Y el muerto cogio a mi bisabuelo con los fragmentos mal encajados de su brazo y le hizo atravesar el muro, para mostrarle lo que queria decir.
Cierta vez le pregunte a mi madre como habia muerto realmente.
– Murio en la cama, con mucha rapidez, tras solo un par de dias enfermo.
– No, no, me refiero al otro hombre. ?Como le mataron? ?Lo desollaron primero? ?Usaron una cuchilla de carnicero para cortarle los huesos? ?Grito y sintio el dolor del millar de tajos?
– ?Aaah! ?Por que los americanos no teneis mas que esa clase de pensamientos morbosos? -grito mi madre en chino-. Ese hombre murio hace casi setenta anos. ?Que importa como fue?
Siempre me ha parecido que tiene importancia saber que es lo peor que podria sucederte y como puedes evitarlo, para que no te atraiga la magia de lo inenarrable, porque, ya de pequena, percibia los terrores inefables que rodeaban nuestra casa, y que persiguieron a mi madre hasta que se oculto en un rincon oscuro y secreto de su propia mente. Y, no obstante, la encontraron. En el transcurso de los anos observe como la devoraban, un fragmento tras otro, hasta que desaparecio y se convirtio en un fantasma.
Tal como lo recuerdo, el lado oscuro de mi madre procedia del sotano de nuestra vieja casa en Oakland. Yo tenia cinco anos y mi madre trato de ocultarmelo. Obstruyo b puerta con un sillon y la aseguro con una cadena y dos cerraduras. Aquello era tan misterioso que dedique todas mis energias a averiguar lo que habia detras de aquella puerta, hasta el dia en que por fin pude abrirla con mis deditos, para caer al instante de cabeza en el oscuro abismo. Y solo despues de que dejara de gritar -habia visto la sangre que manaba de mi nariz en el hombro de mi madre- ella me hablo del hombre malo que vivia en el sotano y me dijo por que no debia volver a abrir jamas la puerta. Segun ella aquel hombre vivia alli desde hacia milenios, y era tan maligno y codicioso que, si mi madre no me hubiera rescatado enseguida, habria engendrado cinco hijos en mi y luego nos habria devorado a los seis, arrojando nuestros huesos al sucio suelo.
Tras este incidente empece a ver cosas terribles. Veia aquellas cosas con mis ojos chinos, la parte de mi cuerpo que habia heredado de mi madre. Veia diablos que bailaban enfebrecido s en el fondo de un hoyo que habia abierto en el cajon de arena. Veia que los relampagos tenian ojos y miraban en busca de ninos a los que fulminar. Veia un escarabajo con la cara de un nino, al que me apresuraba a aplastar con la rueda de mi bicicleta. Y cuando fui haciendome mayor, podia ver cosas que las muchachas blancas de la escuela no veian: corros de monos que se dividian en dos grupos, balanceaban a un nino y lo arrojaban al aire, bolas atadas con una cuerda capaces de aplastar la cabeza de una muchacha y diseminar sus fragmentos por el terreno de juego ante sus risuenos amigos.
No hablaba a nadie de esas visiones, ni siquiera a mi madre. La mayoria de la gente no sabia que yo era medio china, quiza porque me apellidaba St. Clair. Cuando me veian por primera vez, pensaban que me parecia a mi padre, angloirlandes, huesudo y delicado al mismo tiempo, pero si me miraban con detenimiento, si se veian reflejados en mis ojos, entonces percibian los rasgos chinos. En vez de tener unos pomulos angulosos como los de mi padre, los mios eran suaves como guijarros de playa. No tenia su pelo rubio como la paja ni su piel blanca, sino que mi color parecia demasiado palido, como si mi piel hubiera sido mas oscura pero el sol hubiese descolorido.
Y los ojos eran los de mi madre, sin parpados, como si vieran tallados en una de esas linternas hechas con una calabaza, con dos cortes rapidos de un cuchillo corto. Solia empujar los extremos de mis ojos hacia dentro para redondearlos, o los abria mucho hasta que podia ver el blanco. Pero cuando deambulaba por la casa con los ojos asi abiertos mi padre me preguntaba por que parecia tan asustada.
