trenzas, que rebotaban como latigos que restallaran en la grupa de un caballo.
Se acerco a mi ventana y empezo a abrirla.
– ?Que estas haciendo? -le grite.
Mi vecina se sento en el borde de la ventana, mirando la calle. Entonces volvio la cabeza, me miro y se echo a reir. Me sente en la cama, observandola y esperando a que terminara, notando el aire frio que entraba por la ventana abierta.
– ?Que te hace tanta gracia? -le pregunte por fin. Pense que tal vez se reia de mi y de mi vida. Quizas habia escuchado a traves de la pared y no habia oido nada, salvo el silencio estancado de nuestra casa desdichada.
– ?De que te ries? -insisti.
– Mi madre me ha echado de casa -dijo finalmente. Hablaba en un tono jactancioso y parecia orgullosa de lo que acababa de ocurrirle. Rio un poco mas y anadio-: Nos hemos peleado, me ha echado de casa y ha cerrado la puerta por dentro. Cree que voy a esperar ahi fuera hasta que este lo bastante apenada para pedir disculpas, pero no pienso hacerlo.
– ?Que vas a hacer entonces? -le pregunte estupefacta, segura de que esta vez su madre acabaria con ella.
– Voy a usar tu escalera de emergencia para regresar a mi dormitorio -susurro-, y ella tendra que esperar. Cuando este preocupada, abrira la puerta, ?pero no me encontrara ahi! Estare en mi habitacion, en la cama. -Se rio de nuevo.
– ?No se pondra furiosa cuando te descubra?
– Que va, se alegrara de que no este muerta ni me haya pasado nada. Bueno, fingira estar furiosa, pero eso sera todo. Siempre estamos haciendo lo mismo.
Entonces se deslizo a traves de la ventana y, sin hacer ningun ruido, regreso a su casa.
Me quede largo rato mirando la ventana abierta y pensando en ella. ?Como podia volver a su casa? ?No veia lo terrible que era su vida? ?No se daba cuenta de que aquello no terminaria jamas?
Me tendi en la cama y espere oir los golpes y los gritos. Era ya tarde y estaba todavia despierta cuando oi el jaleo en el piso de al lado. La senora Sorci gritaba y lloraba. «
Me quede pasmada. Casi podia verlas abrazandose y besandose. Llore de alegria con ellas, porque me habia equivocado.
Todavia recuero vivamente la esperanza que latio en mi aquella noche. Me aferre a esa esperanza dia tras dia, noche tras noche, ano tras ano. Contemplaba a mi madre tendida en la cama o murmurando para sus adentro mientras permanecia sentada en el sofa. Y, no obstante, sabia que aquello, lo peor de todo, cesaria algun dia. Ahora descubria la manera de cambiarlas. Aun oia las feroces peleas de la senora Sorci y Teresa, pero veia algo mas.
Veia a una chiquilla que se quejaba de que el dolor de no ser vista era insoportable. Veia a la madre tendida en la cama, con su tunica larga y ondeante. Entonces la muchacha desenvainaba una espada afilada y decia a su madre.
– Ahora debes morir de un millar de tajos. Es la unica manera de salvarte.
La madre aceptaba esto y cerraba los ojos. La espada descendia y sajaba adelante y atras, arriba y abajo, y la madre gritaba, soltaba alaridos de terror y dolor, pero cuando abria los ojos no veia sangre ni su cuerpo descuartizado.
– ?Te das cuenta ahora? -le preguntaba la nina. La madre asentia.
– Ahora lo comprendo perfectamente. Ya he experimentado lo peor. Despues de esto, no hay nada que pueda ser peor.
– Ahora debes volver al otro lado -decia la nina-, y entonces podras ver por que estabas equivocada.
Y la muchacha cogia a su madre de la mano y pasaba con ella traves del muro.
