oidos y mi imaginacion. Acababan de matar a una muchacha. No habia podido dejar de escucharlo, habia sido incapaz de evitar lo sucedido. Era horroroso.
Pero a la noche siguiente la muchacha resucito. Oi mas gritos y mas golpes, y su vida volvio a correr peligro. A partir de entonces, todas las noches sucedia lo mismo, una voz atravesaba la pared y me decia que aquello era lo peor que podia ocurrir: el terror de no saber cuando terminaria.
A veces oia los gritos de aquella alborotadora familia del otro lado del pasillo que separaba nuestros pisos; el suyo estaba junto a las escaleras que subian al segundo piso, el nuestro junto a las escaleras que descendian al vestibulo.
– Como te rompas las piernas deslizandote por la barandilla, te retorcere el cuello -gritaba una mujer, y el ruido de unos pies que bajaban apresuradamente la escalera seguia a esa advertencia-. ?Y no te olvides de recoger los trajes de papa!
Conocia tan a fondo la vida terrible de aquella gente que me sobresalte cuando vi a la chica tan cerca de mi por primera vez. Yo estaba cerrando la puerta del piso mientras mantenia en equilibrio una carga de libros bajo el brazo, y al volverme la vi venir hacia mi por el vestibulo. Me lleve tal sorpresa que grite y deje caer los libros al suelo. Ella solto una risita y no tuve duda alguna de quien era aquella muchacha alta, a la que supuse unos doce anos, dos mas que yo. Entonces bajo la escalera a saltos, y yo recogi en seguida mis libros y la segui, aunque caminando por la otra acera.
No parecia una chica a la que hubieran matado un centenar de veces. Me fije en su ropa, en la que no habia el menor rastro de sangre. Llevaba una blusa blanca bien planchada, chaqueta de lana azul y falda plisada verde azulada. La verdad es que, con las dos trenzas que rebotaban garbosa y ritmicamente al andar, me dio la impresion de ser muy feliz. Entonces, como si supiera que estaba pensando en ella, volvio la cabeza. Me miro con el ceno fruncido y doblo rapidamente una esquina, perdiendose de vista.
A partir de entonces, cada vez que me encontraba con mi vecina, fingia que bajaba la vista, me afanaba en arreglar mis libros o abrocharme los botones del sueter y me sentia culpable por saberlo todo de ella.
Un dia, los amigos de mis padres, tia Su y tia Canning, me recogieron en la escuela y me llevaron al hospital, donde estaba ingresada mi madre. Supe que se trataba de algo grave, porque hablaban de cosas innecesarias pero las decian en un tono muy solemne.
El tio Canning consulto su reloj.
– Ya son las cuatro.
– El autobus nunca llega a tiempo -dijo tia Su.
En la habitacion del hospital, mi madre parecia semidormida y se revolvia en la cama. De subito abrio los ojos y se quedo mirando el techo.
– La culpa es solo mia, solo mia -balbucio-. Sabia que pasaria esto, no hice nada por evitado.
– Betty, carino, por favor -decia mi padre freneticamente, pero ella siguio acusandose.
Me cogio la mano y me di cuenta de que estaba temblando. Entonces me miro de una manera extrana, como si me rogara que le perdonase la vida, como si yo pudiera perdonarla. Musito unas palabras en chino.
– ?Que dice, Lena? -grito mi padre. Por una vez no tenia palabras que poner en labios de mi madre.
Y por una vez tampoco yo tuve una respuesta inmediata. Comprendi que habia ocurrido lo peor que podria imaginar, que sus temores se habian hecho realidad. Las advertencias habian cesado. Y yo no podia hacer mas que escuchar sus palabras.
– Cuando el bebe estaba a punto de nacer -murmuro- le oia gritar incluso dentro de la matriz. Aferraba sus deditos a las paredes, queria quedarse alli, pero las enfermeras y el medico me dijeron que empujara, que le hiciera salir. Y cuando asomo la cabeza, las enfermeras gritaron: «?Tiene los ojos abiertos! ?Lo ve todo!». Entonces salio el resto de su cuerpo y quedo sobre la mesa, lleno de vida.
