que implicara a su familia podria danar su carrera. Quizas quisiera proteger a sus padres. Quizas… -Se descargo. La furia se habia agotado rapido y espero, desconsoladamente, la reaccion. Esta vez si que se habia pasado.
Pero en lugar de darle el rapapolvo que esperaba, Kincaid aparto la mirada. En el silencio que siguio, ella pudo escuchar el ruido de los neumaticos en el pavimento mojado y un leve tictac que parecia estar dentro de su cabeza.
– Quizas tengas razon -dijo el finalmente-. Quizas no pueda fiarme de mi criterio. Pero a menos que se nos ocurra una prueba fisica concreta, eso es todo lo que tenemos.
Hicieron el viaje de vuelta a Londres en coches separados y se encontraron en el piso de Kincaid, como habian quedado. La llovizna los habia seguido, y Kincaid coloco la lona en el Midget antes de cerrarlo. Cuando entro en el coche de Gemma, dijo:
– Debes hacer algo con tus neumaticos, en serio. El trasero de la derecha esta tan liso como la cabeza de mi abuelo. -Era una reganina que repetia a menudo, pero al ver que Gemma no picaba, Kincaid suspiro y continuo-: He llamado a LB House por el movil. Tommy Godwin no ha aparecido hoy, ha dicho que no se sentia bien. ?No dijiste que su piso estaba en Highgate?
Gemma asintio.
– Tengo la direccion en mi cuaderno de notas. Creo que esta muy cerca de aqui. -Mientras conducia le sobrevino una ansiedad amorfa y sintio cierto alivio cuando diviso el bloque de pisos. Aparco en la entrada circular y salio del coche de un salto. Mientras esperaba que Kincaid cerrara su lado del coche y la alcanzara en la entrada del edificio, no dejo de dar golpecitos de impaciencia con el pie.
– Por Dios, Gemma. ?Acaso hay algun incendio del que nadie me ha hablado? -le dijo Kincaid, pero ella ignoro el comentario cortante y se abrio paso entre las puertas de cristal esmerilado. Cuando mostraron sus identificaciones al portero, este puso cara de pocos amigos y les indico a reganadientes que tomaran el ascensor al cuarto piso.
– Bonito edificio, -dijo Kincaid cuando el chirriante ascensor subio-. Esta bien mantenido, pero no demasiado modernizado. -El vestibulo de la cuarta planta, con baldosas blancas y negras dispuestas en un dibujo geometrico muy refinado, confirmo su descripcion-. Art deco, si no voy errado.
Gemma, que estaba buscando el numero del piso, habia escuchado solo a medias.
– ?Que? -pregunto, mientras llamaba al 4C.
– Art deco. El edificio debe datar de…
La puerta se abrio y Tommy Godwin los miro socarronamente.
– Mike me ha llamado y me ha avisado de que la pasma venia a visitarme otra vez. No le parecia nada bien. Creo que debe de haber tenido tratos muy desafortunados con la ley en una vida anterior. -Godwin llevaba un batin de seda y zapatillas, su pelo rubio habitualmente inmaculado estaba de punta-. Usted debe de ser el comisario Kincaid -dijo mientras los conducia adentro.
Al estar ya convencida de que Tommy no habia metido la cabeza en el horno o algo igualmente estupido, Gemma se sintio irracionalmente irritada con el por haberla preocupado. Camino detras de los hombres, mirando a su alrededor. A su izquierda habia una pequena y pulcra cocina, en los mismos colores blanco y negro del vestibulo. A su derecha la sala seguia con el mismo diseno y a traves de los ventanales se podia ver la extensa y gris ciudad de Londres. Todas las lineas de los muebles eran curvadas, pero nada recargadas. Una coleccion de copas rosas esmeriladas acentuaba el esquema monocromatico. Gemma encontro la sala apacible y vio que su delicado orden iba perfectamente con la imagen de Tommy.
Una gata siamesa posaba encima de una silla junto a una ventana. Tenia las patas metidas debajo del torax y los miraba impasible con sus ojos color zafiro.
