-. ?Cree que tengo algo mejor que hacer que tomar te con un joven atractivo tan interesado en todo lo que le digo? Es el sueno de todas las ancianas, querido.

Kincaid sintio la necesidad repentina de hacer algo muy impropio, muy poco ingles. Le puso la mano en el hombro y dijo:

– Es usted encantadora. Jack era un hombre muy afortunado. Si fuera unos anos mayor, Alice Finney, me casaria con usted.

Se inclino y le dio un beso en la mejilla, y su piel era tan suave como los labios de una muchacha.

***

Blandford Forum, le habia informado Alice, se habia quemado de arriba a abajo el verano de 1731. El fuego se inicio en la cereria y se propago rapidamente de un techo de paja a otro. Tragica como debio de parecer la destruccion en ese momento, Blandford Forum habia resurgido de sus cenizas como una joya georgiana. La oficina de Rawlinson e hijos, Abogados, se hallaba en un edificio de epoca de la reconstruida Market Place.

Kincaid se esforzo por ver a traves del cristal esmerilado de la puerta interior y distinguio solamente formas borrosas. Abrio la puerta y los bultos resultaron ser muebles corrientes de una salita de espera, un escritorio y, tras el, una recepcionista.

Ella se dio la vuelta y le sonrio.

– ?Que desea?

– Bueno, no lo tengo muy claro, para serle sincero. ?Esta el senor Rawlinson?

– Esta en el tribunal esta tarde. -Consulto su reloj y anadio-. Me temo que tardara un rato todavia. ?Quiere usted una cita?

Muy diplomatica, no anadio, penso Kincaid, que cualquier estupido que se preciara la habria pedido antes. La placa del escritorio decia: «Carol White», un nombre muy ingles. Y era muy apropiado: de mediana edad, con buen tipo, un rostro abierto y simpatico y una bonita cabellera castana y ondulada a la altura de los hombros; en pocos anos empezaria a convertirse en una dama de edad, pero todavia era muy atractiva.

– ?Se trata del joven senor Rawlinson?

Ella lo miro perpleja, pero todavia educada.

– El senor Rawlinson padre fallecio hace diez anos. No es usted de aqui, ?verdad?

– De Londres, en realidad. -Kincaid volvio a sacar la identificacion del bolsillo y se la mostro.

– ?Ah! -Ella abrio mucho los ojos y lo miro a la cara para despues volver a considerar el carnet-. Vaya, hombre. ?Y que quiere Scotland Yard de nosotros?

Kincaid noto que tomaba aire con brusquedad. Era la reaccion del ciudadano corriente ante la aparicion inesperada de un policia, y se apresuro a tranquilizarla.

– Informacion muy antigua. ?Podria ser que el senor Rawlinson recordara a una chica que trabajo aqui hace casi treinta anos? Se llamaba Jasmine Dent.

Carol White se quedo mirandolo y dijo, despacio:

– No, el senor Rawlinson todavia debia de estar en la escuela, pero yo si. Yo recuerdo a Jasmine.

Sin que nadie se lo ofreciera, Kincaid tomo una silla para las visitas y la acerco al escritorio, sin apartar la vista de Carol White.

– ?Usted?

Ella continuo, vacilante.

– Se que es una estupidez por mi parte, pero no me gusta reconocer que llevo aqui el tiempo que llevo. Vine directamente aqui despues de dejar la escuela, como Jasmine, pero ella era un par de anos mayor.

– ?El senor Rawlinson necesitaba dos secretarias?

– ?Ya lo creo! -Sonrio, mostrando unos dientes uniformes y blancos-. Al senor Rawlinson le gustaban las chicas guapas, y las dos lo eramos, si me permite decirlo. -Levanto la mano, como para impedir que Kincaid la interrumpiera, y anadio-. Bueno, no quiero decir que fuera un viejo verde, nunca intento nada que yo sepa, pero hacia un poco el picaro. Y puesto que nos pagaba el salario minimo de la epoca, supongo que se lo podia permitir.

Como se habia movido en torno al escritorio de Carol, Kincaid descubrio que lo que habia creido un vestido era en realidad una tunica hasta el muslo, debajo de la cual llevaba unos pantalones adherentes negros y zapatos de tacon alto. Ella siguio su atenta mirada y se echo a reir.

– La ropa es una cortesia de mi hija adolescente, que no soporta que su madre salga como una sosa. -Luego, mas seria-: en realidad, creo que el senor Rawlinson quiso prepararme como sucesora de Jasmine. Le debio de dejar claro, como a todo el mundo, que no pretendia pasarse la vida en este angustioso pueblo. Jasmine era muy ambiciosa, senor Kincaid. ?Que ha sido de ella? ?Ha tenido exito? No me la imagino como ama de casa y madre.

– No, no se caso. Y si, le fue bastante bien. Era supervisora en una oficina de planificacion.

– ?Era? -pregunto Carol White, bajito-. ?Es que…?

– Tenia cancer.

– ?Oh, cuanto lo siento! -Se le llenaron los ojos de lagrimas y sacudio la cabeza-. ?Dios mio, que tonta soy! Si ni siquiera eramos amigas, ni he pensado en ella en anos, pero es que cuando oigo que algun conocido de la juventud ha muerto, me toca directamente aqui. -Se golpeo el pecho con el puno, luego busco una caja de panuelos en un cajon de la mesa y se sono-. Es un recordatorio de mi propia mortalidad, supongo. Si puede pasarles a ellos, puede pasarte tambien a ti.

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