ruido de mi chapuzon.
La frescura consoladora del agua fue una sorpresa y al principio no me asuste. Era como una caida in gravida, en un sueno, y esperaba que el ama viniera de inmediato a recogerme. Pero en el instante en que empece a asfixiarme, supe que no vendria. Agite brazos y piernas bajo el agua, que me anegaba la nariz, la garganta y los ojos, lo cual hacia que me debatiera con mas frenesi. «?Ama!», intente gritar, enfurecida porque me habia abandonado, por hacerme esperar y sufrir innecesariamente. Y entonces una forma oscura paso rozandome y supe que era uno de los Cinco Males, una serpiente nadadora.
Me envolvio, me exprimio el cuerpo como si fuera una esponja y luego me arrojo al aire asfixiante… y cai de cabeza 1m una red llena de pescados que se retorcian. El agua me salia a borbotones de la boca, ahogandome, y en cuanto pude me puse a gemir. Al volver la cabeza vi cuatro sombras, con la luna a sus espaldas. Una figura empapada trepaba al barco.
– ?Es demasiado pequeno? -dijo el hombre que acaba de subir, jadeando-. ?Lo tiramos al agua o tiene algun valor?
Los otros rieron y yo me quede muy quieta. Sabia quienes eran. Cuando pasabamos junto a gente como aquella por las calles, el ama me tapaba con sus manos las orejas y los ojos.
– Basta ya -les rino una mujer que estaba entre ellos-. La estais asustando. Cree que somos bandidos y que vamos a venderla como esclava. -Entonces me pregunto en tono amable-: ?De donde vienes, hermanita?
El hombre que acababa de salir del agua se agacho para mirarme.
– ?Vaya, una chiquilla en vez de un pescado!
– ?No es un pescado! ?No es un pescado! -murmuraron los demas, riendo entre dientes.
Empece a estremecerme, demasiado asustada para llorar.
En el aire flotaban los efluvios acres del pescado y la polvora, un olor que evocaba peligro.
– No les hagas caso -me dijo la mujer-. ?Eres de otro pesquero? ?De cual? No tengas miedo, de veras.
Veia en el agua botes de remo, de pedal, veleros y pesqueros como el que me habia recogido, con la proa alargada y una casita en el centro. Mire atentamente, el corazon latiendome con fuerza.
– ?Alli! -exclame, y senale un pabellon flotante lleno de gente que reia y farolillos-. ?Alli! ?Alli!
Me eche a llorar, ansiando desesperadamente regresar con mi familia y recibir su consuelo. El pesquero se deslizo veloz hacia el barco del que procedian los olores suculentos.
– ?Eh! -grito la mujer-. ?Habeis perdido una nina, una chiquilla que se cayo al agua?
Se oyeron gritos en el pabellon flotante y force la vista para ver los rostros del ama, Baba y mama. Habia gente apinada en un lado del pabellon, asomada, senalando, mirando nuestro barco. Rostros enrojecidos y risuenos, todos desconocidos, voces estentoreas. ?Donde estaba el ama? ?Por que no habia venido mi madre? Una pequena se abrio paso entre las piernas de los adultos.
– ?Esa no es yo! -grito-. Estoy aqui, no me cai al agua.
Los del barco se echaron a reir y se dispersaron.
– Te has equivocado, hermanita -dijo la mujer mientras el pesquero dejaba atras aquel barco.
Me eche a temblar de nuevo. No habia visto a nadie a quien importase mi desaparicion. Mi mirada abarco los centenares de farolillos que oscilaban sobre el agua. Los fuegos artificiales estallaban y a su estrepito se unian las risas de otras gentes. Cuanto mas avanzabamos, mas se agrandaba el mundo, y ahora tenia la sensacion de que me habia perdido para siempre.
La mujer seguia mirandome fijamente. Mi trenza estaba enrollada, mi ropa interior era gris y estaba mojada, habia perdido las zapatillas y tenia los pies descalzos.
– ?Que vamos a hacer? -pregunto en voz baja uno de los hombres-. Nadie la reclama.
– A lo mejor es una pordiosera -dijo otro-. Mirad sus ropas. Es una de esas chiquillas que navegan en balsas endebles y piden dinero.
Yo estaba aterrorizada. Tal vez tenian razon y me habia convertido en una mendiga, perdida sin mi familia.