Tengo una fotografia de mi madre con ese mismo aspecto asustado. Mi padre me dijo que le hicieron esa foto cuando salio de la Comisaria de Inmigracion de Angel Island, donde habia permanecido tres semanas, hasta que pudieron comprobar sus documentos y determinar si era una «novia de guerra», una persona desplazada, una estudiante o la esposa de un ciudadano estadounidense de origen chino. Segun mi padre, las leyes no habian tomado en consideracion el caso de un ciudadano blanco casado con una china. Al final la declararon «persona desplazada», perdida en un mar de categorias de inmigracion.
Mi madre nunca hablaba de su vida en China, pero mi padre me dijo que la habia librado de la vida terrible que llevaba alli, de alguna tragedia sobre la que ella no podia decir nada. Mi padre escribio orgullosamente su nombre en los papeles de inmigracion: Betty St. Clair, tachando su nombre chino de Gu Ying-ying, y a continuacion anoto 1916 como su ano de nacimiento, en vez de 1914. De esta manera, con el trazo de una pluma, mi madre perdio su nombre y, de acuerdo con el calendario chino, se convirtio en dragon en vez de tigre.
Esa foto revela por que mi madre parece desplazada. Sujeta un gran bolso en forma de almeja, lo aferra como si alguien pudiera robarselo a la menor distraccion. Lleva un vestido chino que le llega hasta los tobillos, con unas decorosas aberturas a los lados, y encima una chaqueta occidentalizada, extranamente elegante en el menudo cuerpo de mi madre, con sus hombreras, las solapas anchas y unos botones forrados en tela y demasiado grandes. Ese fue el vestido nupcial de mi madre, un regalo de mi padre. Asi vestida parece como si no viniera de ningun sitio ni fuera a ninguna parte. Inclina el menton y se le ve la raya exacta en el cabello, una nitida linea blanca que parte de la ceja izquierda y se pierde en el horizonte negro de su cabeza.
Y aunque tiene la cabeza gacha, con una humilde expresion de derrota, sus ojos miran fijamente mas alla de la camara, muy abiertos.
– ?Por que parece asustada? -le pregunte a mi padre.
Y el me lo explico. Era solo porque le dijo que sonriera y mi madre se debatio para mantener los ojos abiertos hasta el disparo del flash, diez segundos despues.
Mi madre solia tener aquel aspecto, como si esperase que sucediera algo, ese aire asustado. Solo mas tarde dejo de debatirse para mantener los ojos abiertos.
– No la mires -me dijo mi madre cuando caminabamos por la Chinatown de Oakland.
Me habia cogido la mano con fuerza, atrayendome con decision hacia ella. Y, como es logico, mire. Vi a una mujer sentada en la acera, apoyada en un edificio. Era vieja y joven al mismo tiempo, con los ojos apagados, tristes, como si no hubiera dormido durante muchos anos. Y me fije en sus pies y manos… los dedos eran tan negros como si los hubiera sumergido en tinta china, pero supe que estaban putrefactos.
– ?Que se ha hecho? -le susurre a mi madre.
– Conocio a un hombre malo -dijo mi madre-. Tuvo un hijo al que no queria.
Supe que eso no era cierto, que mi madre inventaba cualquier cosa para advertirme, para ayudarme a evitar algun peligro desconocido. Mi madre veia peligros en todo, incluso en otros chinos. En el barrio donde viviamos y comprabamos, todo el mundo hablaba cantones o ingles. Mi madre de Wushi, cerca de Shanghai, y hablaba mandarin y un poco de ingles. Mi padre, que solo conocia algunas expresiones cantonesas estereotipadas, insistia en que mi madre aprendiera ingles. Con el se comunicaba mediante sus disposiciones de animo, gestos, miradas, silencios y, a veces, una combinacion de ingles punteado con expresiones de titubeo y frustracion en chino:
– Creo que mama intenta decir que esta cansada -susurraba cuando mi madre estaba malhumorada.
– ?Creo que dice que somos la mejor familia del pais! -exclamaba cuando mama habia preparado una comida de fragancia deliciosa.
Pero, cuando estabamos a solas, mi madre me hablaba en chino y decia cosas que mi padre no podia imaginar de ningun modo. Yo entendia las palabras perfectamente, pero no los significados. Un pensamiento llevaba a otro sin conexion.
– No debes ir por aqui y por alla, sino directamente a la escuela y luego a casa -me advirtio cuando decidio que ya era lo bastante mayor para ir sola por la calle.
– ?Por que? -le pregunte.
– No puedes entender estas cosas.
– ?Por que no?
– Porque aun no te las he explicado.
– ?Por que no?
–