– Tiene razon, comisario -dijo Tommy cuando Gemma se unio a ellos-, estos pisos se construyeron a principios de los anos treinta y eran lo ultimo en diseno en su epoca. Han aguantado sorprendentemente bien, al contrario que la mayoria de las monstruosidades de la posguerra. Sientense, por favor -anadio al tiempo que se sentaba en una silla en forma de abanico que complementaba el estampado de espirales de su batin-. Aunque debo decir que vivir aqui debia destrozar los nervios de cualquiera durante la guerra, estando tan altos. Uno debia de sentirse un blanco muy facil cuando llegaron los bombarderos alemanes. Un poco de luz por una rendija y…
– Tommy -interrumpio Gemma con severidad-, nos han dicho en LB House que no se encontraba bien. ?Que le ocurre?
Se paso una mano por el pelo. A la clara luz grisacea, Gemma vio que la piel de debajo de los ojos empezaba a formar bolsas.
– No me encuentro muy bien, sargento. Los efectos de ayer se han hecho sentir. -Se levanto y fue al armario de las bebidas-. ?Tomaran un jerez? Es casi la hora de comer y estoy seguro de que el detective Rory Alleyn * siempre aceptaba un jerez cuando interrogaba sospechosos.
– Tommy, esto no es una novela de detectives, por Dios -dijo Gemma, incapaz de contener su exasperacion.
Tommy se volvio hacia ella. Sostenia el decantador de jerez en una mano.
– Lo se, querida. Pero esta es mi manera de silbar en la oscuridad. -La delicadeza de su tono indico a Gemma que reconocia su preocupacion y que estaba emocionado.
– No rechazare uno pequeno -dijo Kincaid y Tommy coloco tres copas y el decantador en una pequena bandeja para cocteles. Las copas estaban sensualmente festoneadas en el mismo rosa delicado de las pantallas acanaladas de las lamparas y jarrones que Gemma ya habia visto. Cuando probo el jerez, este parecio disolverse en su lengua como mantequilla.
– Despues de todo -dijo Tommy mientras llenaba su propia copa y regresaba a su silla-, si he de asumir la responsabilidad de un crimen que no he cometido, mejor que lo haga con gracia.
– Ayer me dijo que habia estado en Clapham visitando a su hermana. -Gemma hizo una pausa para lamer un rastro de jerez del labio, luego continuo mas lentamente-. No me hablo de Kenneth.
– Ah. -Tommy se apoyo contra el respaldo y cerro los ojos. La luz grabo arrugas de cansancio alrededor de su boca y nariz, y delineo el pulso marcado en su garganta. Gemma se pregunto por que no habia visto las canas grises mezcladas con el pelo dorado de sus sienes-. Si pudiera escoger, ?admitiria conocer a Kenneth? -dijo Tommy, sin moverse-. No. No responda. -Abrio los ojos y ofrecio a Gemma un intento valeroso de sonrisa-. Deduzco que lo han conocido.
Gemma asintio.
– Entonces tambien he de suponer que la sordida historia ha salido a la luz.
– Eso es. Si. Mintio sobre su cena con Connor. No trataron en absoluto el tema de retomar su antiguo puesto. Se encaro con usted por lo que Kenneth le habia contado. -Parecia que hoy era su dia de hacer acusaciones, penso Gemma, y descubrio que se habia tomado el engano de Tommy muy a pecho, como si hubiera sido traicionada por un amigo.
– Una mentirijilla, querida… -pero al ver la expresion de Gemma paro y suspiro-. Lo siento, sargento. Tiene usted razon. ?Que quiere saber?
– Empiece desde el principio. Hablenos de Caroline.
– Ah, usted se refiere al principio de todo. -Tommy movio circularmente su copa de jerez, mirandola pensativamente-. Yo amaba a Caro, ?sabe?, con la temeridad ciega y resuelta de la juventud. No se. Nuestra aventura termino con la concepcion de Matthew. Yo queria que ella dejara a Gerald y se casara conmigo. Habria amado a Julia como si hubiera sido mi propia hija. -Hizo una pausa, termino su jerez y coloco la copa sobre la bandeja con extremo cuidado-. Era una fantasia, por supuesto. Caro estaba empezando una carrera muy prometedora. Estaba comodamente instalada en Badger’s End con el respaldo del nombre y el dinero de Asherton. ?Que podia ofrecerle yo? Y luego estaba Gerald, que jamas se ha portado de forma poco honorable en todos los anos que hace que lo conozco.
»Uno se adapta como puede -sonrio a Gemma-. He llegado a la conclusion de