toda la verdad.

Ella aparto la mirada y trato de encontrar un cigarrillo. Luego aparto el paquete y se puso de pie con la gracia de una bailarina. Se dirigio a la mesa, donde cogio un tubo de pintura, que destapo y apreto hasta dejar caer una gota de pintura azul oscuro en la paleta. Eligio un pincel delgado con el que dio, con unos pequenos toques, un poco de color a la pintura.

– Por alguna razon no logro que quede bien. Me he cansado de mirarla. Quizas si…

– Julia…

Paro, dejando el pincel parado en el aire. Despues de un largo rato, aclaro el pincel y lo coloco, con cuidado, junto al dibujo. Luego se volvio hacia Kincaid.

– Empezo como era habitual, justo como se lo explique. Una simple pelea sobre dinero, sobre el piso. -Regreso al brazo del sillon.

– ?Que paso luego? -Kincaid se acerco a ella y le toco la mano, instandola a seguir.

Julia tomo su mano entre las palmas y la sujeto con fuerza. Bajo la mirada y froto el dorso de la mano de Kincaid con la punta de los dedos.

– El me rogo -dijo en voz tan baja que Kincaid tuvo que esforzarse para poder oirla-. Se tiro literalmente al suelo y me rogo. Me pidio que volviera con el, me pidio que lo amara. No se que fue lo que le hizo explotar ese dia. Yo pensaba que habia aceptado nuestra situacion bastante bien.

– ?Que le dijo usted?

– Que era inutil. Que iba a divorciarme de el en cuanto hubiera pasado el limite de dos anos si seguia negandose a cooperar. -Se encontro con los ojos de Kincaid-. Me porte muy mal con el, y no era su culpa. El no tuvo la culpa de nada.

– ?De que esta hablando? -dijo Kincaid, suficientemente alarmado como para olvidar por un momento la sensacion de los dedos de ella sobre su piel.

– Todo fue mi culpa, desde el principio. Nunca debi casarme con el. Sabia que no era justo, pero estaba enamorada de la idea de casarme, y supongo que pense que de alguna manera nos las arreglariamos. -Se rio y solto su mano-. Pero cuanto mas me queria, cuanto mas necesitaba, tanto menos tenia yo para ofrecer. Al final ya no habia nada. -Muy bajito, dijo-: Excepto piedad.

– Julia -dijo Kincaid enojado-, usted no era responsable de las necesidades de Connor. Hay personas que nos exprimen, sin importar lo mucho que les demos. Usted no podia…

– Usted no lo comprende. -Se levanto del brazo del sillon y se alejo nerviosamente de el. Al llegar a la mesa de trabajo se dio la vuelta-. Yo sabia cuando me case con el que no podia amarlo. Ni a el, ni a nadie, ni siquiera a Trev, que no ha pedido nada excepto honestidad y afecto. No puedo, ?lo ve? No soy capaz.

– No sea absurda, Julia, -dijo Kincaid, poniendose en pie-. Por supuesto que…

– No. -Lo freno con una simple palabra-. No puedo. A causa de Matty.

La desesperacion de su voz hizo desvanecer el enfado de Kincaid tan rapido como habia aparecido. Fue hacia ella y la atrajo suavemente hacia el. Acaricio su pelo al poner ella la cabeza sobre su hombro. El delgado cuerpo de Julia encajo en la curva de los brazos de Kincaid con tanta facilidad como si ese fuera su lugar habitual. Su cabello era sedoso, como plumas rozando las palmas de sus manos. Ella olia levemente, inesperadamente, a lilas. Kincaid aspiro y tuvo que estabilizarse para luchar contra el mareo que recorrio su cuerpo. Se esforzo por concentrarse en la cuestion que tenia entre manos.

– ?Que tiene que ver Matty con esto, Julia?

– Todo. Yo tambien lo queria, ?sabe? Pero esto parece que no se le ocurrio a nadie, excepto a Plummy, supongo. Ella lo sabia. Estuve enferma, ?sabe?… despues. Pero me dio tiempo para pensar. Y fue entonces cuando decidi que nada me haria dano nunca mas. -Se aparto de el justo lo suficiente para poder mirarlo a la cara-. No vale la pena. Nada vale la pena.

