Aguardaron en silencio mientras Gordon estudiaba los papeles extendidos delante de el. Kincaid miro de reojo a las tres mujeres y penso que sus posturas reflejaban claramente sus personalidades. Gemma parecia relajada y alerta, con las manos enlazadas en el regazo. A la luz gris que se filtraba por la unica ventana de la sala de justicia, su cabello cobrizo brillaba contra el verde apagado de su chaqueta, y cuando noto la mirada de Kincaid levanto la vista y le sonrio.
Margaret, aunque razonablemente peinada y arreglada, retorcia un panuelo de papel que se iba desmenuzando rapidamente entre sus dedos. Cuando entro en la sala, Kincaid se fijo en que tenia el dobladillo de la falda descosido en varios sitios, como si unos ninos se hubieran colgado de ella mientras estaba tendida a secar.
Felicity Howarth vestia de gris marengo en lugar de azul marino, pero por lo demas iba tan arreglada como la primera vez que la vio el dia de la muerte de Jasmine. Estaba sentada de manera muy correcta en el duro asiento de madera, con las manos cruzadas encima de su bolso con forma de maletin. Sin embargo, el cabello caoba carecia de su anterior brillo, y las arruguitas en torno a los ojos eran mas evidentes. Kincaid recordo que Gemma le habia dicho, cuando cotejaron sus notas aquella manana, que Felicity estaba trabajando con muchos pacientes en aquel momento.
– Senor Kincaid.
La voz de Gordon llamo la atencion de Kincaid de nuevo hacia la mesa.
– ?Senor?
– Senor Kincaid, ?fue usted quien solicito la autopsia al juez de instruccion?
– Si, senor.
– Unas circunstancias inusuales, me parece, que un alto oficial del Departamento de Investigacion Criminal solicite personalmente una autopsia. -Gordon escruto el rostro de Kincaid con sus ojos azules, pero prosiguio antes de darle tiempo a responder-: me imagino que mando el informe al director de la Fiscalia Publica.
– Si, senor -confirmo Kincaid.
– ?Fundamentos para abrir un proceso contra alguien?
– De momento, no.
Gordon suspiro.
– Bueno, no puedo hacer mucho mas que expedir una orden de entierro. -Repaso sus rostros-. ?Hay aqui algun pariente cercano? -Ante la negativa de Kincaid, Gordon arqueo una ceja, pero se limito a decir-: entonces mandare el certificado de defuncion por correo.
Kincaid percibio que algo en el ambiente de la sala se relajaba de repente. Antes no habia captado ninguna tension determinada, y tampoco ahora podria senalar la fuente: ?Meg o Felicity? Debido a la naturaleza de su trabajo, Felicity podia haber sido llamada a declarar otras veces; Meg era menos probable que supiera lo breve que era una primera sesion, o que el juez de instruccion no tenia poder legal para acusar a nadie.
– No obstante -dijo Gordon en voz alta, atrayendo de nuevo todas las miradas-, me gustaria aclarar algunos puntos para mi satisfaccion personal.
Mas sabe el diablo por viejo que por diablo, se dijo Kincaid, y sonrio.
– Senora Howarth -dijo Gordon-, usted visito a la senorita Dent el jueves, ?es cierto?
Felicity asintio.
– Por la manana. La ayude a banarse, controle el cateter, las cosas de siempre. -Abrio las manos en un gesto desamparado-. No siempre se puede hacer mucho por los pacientes terminales cuando todavia se mueven por su propio pie. Se trata mas bien de controlar el proceso, asegurarse de que esten comodos.
– ?Le parecio a usted que su estado de animo fuera diferente del habitual? ?Estaba nerviosa?
La sonrisa de Felicity estaba carente de humor.
– Los enfermos terminales a menudo estan deprimidos, pero no, no note nada extraordinario ese dia. Ningun indicio de que Jasmine pudiera estar tramando quitarse la vida.
Imperturbable ante el sarcasmo de Felicity, Gordon continuo con sus preguntas.
– ?Era esa su rutina habitual? ?Una visita diaria?
– Si… -Felicity hizo una pausa, frunciendo el ceno-. Bueno, a veces volvia a pasar de camino a casa, por la tarde, si tenia algun paciente cerca. Le dije a Jasmine que tal vez volveria, lo habia olvidado.
– ?Y volvio a parar?