– ?Pero es que no teneis ojos en la cara? -dijo la mujer, irritada-. Mirad que palida es su piel y lo suaves que son las plantas de sus pies.
– Entonces dejemosla en la orilla. Si es cierto que tiene familia, la buscaran ahi.
– ?Que noche! -suspiro otro hombre-. Las noches de fiesta siempre se cae alguien al agua, poetas borrachos y ninos pequenos. Ha tenido suerte de no ahogarse.
Siguieron charlando asi mientras nos dirigiamos lentamente a la orilla. Uno de los hombres impulsaba la embarcacion con una larga cana de bambu y nos deslizabamos entre otros barcos. Cuando llegamos al muelle, el hombre que me habia rescatado del agua me cogio con sus manos que olian a pescado y me deposito en tierra.
– La proxima vez ten cuidado, hermanita -me grito la mujer cuando su barco se alejaba.
La luna brillante estaba a mi espalda, y vi de nuevo mi sombra. Esta vez era mas corta, encogida y estrafalaria. J untas corrimos hacia unos arbustos a lo largo de un sendero y nos escondimos. Desde alli podia oir a las personas que pasaban conversando, oia tambien a las ranas y los grillos y luego… ?flautas, platillos tintineantes, un gong resonante y tambores!
Me asome a traves del ramaje y vi delante de mi una muchedumbre y, por encima de la gente, un escenario sobre el que se alzaba la luna. Un joven aparecio por uno de los lados del escenario y se dirigio al publico:
– Y ahora vendra la Dama de la Luna y os contara su triste historia, en una representacion de sombras chinescas cantada a la manera clasica.
?La Dama de la Luna!, me dije, y el mero sonido de estas palabras magicas me hizo olvidar mis apuros. Oi mas sonidos de platillos y gongs y entonces aparecio la sombra de una mujer contra la luna. Tenia el pelo suelto y se lo estaba peinando. Mientras lo hacia, empezo a hablar con una voz dulce y quejumbrosa.
– Mi sino y mi penitencia -se lamento, pasando sus largos dedos entre las hebras del cabello- es vivir aqui en.la luna, mientras mi esposo vive en el sol. Por ello cada dia y cada noche seguimos nuestros caminos sin vemos jamas, excepto en esta unica noche, la noche de la luna a mediados del otono.
La multitud se acerco mas. La Dama de la Luna tano su laud e inicio el canto de su historia.
Vi aparecer la silueta de un hombre al otro lado del disco lunar. La Dama de la Luna alzo los brazos hacia el…
– ?Oh, Hou yi, maestro Arquero de los Cielos! -canto, pero su marido ni siquiera parecia verla. Miraba al cielo y, a medida que la brillantez de este se intensificaba, abria la boca, no se si con horror o placer.
La Dama de la Luna se llevo las manos a la garganta y cayo al suelo, llorando.
– ?La sequedad de diez soles en el cielo oriental!
Y mientras la dama cantaba asi, el Maestro Arquero apunto sus flechas magicas y derribo nueve soles que reventaron y derramaron sangre.
– ?Hundiendose en un mar hirviente! -entono alegremente, y pude oir el hervor y la crepitacion agonicos de aquellos soles.
Entonces un hada -?la Reina Madre de los Cielos Orientales! -volo hacia el Maestro Arquero. Abrio una caja, de la que saco una bola brillante… ?no, no un sol infantil, sino un melocoton magico, el melocoton de la vida eterna! Vi que la Dama de la Luna fingia estar absorta en su bordado, pero observaba a su marido y le vio esconder el melocoton en una caja. Entonces el Maestro Arquero alzo su arco y juro que ayunaria durante un ano entero a fin de mostrar que tenia la paciencia necesaria para vivir eternamente. ?Cuando se marcho, la Dama de la Luna no perdio un momento, fue en busca del melocoton y se lo comio!
Apenas lo habia probado, empezo a elevarse y luego volo, no como la Reina Madre, sino como una libelula con las alas rotas.
– ?Expulsada de esta tierra por mi perversidad! -grito en el mismo momento en que su esposo regresaba a casa.
– ?Ladrona! -grito el-. ?Esposa que me roba la vida!
Empuno su arco, apunto una flecha hacia su esposa y con el retumbar de un gong, el cielo se ennegrecio.