el persistia y excavaba hondo, ?lograria juntar por fin todas aquellas piezas en un todo? ?Existiria una persona definitiva? ?Alguna vez podria uno decir que esta era Jasmine y no la otra?

Se dio cuenta de que parte de la inquietud melancolica que lo dominaba desde que salio de Dorset tenian que ver con su creciente reticencia a seguir leyendo los diarios de Jasmine. Todo lo que habia leido hacia crecer su idea de ella como una persona profundamente reservada, incluso misteriosa, y la sensacion de que entraba en su vida sin autorizacion era cada vez mayor.

Se sorprendio mirando fijamente a dos chicas que pedian en la barra. Una tenia el cabello naranja muy corto, casi al rape; la otra, una cabellera clara y lisa que le caia por la espalda. Las minifaldas en tela elastica dejaban al descubierto las piernas desnudas desde las nalgas, a pesar de la noche humeda y fria. Supuso que la vanidad las proveia de suficiente calor interior. Lo que le molestaba no era la probabilidad de que se resfriasen, sino el no saber desde cuando llevaban alli. Debia de estar envejeciendo.

La vista de la chica rubia acciono el mecanismo habitual. Un doloroso recuerdo se disparo casi antes de hacerse consciente. Vic. ?Que extrano haber profundizado tanto en los pensamientos intimos de Jasmine y no haber sabido nunca lo que su mujer pensaba! Su relacion con Jasmine, en cierto modo perverso, se habia vuelto mas intima que su matrimonio.

Kincaid pincho el ultimo trozo de patata y de salchicha con el tenedor. De buena o de mala gana, volveria a casa y reanudaria la lectura donde la habia interrumpido. No podia dejar el trabajo a medias, no seguir aquella vida hasta su termino. Lo empujaba una sensacion de urgencia, casi una necesidad.

***

Durante los meses que siguieron a su llegada a Londres, el diario de Jasmine recordaba a Kincaid los libros de cuentas que llevaban las esposas victorianas. «He comprado las cortinas para el piso. He gastado diez libras en cacharros de cocina. ?Quedara para pagar las tasas?» Aparecian lagunas, luego las entradas volvian a aparecer, sin fechar, esporadicas e inconexas. Kincaid paso las hojas y se detuvo ocasionalmente para leer una entrada con mas atencion.

May esta muerta, como papa. Supongo que yo deberia sentir algo, pero no lo siento. Nada. ?Sabia que iba a morir? ?Estaria asustada o se mantuvo almidonada como la vestimenta de un predicador hasta el final? ?Penso en mi? ?Se arrepintio? ?Yo podria haberla querido, si me hubiera esforzado mas? No pienso regresar, ni siquiera por Theo.

Esta ciudad parece engendrar soledad en sus calles lugubres y mojadas, en el frio que encierran sus piedras. Podria vivir toda la vida aqui en el anonimato, sin ser conocida, sin ser reconocida. Hago el mismo camino al trabajo todos los dias, me detengo en las mismas tiendas, pero sigo siendo una extrana, «Senorita» a secas.

El piso me recibe con su olor a grasa rancia y meto en la calefaccion electrica las monedas suficientes para no helarme. A veces, cuando me duermo, sueno con la India, que estoy en la cama de Mohur Street, y oigo a los madrugadores vendedores ambulantes que cantan bajo mi ventana.

Nunca imagine que May tuviera tanto dinero. O que lo dividiria en partes iguales entre nosotros. Ha intentado ser justa, aunque no lo sintiera. Eso hay que reconocerselo.

?Para que lo habra ahorrado todos estos anos? Vivia como si no pudiera comprar la leche del dia siguiente, rabiosa porque no podia mantenerme, aunque yo pagara mi parte de los gastos, y todo ese tiempo tenia miles de libras en el banco. ?Maldita bruja!

