en el escaparate, pero la esencia se conservaba. Antes, Leyton era un pueblo por derecho propio, pero hacia ya tiempo que habia sido absorbido por Londres, y High Street era como un recordatorio de su antigua identidad.
Sus padres tenian la panaderia en High Street desde antes de que naciera Gemma, y ella habia crecido en una habitacion encima de la tienda, con el olor a rollos de salchicha, a empanadas de cerdo y a pan recien hecho, incluso durante su sueno. Al acabar la escuela trabajo en la tienda, y todavia ahora captaba la decepcion de su padre por el hecho de que ninguna de sus hijas se hubiera hecho cargo del negocio.
Gemma dejo el coche en el aparcamiento gratuito y camino hasta la tienda con Toby de la mano mientras hacia que saltaba como un canguro cada pocos metros. La persistente lluvia del dia habia cesado, y cuando Gemma llego a la tienda, un poco del malestar se habia disipado. Unos minutos antes de la hora de cierre, su madre seguia tras el mostrador, ocupada con los clientes de ultimo minuto.
– ?Gemma! ?Que sorpresa! Toby, mi nino, dale un beso a la abuela, ?que nino mas bueno! -Vi Waters se paso la mano por la frente sudorosa y le dijo a Gemma-: ?puedes echarnos una mano, carino? Vamos a tope.
– Claro, mama.
Gemma siempre tenia que reprimir una sonrisa cuando pensaba en la tozudez de sus abuelos al llamar a su hija, con el pelo de color de zanahoria, de forma tan inapropiada. Violeta se habia convertido en Vi en cuanto tuvo edad de expresar una opinion, y se habia llamado asi desde entonces, aunque los rizos pelirrojos se estuvieran volviendo grises poco a poco.
– ?Y papa? -pregunto Gemma al meterse tras el mostrador y ponerse el delantal. Toby fue directo al cesto de los juguetes, que estaba alli con el proposito de entretenerlos a el y a sus primitos.
– En la trastienda, cortando el pan para la senora Tibbit. Puedes quedarte a tomar el te, ?verdad, carino?
Gemma asintio y atendio el pedido del ultimo cliente. La rutina de sus padres no variaba nunca: cerrar la tienda, tomar el te tan pronto como su madre lo ponia en la mesa e instalarse delante de la tele para pasar la tarde. A Gemma le parecia tan irritante como entranable.
Aquella tarde no fue una excepcion, y media hora despues de cerrar estaban en la mesa de formica roja en la cocina del piso, comiendo tostadas con mantequilla, huevos pasados por agua y un pastel con confitura. Gemma habia comido durante toda su infancia en aquella misma mesa y derramado la leche en aquel mismo suelo de linoleo. Todo el tiempo y la energia de su madre se perdian en la tienda, no en lo que ella llamaba «emperifollar la casa». La buena reputacion de la panaderia reflejaba todo el esfuerzo de su madre, y Gemma suponia que a su hermana y a ella no les habia afectado demasiado. Su hermana…
El pensamiento de Gemma se detuvo en seco, culpable.
– ?Como esta Cyn? -pregunto mientras ayudaba a su madre a lavar los platos.
Su madre le dirigio esa mirada de reprobacion que todavia la hacia avergonzarse.
– Podrias coger el telefono y llamarla tu. No me parece que tengas los dedos rotos.
– Ya lo se, mama -suspiro Gemma-. En fin, cuentame.
– Os habeis cruzado. Ella estuvo aqui anoche con los ninos. Parece que el salon nuevo va muy bien. Le han aumentado el sueldo, y la directora dice que…
Gemma, como habia hecho siempre, emitio ruiditos de interes en los momentos convenientes, con la mente en otro lugar.
– Gemma, no has escuchado ni una palabra de lo que te he dicho. -Su madre la miro con mas atencion, preocupada mas que exasperada-. Llevas toda la tarde callada como una tumba, ahora que caigo. ?Te encuentras bien, carino?
Gemma vacilo, desgarrada entre su necesidad de hablar con alguien y su reticencia a dar municiones a su madre. El hecho de que su matrimonio hubiera fracasado mientras el de su hermana permanecia intacto era siempre un punto de friccion con su madre, aunque a Gemma no le parecia que su cunado fuera ninguna joya, sino mas bien un vago redomado que se pasaba mas tiempo en paro que trabajando.
