?Que extrano lo mucho que dependemos de nuestros cuerpos sin darnos cuenta! Celulas y organos borbotan, la sangre circula, el corazon bombea. Nos preocupamos infinitamente por los accidentes y las caidas o por pillar algo. La traicion desde dentro es lo ultimo que esperamos.

Y el cancer es el enemigo mas insidioso, el cuerpo se vuelve contra si mismo como un canibal oculto. ?Como puede haberme pasado sin que yo lo supiera? Sin que yo lo sintiera, sin que notara un punto de podredumbre que alargaba sus dedos hacia fuera.

Radio y quimioterapia, me aconsejan. ?Voy a envenenar al repugnante nino de mi cuerpo? ?Dios mio, que desamparo!

A veces paso horas sin pensar siquiera. Me convenzo de que soy como los demas, de que estoy sana, de que la decision de obtener un permiso de planificacion para algun proyecto es de importancia mundial, de que me importa si la nueva cafeteria tiene las patatas mejores que la vieja, de que me importa algo fuera de mi propio cuerpo.

Se me cae a mechones, a punados, como si desplumara a un pajaro. Decora el fondo de la banera en bucles oscuros, cubre peines y cepillos de una alfombra espesa. Se me ha ocurrido sacarlo al jardin para que lo usen los pajaros en sus nidos. ?Que absurdo!

May se reiria, diria que lo tengo merecido. Siempre me reprendia por mi presuncion. He empezado a ponerme gorros, una boina sobre todo, como un disfraz de campesina francesa. No soportaria ver a Theo.

Hay una nueva empleada en la oficina desde que he estado fuera por el ultimo tratamiento. Me cae mal, con sus botones desabrochados y esa piel tan clara que se enciende en cuanto alguien se dirige a ella. Me observa cuando cree que no la veo, con expresion de… ?que? No de compasion, eso ya me lo conozco. ?Preocupacion? Es muy rara.

Se han lavado las manos conmigo, entregandome a Morfeo. Lo siento, no podemos hacer mas por usted, pasemos a alguien que pueda agradecernoslo mas.

Estoy demasiado debil para trabajar, me he ido sin mas fanfarria. ?Que me esperaba?

Ha venido Meg Bellamy, primero con flores y tarjetas de la oficina, luego, cuando la culpa comun del personal se ha ido apagando, ella sola.

Estoy volviendo a leer a Eliot. Estas tardes doradas de otono parecen tener una presencia casi fisica, una existencia aparte de mi experiencia.

He releido todos mis libros favoritos y me he envuelto con sus historias como con el calor de viejos amigos.

El comandante y yo hemos adoptado una rutina. No hablamos de ello, eso seria como un allanamiento de morada, pero la respetamos fielmente de todas maneras. Las tardes que hace bueno me siento en el escalon y miro como trabaja en el jardin; cuando empieza a limpiar las herramientas, preparo el te. A veces, hablamos; otras, no, pero estamos bien de todas formas. Uno de sus dias mas locuaces me conto algo de el: que sirvio en la India, en Calcuta, durante y despues de la guerra. Tal vez fueron las maneras coloniales lo que me llamaron la atencion cuando lo conoci. El debia de ser un oficial joven cuando yo era nina, tal vez hasta conocio a mis padres si tenemos en cuenta la pequenez de la comunidad.

Desde que he dejado el tratamiento me ha vuelto a crecer el pelo, corto y grueso como el de un nino, y como he perdido peso, los pechos casi me han desaparecido. Me he vuelto androgina, un fragil caparazon de piel y musculos que envuelve mis recuerdos.

Pronto necesitare una enfermera.

16

– ?Que no sabias que habia servido en la India? -Gemma giro en la silla de Kincaid, que le habia usurpado por haber llegado antes a la jefatura.

– Hasta que Jasmine murio, yo apenas lo habia visto -dijo Kincaid a la defensiva desde la silla del visitante, al otro lado de la mesa-. ?Por que iba a preguntarselo? Y si piensas apoderarte de mi despacho -anadio-, haz algo util y solicita un informe de su historial de servicio.

Pero el telefono sono cuando Gemma estaba a punto de cogerlo, y el caracteristico doble zumbido se quedo suspendido en su mano un momento. Levanto el auricular y respondio, con su tono mas eficiente.

– Despacho del comisario jefe Kincaid. -Luego atrajo hacia si boligrafo y papel y se puso a escribir-. Se lo dire. Gracias.

Volvio a leer sus notas y miro a Kincaid.

– Una tal senora Alice Finney ha dejado un recado para ti en la centralita. Dice que no hace falta que llames, que solo queria que supieras que se ha acordado del nombre. Que era Timothy Franklin.

– ?Ah si?

Gemma arqueo la frente.

– ?Quien es?

– Un chico con el que estuvo liada Jasmine justo antes de marcharse de Dorset como si la persiguieran todos los demonios. Llama a la policia de Dorset para ver si pueden localizarlo. Y de paso -prosiguio, antes de que ella protestara-, llama a la policia de Abinger Hammer. Theo Dent no tiene carnet de conducir, lo he comprobado, pero me gustaria saber si compro un billete de tren el jueves por la noche, o si llamo un taxi, o si alguien lo acompano a otra estacion o lo llevo en coche. -Se detuvo, esperando a que Gemma acabara de escribirlo todo-. Y enterate de si tiene bicicleta.

– No creo…

– Ya se que no lo crees, pero lo quiero comprobar de todas formas. Theo Dent puede ser tan inocente como la Madre Teresa, pero la muerte de Jasmine le ha convenido demasiado para mi gusto. No te preocupes -anadio con una sonrisa-, seguiremos el rastro de nuestro Roger. Esta misma manana. Tenemos una cita con el director de su antigua escuela antes de mediodia. No he encontrado nada mejor. No ha ido a la universidad ni ha tenido un trabajo fijo.

– No se por que, no me sorprende -dijo Gemma con mordacidad.

– ?Has venido en coche?

– No, ?y tu?

El sacudio la cabeza.

– Pidamos un coche cuanto antes. Quiero hacer una parada por el camino.

***

Kincaid observo el regocijo de Gemma mientras ella conducia el Rover entre el trafico.

– Menudo cambio, ?no?

– Un carromato seria mejor que mi Escort -dijo mientras aparcaba suavemente en Tottenham Court Road-. No esta mal para ser una manana de jueves. Imaginaba que deberia hacer cola. Y gracias al cielo que ha dejado de llover.

La ligera bruma que cubria el sol de la manana prometia disiparse a lo largo del dia.

Martha Trevellyan acudio a la puerta casi antes de que el timbre dejara de sonar y no se sorprendio lo mas minimo al encontrar a dos policias en el umbral. Kincaid se pregunto si los habria visto llegar por la ventana.

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