ROSE HSU JORDAN
Los domingos, cuando mi madre iba a la Primera Iglesia Bautista China, llevaba consigo una pequena Biblia encuadernada en similicuero, como prueba de su fe. Mas adelante, cuando perdio su fe en Dios, esa Biblia acabo sirviendo como cuna bajo la pata demasiado corta de una mesa, lo cual era para mi madre una manera de corregir los desequilibrios de la vida. El libro lleva ahi mas de veinte anos.
Mi madre finge que la Biblia no esta bajo esa pata de la mesa. Cuando alguien le pregunta que hace ese libro en el suelo, ella alza la voz mas de lo necesario para responder: «Ah, ? eso? Lo habia olvidado». Pero yo se que lo ve. Mi madre no es la mejor ama de casa del mundo, y despues de tantos anos esa Biblia sigue siendo de un blanco inmaculado.
Esta noche veo a mi madre llorar bajo la misma mesa de cocina, cosa que hace todas las noches despues de cenar. Con mucho cuidado pasa la escoba alrededor de la pata sostenida por la Biblia. Observo sus movimientos, esperando el momento adecuado para hablarle de Ted y de mi, de que vamos a divorciarnos, Cuando se lo diga, se que replicara: «Eso no puede ser», Y cuando le diga que es cierto, que nuestro matrimonio ha terminado, se que tambien dira: «Entonces debes salvado», Y aunque se que es inutil -no queda absolutamente nada que salvar- me temo que si le digo eso ella seguira insistiendo para que lo intente.
No deja de ser ironico ese deseo materno de que procure evitar el divorcio, porque hace diecisiete anos, cuando empece a salir con Ted, se mostro contrariada. Mis hermanas mayores solo habian salido con muchachos chinos, pertenecientes a la iglesia, antes de contraer matrimonio.
Ted y yo nos conocimos en una clase de politica ecologica. Se acerco a mi y me ofrecio dos dolares por los apuntes de la ultima semana. Rechace el dinero y acepte en cambio una taza de cafe. Esto sucedia durante el segundo semestre en la Universidad de California en Berkeley, donde me habia matriculado en la especialidad de artes liberales, que mas tarde cambie por la de bellas artes. Ted estudiaba tercer curso preparatorio para la carrera de medicina, por la que se habia interesado, segun me dijo, desde que en el transcurso de curso de sus estudios secundarios disecciono un feto de cerdo.
Debo admitir que al principio me atrajo de Ted aquello que le diferenciaba de mis hermanos y los muchachos chinos con los que yo habia salido: su descaro, la firmeza con que pedia cosas y esperaba recibirlas, la testarudez de sus opiniones, su rostro anguloso y su cuerpo larguirucho, sus brazos musculosos, el hecho de que sus padres procedieran de Tarrytown, Nueva York, y no de Tientsin, China.
Mi madre debio de notar esas mismas diferencias la noche en que Ted vino a recogerme a casa. Cuando regrese, mi madre aun estaba levantada, mirando la television.
– Es americano -me advirtio, como si yo hubiera estado tambien ciega para darme cuenta-. Un
La senora Jordan tambien tenia algo que decir. Con toda naturalidad, Ted me habia invitado a una fiesta familiar, la reunion anual del clan que tenia lugar en los campos de polo de Goleen Gate Park. Aunque solo habiamos salido dos o tres veces durante el ultimo mes y, desde luego, nunca nos habiamos acostado, puesto que los dos viviamos en casa de nuestros respectivos padres, Ted me presento a sus parientes como su novia, cosa que, hasta entonces, yo no sabia que fuese.
Mas tarde, cuando Ted y su padre se marcharon con los demas para jugar un partido de voleibol, su madre me cogio la mano y echamos a andar por el cesped, alejandonos de los demas. Me apreto afectuosamente la palma, pero sin mirarme.
– Me alegro de conocerte por fin -me dijo, recalcando las dos ultimas palabras. Yo queria decirle que no era