– No -lo dijo bajito, con pesar-. Se me habia hecho tarde cuando acabe mi ronda.
– Senorita Bellamy -Gordon traslado su mirada aguda a Meg y Kincaid vio como ella agitaba las manos convulsivamente en su regazo-. Entiendo que la senorita Dent hablo de suicidio con usted.
– Si, senor.
Gordon tuvo que inclinarse hacia delante para oirla.
– ?Comprendio usted la seriedad de lo que se le pedia?
Meg levanto la vista hacia el con el rostro colorado y las manos quietas.
– En realidad, no me pidio que hiciera nada. Solo queria que estuviera a su lado. No queria morir sola. ?Es que nadie lo entiende? -Meg los miro desafiante, nadie le sostuvo la mirada. Al poco rato, bajo la vista y dijo, con los ojos fijos de nuevo en su regazo-: da igual. Al final ha estado sola de todas formas.
– ?Usted tambien la vio el jueves? -pregunto Gordon, con un rastro de compasion en la voz.
– Despues del trabajo. Le lleve un guiso de curry para la cena. Sabia que no comeria mucho, pero normalmente hacia un esfuerzo si veia que yo me habia tomado molestias. -Meg levanto la vista hacia el juez de instruccion y hablo como si estuvieran solos en la sala-: yo no la habria dejado si hubiera… Nunca. Parecia… Tenia que haber conocido usted a Jasmine. Hasta cuando hablaba de suicidio lo hacia como si tal cosa. Nunca decia: «Meg, tengo miedo» o «Meg, no quiero estar sola». Hacia frente a la muerte sin permitir que se penetrara en su intimidad, pero ese dia, el jueves pasado, estaba diferente. No se como explicarlo. -Arrugo la cara, concentrandose, con las manos levantadas como si pudiera arrancar las palabras del aire-. Abierta. Los muros habian caido. Note claramente su afecto. Y estaba contenta. Eso tambien lo note.
– Senorita Bellamy.
Ahora la voz de Gordon era muy suave. Kincaid levanto una ceja. Habia considerado a James Gordon insensible a cualquier objeto de compasion, pero Margaret Bellamy parecia inspirar un estimulo de proteccion hasta en los animos mas acorazados.
– Senorita Bellamy -repitio-, ese comportamiento puede ser coherente con el suicidio. Tras tomar una decision, la persona siente alivio, incluso euforia.
Meg levanto la barbilla.
– Eso me han dicho, pero no lo creo. Jasmine no.
– Senor Kincaid, ?no encontro usted pruebas directas que indicaran suicidio?
– No, senor. Encontramos dos viales de morfina en la nevera, pero la cantidad que faltaba en ellos no era suficiente para correlacionarla con la cantidad hallada en el cuerpo de Jasmine Dent, y no habia ampollas vacias en el piso. -Kincaid callo y miro a Gordon mientras organizaba las palabras-. Ella estaba muy debil. Las escaleras le costaban. Supongo que cabe alguna posibilidad de que Jasmine se suministrara una dosis letal de morfina, sacara el contenedor al exterior, tal vez lo enterro en el jardin, y se volviera a acostar para morir. Pero me parece muy improbable. Y ella era una persona organizada y metodica. No creo que se matara sin dejar las cosas claras, por si surgian dudas.
– ?El seguro de vida? -pregunto Gordon-. Podia haber hecho todo lo posible para que su muerte pareciera natural si afectaba a la validez de la poliza.
– La clausula de exclusion de suicidio habia caducado. Ya no importaba.
Gordon, con los labios fruncidos, ordeno los papeles que tenia delante en un monton.
– Bueno, senor Kincaid, en buena conciencia no creo poder dictaminar una muerte por suicidio. La investigacion queda aplazada bajo la seccion 20 del Acta de Instruccion para que la policia pueda investigar mas.
Kincaid asintio con un gesto.
– Gracias, doctor Gordon.
Mientras todos se ponian en pie y se encaminaban hacia la puerta, Gordon detuvo a Kincaid y sonrio por primera vez, dejando caer los formalismos como un caparazon.
– Le habria puesto las cosas mas faciles si hubiera dado un veredicto de suicidio. Prefiero encargarme de un inadaptado social que de estos asuntos domesticos: buenos informes forenses, manchas de sangre, prueba del