Su necesidad gano.
– Es que Rob me anda evitando, mama. Hace meses que no me manda dinero para Toby y no se cuanto tiempo puedo aguantar con las cosas tal como estan.
En lugar de responder, Vi lleno el hervidor con agua y cogio dos tazones de un anaquel.
– Sientate y nos tomamos otro te.
Gemma estuvo a punto de soltar una carcajada. El te, el solucionador universal de problemas. Su madre nunca hacia frente a nada a menos que se fortaleciera con un te dulce y cargado. Oyo en el salon la voz de su padre y la risa de Toby, luego la sintonia inicial de la serie Coronation Street. Su madre estaba haciendo un autentico sacrificio.
– ?Lo has buscado? -pregunto Vi mientras se sentaba enfrente de Gemma y le pasaba su taza.
– Pues claro. Ya te he dicho que me evita, mama. Se ha despedido en el trabajo, no ha dejado direccion ni numero de telefono. He hablado con todo el mundo que creo que lo conoce, pero nada.
– ?Y con su madre?
– Si sabe algo, no me lo va a decir, y es su nieto quien lo sufrira. ?Como ha podido hacernos esto? ?Que bastardo! -Gemma noto que se le hacia un nudo en la garganta y presintio la amenaza de las lagrimas en su voz. Engullo el te, tan caliente que le quemo la boca.
– ?Es muy grave la cosa, Gem?
Gemma se encogio de hombros.
– La hipoteca es alta, aunque la casa sea una madriguera. Una de las grandes inversiones de Rob… Lo perderia todo si tuviera que venderla, pero lo que se me come es la guarderia de Toby, y sobre todo los canguros de las noches y de los fines de semana que trabajo.
Vi tomo un sorbo de te.
– ?No podrias encontrar algo mas barato?
Gemma sacudio la cabeza con vehemencia y dijo:
– No. Aun ahora no es ninguna maravilla, a pesar de lo que pago.
– Gemma -le dijo Vi, despacio-, ya sabes que nosotros lo cuidariamos. Solo tienes que pedirnoslo.
Miro a su madre a los ojos y aparto la vista.
– No puedo, mama. Es que… No, no puedo.
– Piensalo, carino, aunque sea como medida temporal.
Gemma se sintio tentada. Seria una salida facil, pero significaria una perdida de independencia que no queria en absoluto. Respiro y sonrio a su madre.
– Lo tendre en cuenta, mama. Gracias.
El crepusculo caia cuando Kincaid llego a la North Circular Road. El viaje de vuelta de Dorset se le habia hecho interminable, y tras kilometros dando las mismas vueltas a sus pensamientos, circular por el trafico londinense resulto un buen antidoto.
Se zafo de la arteria principal y cruzo la relativa calma de Golders Green hasta el norte de Hampstead. Cuando llego al cruce de North End Way con Heath Street, giro a la izquierda impulsivamente. La Spaniard's Road corria como un puente sobre la colina ya en sombras del parque, aislada y despejada de trafico. Una cara blanca resplandecio a la luz de los faros -una figura solitaria que aguardaba el autobus-, luego paso la barrera de peaje de Bishop hasta la carretera y se encontro en medio del ajetreo del aparcamiento de Spaniards Inn. Cuando paro el coche, se abrio la puerta del viejo pub, que proyecto una ola de luz, calor y olores sabrosos en la noche.
Al cabo de unos minutos, y mientras mantenia en equilibrio un plato de salchichas, patatas y ensalada, y una cerveza, Kincaid se instalo en una mesita individual. De espalda a la pared, podia observar el local mientras comia. Siempre se sentia mas comodo como observador que siendo observado, y el remolino de actividad le permitia divagar.
?Lo habia acercado aquella jornada a la verdadera Jasmine? Tentadoras imagenes inconexas galopaban por su mente. El rostro de Jasmine enmarcado en la ventana de la casa de Briantspuddle; el cabello oscuro de Jasmine cubriendo su rostro al inclinarse sobre la maquina de escribir en el despacho de Rawlinson; Jasmine apoyada sobre la cama de su piso de Hampstead, riendo cuando el le exageraba alguna anecdota del trabajo. Si