– Pero la alternativa, una vida entera en aislamiento emocional, seguro que es peor, ?no?

Ella volvio a sus brazos y coloco su mejilla en el hueco del hombro de el.

– Al menos es soportable -dijo ella, con la voz amortiguada. Kincaid noto su aliento calido a traves de la tela de su camisa-. Trate de explicarselo a Con aquel dia: la razon porque nunca podria darle lo que el queria… una familia, hijos. No tenia nada por lo que guiarme, ?entiende? No tenia un proyecto de vida normal, corriente. Y un hijo… Nunca podria asumir ese riesgo. Lo ve, ?no?

Se vio a si mismo con incomoda claridad, acurrucandose hasta formar una pelota, como un erizo herido, despues de que Vic echara por tierra su segura y confortable existencia. El se habia protegido del riesgo igual que lo habia hecho Julia. Pero ella, al menos, habia sido honesta consigo misma, mientras que el habia utilizado el trabajo -con las oportunas exigencias de la vida de un policia- como excusa para no comprometerse emocionalmente.

– Lo veo -dijo en voz baja-, pero no estoy de acuerdo.

Kincaid le froto la espalda, amasando con suavidad los tensos musculos. Los omoplatos eran muy marcados al tacto.

– ?Connor lo comprendio?

– Unicamente logre que se enfadara mas. Entonces fue cuando me porte mal con el. Le dije… -paro, sacudio la cabeza y su cabello le hizo cosquillas en la nariz a Kincaid-. Cosas horribles, realmente horribles. Me averguenzo tanto. -Anadio, con dureza-: Es culpa mia que este muerto. No se lo que hizo despues de irse de Badger’s End aquel dia, pero si no lo hubiera dejado ir tan cruelmente… -Ahora estaba llorando, las palabras surgiendo entre sollozos.

Kincaid tomo su cara con ambas manos y le limpio las lagrimas de las mejillas con los pulgares.

– Julia. Julia. No lo sabe. No lo puede saber. No era responsable del comportamiento de Connor, ni lo es de su muerte. -La miro, y en su cabello alborotado y su cara banada por las lagrimas vio de nuevo la nina de su vision, a solas con su dolor en la cama blanca y estrecha. Al cabo de un momento dijo-: Como tampoco fue responsable de la muerte de Matthew. Mireme, Julia. ?Me escucha?

– ?Como lo puede saber? -pregunto con fiereza-. Todos pensaron… Mama y papa nunca perdonaron…

– Aquellos que la conocian y querian nunca la consideraron responsable, Julia. He hablado con Plummy. Y con el vicario. Es usted la unica que no se ha perdonado. Esta carga es demasiado pesada de llevar durante veinte anos. Dejelo ya.

Durante largo rato ella sostuvo su mirada. Luego Kincaid noto como la tension abandonaba el delgado cuerpo. Ella volvio a colocar la cabeza en su hombro, rodeo con los brazos su cintura y se apoyo contra el, dejando que Kincaid soportara su peso.

Estuvieron asi, en silencio, hasta que Kincaid se dio cuenta de que todos los puntos de sus cuerpos habian hecho contacto. A pesar de su delgadez, el cuerpo de Julia parecia, de repente, innegablemente solido, y sus senos presionaban firmemente su pecho. Kincaid podia oir el bombeo de su propia sangre en los oidos.

Julia dio un suspiro y levanto levemente la cabeza.

– Vaya, le he empapado la camisa -dijo, frotando la mancha humeda en su hombro. Luego inclino la cabeza para que el pudiera estudiar su cara y anadio, con la voz ronca por la risa contenida- ?Scotland Yard siempre ofrece sus servicios con tanto… entusiasmo?

Kincaid retrocedio, sonrojado por la verguenza, deseando haber llevado unos tejanos, menos reveladores que unos pantalones de algodon.

– Lo siento. No queria…

– No se preocupe, -dijo ella, tirando de el-. No me importa. No me importa en absoluto.

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