Un piso nuevo, una planta baja en Bayswater. Pequeno, pero limpio, con la luz del sol que pasa a traves de las ventanas, y el minusculo jardin trasero tiene un ciruelo que empieza a florecer. ?Que bien volver a casa para comer cualquier cosa, tomar una copa de vino, todo tal como me gusta! Segura. Por primera vez siento una lucecita de esperanza de que la vida aqui no sea siempre tan triste, y me recuerdo constantemente que ha sido posible gracias al dinero de May. Lo he usado en el pago a cuenta, pero no gastare mas. Quiero vivir de mi salario, no del capital. Theo ya me esta pidiendo prestamos para equilibrar sus finanzas, no puedo decirle que no. Parece completamente perdido.

Los suenos han vuelto a empezar. Me he despertado sudando y mareada, luego no he pegado ojo. He vuelto a escribir a su madre. Sin respuesta. No puedo preguntar a nadie mas. No deberia, se que no deberia. No deberia pensar, no deberia recordar, no deberia escribir.

A veces me parece que le ha ocurrido a otra persona, lo veo todo tan lejos y tan diluido y entonces vuelven los suenos.

Hoy es un dia senalado. Mi primer dia como ayudante en la oficina de Planificacion del distrito. El sueldo no es alto, pero es un primer paso con posibilidades de ascenso.

Esta manana he bajado del autobus una parada antes y he ido paseando por Holland Park. Las rafagas de viento hacian volar las hojas por los senderos, la gente se cenia bien los abrigos y corria con la cabeza gacha, pero yo era tan feliz como si el parque fuera mio, la ciudad, el tiempo incluso fuera mio y pudiera alargarlo todo lo que quisiera.

A pesar de la belleza, al mismo tiempo me sentia fuera de mi, consciente de la experiencia, me preguntaba si podria conservarla, imprimirla en mi memoria. Las cosas se difuminan rapidamente. Ya es menos intenso, los bordes se borran, la alegria es agridulce.

Estropea todo lo que toca. Esta vez es un club, el ultimo grito, un exito seguro… Solo que no era el vecindario adecuado, o no habia bastante efectivo para mantenerlo a flote en el periodo mas critico, o su socio se quedo con todos los beneficios. Siempre pasa algo.

?Es culpa mia? Si no me hubiera marchado… El no tenia fuerzas para cuidar a May cuando enfermo. Murio en sus brazos. Yo no lo sabia. Theo dice que parecia muy asustada. Yo no habria podido hacer nada por May, pero quizas habria ayudado a Theo.

Creo que Theo esta consumiendo drogas. ?Que hacer? ?Es mejor o peor que me entrometa? Se ha gastado todo el dinero, desaparecido como si se hubiera convertido en polvo. Un salario minimo en el servicio de embalaje de una galeria de Chelsea; un amigo que se compadecio. Quiere tomar clases de pintura. ?Que puedo hacer?

Esto es lo que hay. Le he dicho a John que se esfume. Se lo he dicho bien. No era culpa suya. No funciona. Nunca es lo mismo.

14

El doctor James Gordon abrio la investigacion judicial sobre la muerte de Jasmine Dent a las nueve de la manana del miercoles. La sala del tribunal conservaba el frio de la noche y olia a humo de tabaco rancio. Kincaid se sintio aliviado de que en Londres los jueces de instruccion fueran normalmente doctores en derecho y la mayoria pudieran llevar a cabo una investigacion a buen ritmo. Los jueces de instruccion de los condados, normalmente abogados de poblacion pequena con mas conocimientos de politica local que de jurisprudencia medica, a veces se sentian tentados de hacer de tribuno. Kincaid habia tratado ya con el doctor Gordon y sabia que era justo, concienzudo y, fundamentalmente, inteligente. Los ojos azules de Gordon, tan incoloros como su ralo cabello rojizo, eran agudos y atentos. Presidia la sala desde una mesa de roble rayada, frente a Kincaid, Gemma, Margaret Bellamy y Felicity Howarth. Todos menos Gemma habian sido convocados para declarar, y no se esperaba a nadie mas.

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