– Entiendo lo que quiere decir -dijo Kincaid, pensando en su propia reaccion, no solo ante la muerte de conocidos, sino tambien de extranos, una dolorosa sensacion de perdida que nunca habia llegado a controlar.

– Pues no entiendo. -Carol se acabo de secar los ojos y tiro el panuelo a la papelera junto a su mesa, al tiempo que se recomponia-. ?Por que pregunta por Jasmine?

Kincaid le dio una respuesta mas breve de la que habia dado a Alice Finney, pero ella asintio, aparentemente satisfecha. Tantos anos en un despacho de abogados le habrian ensenado la discrecion.

– ?Y dice que no eran muy amigas?

– Bueno, hablabamos, como hablan las chicas en el despacho, sobre lo que pasaba, y a quien le habia tocado mas el trasero esa semana el senor Rawlinson. Solo chachara, en realidad, pero si me aventuraba en algo demasiado personal, se cerraba en banda. -Carol hizo una pausa, arrugando la cara, concentrada-. A veces… a veces me daba la sensacion de que Jasmine no habia tenido nunca amigos, no sabia que hacer con ellos.

– ?Y que la llevaba a pensar que fuera tan ambiciosa?

– Londres. No hablaba de otra cosa. Y ahorraba hasta el ultimo penique, se traia la comida de casa cada dia, hasta hacia de canguro por las noches para ganar algo mas. Recuerdo que se llevaba mal con su tia, la tutora.

Kincaid sonrio.

– De eso no cabe duda -dijo, y volvio al punto anterior-. ?Jasmine no salia, entonces, si contaba tanto el dinero? Una chica guapa de esa edad tendria muchas cosas que hacer en una poblacion como esta.

Carol sacudio la cabeza.

– Yo incluso intente varias veces que quedaramos en una doble cita, pero ella no queria.

– ?Hablaba de hombres? No quiero parecer machista, pero me parece lo natural.

– Yo seguro que no hablaba de otra cosa, dia y noche -dijo Carol, con risa-. ?Que aburrida debia de ser, ahora que lo pienso! Pero Jasmine… no, no que yo recuerde. -Miro un instante al vacio, sin fijar la vista, y Kincaid aguardo.- Pero paso algo. Dos meses antes de que se fuera estaba distinta… con la cara del gato que se ha zampado el canario. A veces, casi me esperaba que se relamiera los bigotes.

– ?Pero nunca le confio nada?

Esta vez sacudio la cabeza con melancolia.

– No, lo siento.

– ?Y cuando se marcho? ?Le habia dicho algo antes?

– Me quede tan sorprendida como todo el mundo. Un buen dia entro, dio la noticia, vacio su cajon y se marcho. El senor Rawlinson se puso furioso, como puede imaginarse.

– ?Y despues de eso tuvo noticias de ella?

– Ni una palabra, pero ese dia me llevo aparte para despedirse de mi y me deseo suerte.

Esta vez fue Kincaid quien se quedo en silencio, pensando que probablemente aquella oficina no hubiera cambiado mucho desde entonces… Imagino a Jasmine sentada en el lugar de Carol… Jasmine sobre su maquina de escribir… La cabeza oscura de Jasmine contra el papel crema descolorido de la pared. ?Que la llevaria a emprender el vuelo, a abandonar sus planes tan bien trazados y a su hermano?

– ?Ha visto alguna vez a su hermano Theo? -pregunto, siguiendo el hilo de sus pensamientos.

– Solo cuando se murio la tia y nos ocupamos de sus papeles. -Se encogio de hombros y el movimiento cino la tela sobre sus generosos pechos-. El no sirvio de mucho… Claro que era solo un nino, no tendria mas de diecisiete o dieciocho anos entonces. Tal vez eso lo explique todo.

– ?Explicar que?

Carol White bajo la vista a sus dedos entrelazados, cuyas esmaltadas unas rosa estaban emparejadas como amantes.

– ?Vaya, ya he hablado demasiado! Hace mucho tiempo, y no recuerdo muy bien. Creo que el senor Rawlinson tuvo que encargarse de todo: del entierro, de la venta de la casa… Theo estaba deshecho, casi histerico. Parece natural, pero entonces me resulto un comportamiento extrano; a la mayoria de los jovenes que obtienen bastante dinero para ser independientes les cuesta parecer afectados.

– No sabia que May Dent hubiera dejado tanto a Theo.