»Al mirarle, me di cuenta en seguida. Sus piernas diminutas, sus bracitos, su cuello delgado y una cabeza tan terrible que no podia apartar los ojos de ella. El bebe tenia los ojos abiertos y la cabeza… ?tambien estaba abierta! Pude ver su interior, hasta alla donde deberian brotar sus pensamientos, pero no habia nada. «?No tiene cerebro!», grito el medico. «?Su cabeza es solo una cascara de huevo vacia!» Tal vez el bebe nos oyo, pues su gran cabeza parecio llenarse de aire y alzarse de la mesa. La volvio a un lado y luego al otro, y se quedo mirandome fijamente. Supe que lo veia todo en mi interior: ?veia que mate a mi otro hijo sin pensarlo dos veces, y que de la misma manera le habia tenido a el!
No pude traducirle a mi padre lo que acababa de decirme, pues el ya estaba demasiado triste al lado de la cuna vacia. ?Como podia decirle que mama se habia vuelto loca?
He aqui lo que le traduje:
– Dice que debemos pensarlo muy bien antes de tener otro bebe y confia en que el recien nacido sea muy feliz en el otro mundo. Ademas, cree que ahora debemos dejarla e ir a comer.
Tras la muerte del bebe, mi madre se desmorono, no de de golpe, poco a poco, como platos que caen de un estante uno tras otro. Yo no sabia cuando iba a derrumbarse del todo, por lo que estaba constantemente nerviosa, esperando.
A veces empezaba a hacer la cena, pero se detenia a la mitad, dejaba que el agua caliente corriera en la pica, el cuchillo inmovil en el aire sobre las verduras a medio cortar, silenciosa, llorando, y otras veces estabamos comiendo y teniamos que interrumpir y dejar los cubiertos sobre la mesa porque ella se habia cubierto el rostro con las manos y decia:
Mi padre, no menos afligido, reacciono de un modo diferente. Se propuso mejorar la situacion, pero era como si corriera para coger los objetos a punto de caer y fuese el quien cayera antes de poder coger alguno.
– Solo esta cansada -me explico mientras cenabamos en el restaurante Gold Spike, los dos solos, porque mi madre estaba postrada en la cama como una estatua yacente. Yo sabia que mi padre pensaba en ella por su semblante preocupado y porque miraba su plato como si estuviera lleno de gusanos en vez de espaguetis.
En casa, mi madre lo miraba todo con expresion vacia. Mi padre llegaba del trabajo, me daba unas palmaditas en la cabeza y decia, «?Como esta mi chiquilla?», pero siempre su mirada iba mas alla de mi, hacia mi madre, y yo sentia enormes temores, no en la cabeza, sino en el estomago. Ya no podia comprender por que estaba tan asustada, pero asi me sentia. Percibia los movimientos mas ligeros en nuestra casa silenciosa y, por la noche, oia las ruidosas peleas al otro lado del muro, en mi dormitorio, aquella muchacha a la que apaleaban. En cama, con la manta hasta el cuello, solia preguntarme que seria peor, si su situacion o la mia, y tras pensarlo durante un rato, tras sentir lastima de mi misma, me consolaba un poco pensando que la chica de al lado llevaba una vida mas desdichada.
Una noche, despues de la cena, sono el timbre de la puerta, cosa curiosa porque, en general, los visitantes llamaban primero por el portero electronico.
– Lena, ?quieres ver quien es? -me dijo mi padre desde la cocina, donde estaba fregando los platos. Mi madre estaba en cama: ahora siempre «descansaba» y era como si hubiese muerto y se hubiera convertido en un fantasma viviente.
Entreabri la puerta con cautela, y entonces la abri del todo, sorprendida al ver a la chica de al lado. Me quede mirandola sin disimular mi asombro, mientras ella me sonreia. Su ropa estaba arrugada, como si acabara de levantarse de la cama y se hubiera acostado vestida.
– ?Quien es? -pregunto mi padre desde la cocina.
– ?Es la vecina! -replique-. Es…
– Teresa -se apresuro a decir ella.
– ?Es Teresa! -anadi.
– Invitala a pasar -dijo mi padre casi en el mismo momento en que Teresa se deslizaba por mi lado y entraba en el piso. Sin que yo le dijera nada, se dirigio a mi dormitorio. Cerre la puerta del piso y segui sus dos