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La voz de Tony lo desperto.

– El te de la manana, senor Kincaid, dijo mientras golpeaba la puerta y entraba-. Y un mensaje para usted del sargento Makepeace de High Wycombe. ?Algo sobre un pajaro que usted queria atrapar?

Kincaid se incorporo y se paso la mano por el pelo. Luego acepto la taza de te.

– Gracias, Tony -dijo a la espalda de Tony. Asi que habian encontrado a Kenneth Hicks y lo habian detenido. No podrian retenerlo demasiado tiempo sin una causa. Deberia haber pasado por alli ayer por la noche. Aun grogui, se salpico una mano con te caliente al sobrevenirle el recuerdo de la noche anterior.

Ayer noche. Julia. Maldita sea. ?Que he hecho? ?Como habia podido ser tan poco profesional? Con este pensamiento le vino el recuerdo de las palabras de Trevor Simons, «Nunca tuve la intencion de hacerlo… Es que era simplemente… Julia», y de sus propios comentarios desdenosos por la falta de criterio del hombre.

Cerro los ojos. Nunca, en todos estos anos en el cuerpo, habia cruzado la linea. En realidad, ni siquiera se le habia pasado por la cabeza que debiera protegerse de la tentacion. Sin embargo, en este autorreproche descubrio que una parte de el no sentia remordimientos, porque su union habia sido limpia y curativa: consuelo para viejas heridas y destructora de barreras demasiado tiempo levantadas.

* * *

Hasta que no entro en el comedor del Chequers y vio a Gemma sola, sentada en una mesa, no recordo el mensaje que habia dejado para ella ayer. ?Cuando habia llegado? ?Y durante cuanto tiempo habia estado esperandolo?

Se sento enfrente de ella y dijo, con todo el aplomo de que fue capaz:

– Eres un pajaro mananero. Tendremos que ir a High Wycombe tan pronto como podamos. Tienen detenido a Kenneth Hicks para interrogarlo.

Gemma le contesto sin rastro de su habitual buen humor de las mananas.

– Lo se. Ya he hablado con Jack Makepeace.

– ?Estas bien, Gemma?

– Dolor de cabeza. -Mordisqueo sin demasiado entusiasmo un trozo seco de tostada.

– ?Te sirvio Tony una copa de mas? -dijo, tratando de seguirle la corriente, pero ella se limito a encogerse de hombros-. Mira -Kincaid se pregunto si la oleada de culpabilidad que sentia era visible-, siento lo de ayer noche. Me… retrase. -Ella debio de venir corriendo desde Londres, lo debio esperar, y quizas hasta se preocupo. Y el, ni una palabra-. Deberia haberte llamado. Fui muy desconsiderado. -Inclino la cabeza y la estudio, evaluando su humor-. ?He de postrarme un poco mas? ?Serviria una cama de brasas ardiendo?

Esta vez ella sonrio y el dio un suspiro de alivio. Kincaid trato de cambiar de tema y dijo:

– Hablame de Tommy Godwin. -Justo en ese momento llego su desayuno y ataco los huevos con bacon, mientras Gemma narraba brevemente la entrevista.

– Le tome declaracion e hice que los tecnicos repasaran su piso y su coche.

– Yo volvi a ver a Sharon Doyle, y a Trevor Simons -dijo Kincaid con la boca llena de pan-. Y a Julia. Connor volvio a casa despues de su pelea con Tommy, Gemma. Parece que Tommy Godwin ha dejado de ser un contendiente, a menos que probemos que lo volviera a ver mas tarde. Connor telefoneo a alguien desde su casa, pero el problema es que no tenemos ni idea de a quien.

* * *

Julia. Habia habido una familiaridad, una intimidad involuntaria, en la manera en que Kincaid pronuncio su nombre. Gemma intento concentrarse en la conduccion, tratando de ignorar la certeza que estaba creciendo en la boca de su estomago. Seguro que estaba imaginando cosas. ?Y que, si fuera cierto? ?Por que habria de importarle que Duncan hubiera establecido una relacion nada profesional con una sospechosa de asesinato en una investigacion criminal? Era algo muy comun. Lo habia visto en otros agentes. Y ella nunca penso que el fuera infalible. ?O no?

?No seas infantil, Gemma! se dijo entre dientes. El era humano, y hombre, y ella nunca deberia haber olvidado que hasta los idolos tienen a veces los pies de barro. Pero estos recordatorios no evitaban que experimentara abatimiento, y se sintio agradecida cuando las rotondas de High Wycombe reclamaron toda su atencion.

* * *

– Hemos estado preparando bien a Hicks durante la ultima media hora -dijo Jack Makepeace a modo de saludo, cuando lo encontraron en su oficina. Se dieron las manos y Gemma creyo que apretaba un poco mas la de ella-. He pensado que le haria bien. Una pena que no pudiera terminar el desayuno. -Makepeace guino el ojo a Gemma-. Ha hecho una llamada. A su madre, segun el. Pero la caballeria no ha venido a rescatarlo.

Como Makepeace ya lo habia instruido antes por telefono, Kincaid puso a Gemma al dia en el coche y sugirio que ella empezara el interrogatorio.

– A Hicks no le gustan las mujeres, -dijo Kincaid cuando Makepeace los dejo ante la puerta de la Sala A-. Quiero que lo alteres un poco, que me lo prepares.

Una sala de interrogatorios apenas se diferencia de otra. Se puede esperar alguna pequena variacion en cuanto a tamano o forma, o en el olor a rancio del humo de tabaco y de sudor, pero cuando Gemma entro en la sala trago saliva convulsivamente, esforzandose por aplacar el instinto de taparse la nariz. Sin afeitar y obviamente sin haberse duchado, Kenneth Hicks apestaba a miedo.

– Jesus -susurro Kincaid al oido de Gemma, al entrar detras de ella-. Deberiamos haber traido mascarillas. -Tosio, y mientras sacaba una silla para Gemma, dijo en voz alta-: Hola Kenneth. ?Te gusta el alojamiento? Me temo que no es el Hilton, pero, que se le va a hacer.

– Jodase -dijo Hicks, de manera sucinta. Su voz era nasal y Gemma catalogo su acento como del sur de Londres.

Kincaid meneo la cabeza mientras se sentaba junto a Gemma, de cara a Hicks, en la estrecha mesa de madera contrachapada.

– Me decepcionas, Kenneth. Pensaba que tenias mejores modales. Simplemente grabaremos nuestra pequena conversacion -dijo, al apretar el boton de la grabadora-. Si no te importa, claro. No te importa, ?verdad, Kenneth?

Gemma estudio a Kenneth Hicks mientras Kincaid charlaba agradablemente y jugueteaba con la grabadora. La cara estrecha y llena de acne de Hicks tenia permanentemente impresa una expresion hosca. A pesar del calor que hacia en la sala, el se habia dejado puesta la cazadora de cuero y se frotaba nerviosamente la nariz y la barbilla mientras Kincaid continuaba su perorata. Algo habia en el que le resultaba familiar a Gemma. Frustrada, fruncio el ceno al notar ese algo rondando por la periferia de su memoria.

– La sargento James te va a hacer unas preguntas -dijo Kincaid empujando su silla un poco hacia atras. Se cruzo de brazos y estiro las piernas hacia delante como si fuera a echarse una cabezadita durante el interrogatorio.

– Kenneth -dijo Gemma en tono agradable, una vez que hubieron concluido los

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