– Bastante, pero creo que Jasmine tuvo el dinero a su cargo hasta su mayoria de edad. -Se irguio, repentinamente expeditiva en sus movimientos, como para dar a entender a Kincaid que habia terminado la entrevista-. El senor Rawlinson no tardara. ?Quiere esperarlo?

– No, creo que usted me ha sido de mas ayuda.

Kincaid se puso en pie y ordeno la silla, alineando con precision las patas con el limite de la gastada alfombra. Cuando le tendio la mano, Carol White se la apreto y dijo:

– Siento mucho lo de Jasmine, de verdad.

– Gracias -dijo gravemente, y ella sonrio, borrando de su rostro parte de su desconsuelo.

– Senor Kincaid. -El ya estaba en la puerta y se volvio-. No es verdad lo que he dicho de que no haya pensado en Jasmine todos estos anos. La envidiaba, pensaba en lo elegante que debia de ser su vida, mientras yo me habia quedado aqui llevando una existencia convencional… Siempre me he sentido un poco cobarde. -Encogio los hombros de forma imperceptible-. Quizas no haya estado tan mal, al fin y al cabo.

13

Gemma dejo el coche en el garaje de Scotland Yard y tomo el metro hasta Tottenham Court Road. Conducir por Londres ya era bastante dificil de por si, y recorrer un trayecto tan corto bajo la lluvia resultaba una locura.

La direccion que Felicity Howarth le habia dado de la oficina correspondia a una planta baja encajada entre un restaurante de comida india para llevar y una lavanderia. Gemma arrugo la nariz al notar el olor picante del restaurante. Todavia tenia el estomago vacio y no podria comer por lo menos hasta dentro de una hora. Se subio el cuello del anorak contra la llovizna y entorno los ojos para leer los interfonos. Junto al timbre 2B, una gastada tarjeta de visita rezaba «Cuidados a Domicilio».

Como encontro la puerta abierta, entro y subio las escaleras de hormigon sin pulsar el timbre. Llamo directamente al 2B y la puerta se abrio al poco.

– Te tengo dicho… -con la boca abierta, la mujer miro a Gemma sorprendida. Se rehizo y sonrio, como pidiendo disculpas-. Perdone. Crei que era mi novio que venia a discutir. ?Que desea?

Por la puerta abierta Gemma vio directamente el interior de una vivienda. Un lado de la habitacion contenia muebles corrientes: un sofa, sillas y un televisor; la otra, un escritorio oscuro, archivos y un ordenador.

– Esto es Cuidados a Domicilio… ?no? -Lo que empezo como una afirmacion acabo en pregunta.

– ?Ah! -la mujer parecio sorprendida-. Si, claro, es que hacemos casi todo el trabajo por telefono, y no esperaba… Como puede ver.

Se indico a si misma: tejanos, una gastada camiseta rosa con el faldon por fuera, los pies descalzos con las unas pintadas de rojo. Gemma le echo unos cuarenta anos; era una mujer robusta de cara simpatica y una mata de cabello castano abundantemente salpicado de gris.

– Me llamo Gemma James. -Saco la identificacion de su bolso y dejo que la mujer la inspeccionara-. Estamos haciendo una investigacion rutinaria sobre la muerte de una de sus pacientes: Jasmine Dent.

La mujer palidecio y sus dedos se crisparon sobre el quicio de la puerta.

– ?Dios mio! -Se volvio hacia atras, como buscando apoyo, y luego de nuevo hacia Gemma-. Felicity me conto lo de la autopsia, pero pase usted. -Cerro la puerta y le indico a Gemma el sofa, luego anadio-: Por cierto, yo me llamo Martha Trevellyan.

Mientras Gemma se sentaba en el sofa y sacaba el cuaderno del bolso, Martha Trevellyan cogio un paquete de Player de su mesa. Encendio un cigarrillo y dijo, a traves del humo, mientras sacudia la cerilla:

– Ya se lo que esta pensando: los profesionales de la salud no deberian fumar. Damos mal ejemplo, ?verdad? Bueno, segun mis ultimos calculos lo he dejado quince veces, pero nunca cuaja.

– ?Cuidados a Domicilio es suyo, senorita Trevellyan?

– Si. -Martha Trevellyan se sento en el borde de la silla frente a Gemma-. Hace dos anos decidi dejar de trabajar como enfermera, hacer algo que no me matara antes de los cincuenta. -Sonrio un poco tristemente a

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