– Esto es demasiado para una nina pequena. Lo rompera… lo perdera.
Pero Segunda Esposa se limito a decirme:
– Una nina tan bonita necesita algo que le ilumine el rostro.
Por la manera en que mi madre retrocedio y guardo silencio, comprendi que estaba enfadada. No le gustaba Segunda Esposa, y yo debia ser cuidadosa al mostrar mis sentimientos, para que mi madre no pensara que aquella mujer se habia ganado mi voluntad. Sin embargo, me sentia atolondrada, rebosante de alegria porque Segunda Esposa me habia hecho aquel favor especial.
– Gracias, Madre Grande -dije a Segunda Esposa. Baje los ojos para que no me viera el rostro, pero aun asi no pude evitar una sonrisa.
Por la tarde, cuando mi madre y yo tomamos el te en su habitacion, supe que su enfado persistia.
– Ten cuidado, An-mei -me dijo-. Lo que ella te dice no es autentico. Siempre forma nubes con una mano y lluvia y con la otra. Intenta enganarte para que hagas cualquier cosa por ella. -Permaneci inmovil, tratando de no prestar atencion a mi madre. Pensaba que protestaba demasiado, que posiblemente todas sus desdichas se originaban en sus quejas. Pensaba que no debia escucharla. Entonces me sorprendio -: Dame el collar -dijo de pronto. Me quede mirandola sin moverme y ella insistio-: Como no me crees, debes darme el collar. No permitire que te compre por tan bajo precio.
Segui sin moverme, y ella se levanto, se acerco a mi lado y me quito el collar del cuello. Sin darme tiempo a gritar para impedirselo, lo tiro al suelo y lo piso. Cundo lo puso sobre la mesa, vi lo que habia hecho. Aquel collar que casi habia comprado mi corazon y mi mente, tenia ahora una cuenta de cristal rota.
Mas tarde mi madre extrajo aquella cuenta rota e hizo un nudo en el hilo para que el collar volviera a parecer entero. Me dijo que lo llevara puesto durante una semana, para que recordara la facilidad con que podian convencerme de algo falso. Y despues de que hubiera lucido las perlas falsas el tiempo suficiente para aprender la leccion, permitio que me las quitara. Entonces abrio una caja y se volvio hacia mi.
– ?Sabes reconocer ahora lo autentico? -me pregunto. Asenti y ella me puso algo en la mano. Era un pesado anillo de zafiro azul acuoso, con una estrella en el centro, tan puro que a partir de entonces nunca deje de mirarlo maravillada.
Antes de que empezara el segundo mes frio, Primera Esposa regreso de Pekin, donde tenia una casa y vivia con dos hijas solteras. Recuerdo que imaginaba a Primera Esposa como alguien que haria inclinar la cerviz a Segunda Esposa. Segun la ley y la costumbre, Primera Esposa era la principal.
Pero Primera Esposa resulto ser un espectro viviente y no supuso ninguna amenaza para la Segunda Esposa, cuyo fuerte espiritu continuo intacto. Primera Esposa parecia bastante vieja y fragil, con el cuerpo encorvado, los pies vendados, chaqueta y pantalones acolchados, al estilo antiguo, y el rostro arrugado y feo. Pero ahora que la recuerdo, no debia de ser demasiado vieja, pues tendria la edad de Wu Tsing, unos cincuenta anos.
Cuando vi a Primera Esposa, pense que era ciega, pues actuo como si no me viera. Tampoco parecio ver a Wu Tsing ni a mi madre y, no obstante, veia a sus hijas, dos solteronas que habian dejado atras la edad en que las mujeres son casaderas. Tenian por lo menos veinticinco anos. Primera Esposa siempre recuperaba la vista a tiempo para reganar a los dos perros por husmear en su cuarto, remover la tierra en el jardin, al otro lado de su ventana, u orinarse en la pata de una mesa.
Una noche, mientras Yan Chang me ayudaba a banarme, le pregunte:
– ?Por que Primera Esposa ve unas veces y otras no?
– Primera Esposa dice que solo ve lo que es la perfeccion de Buda -respondio ella-. Dice que es ciega a casi todos los defectos.
Yan Chang me conto que Primera Esposa habia decidido ser ciega a la infelicidad de su matrimonio. Ella y Wu Tsing se habian unido en
Aquella mujer espectral no deberia haber causado ningun sufrimiento a mi madre, pero la verdad es que le hizo concebir ideas inconvenientes. Mi madre creyo que tambien ella habia sufrido lo suficiente para merecer su propia vivienda, si no en Tsinan, tal vez en el este, en la pequena Petaiho, una bella localidad costera llena de terrazas, jardines y viudas ricas.
– Vamos a vivir en una casa propia -me dijo alegremente el dia que la nieve se acumulo en el suelo alrededor de nuestra casa. Llevaba un nuevo vestido de seda forrado en piel, del color turquesa brillante que tiene el plumaje del martin pescador-. La casa no sera tan grande como esta. No, sera muy pequena, pero podremos vivir solas, con Yan Chang y otras sirvientas. Wu Tsing ya me lo ha prometido.
Durante el mes mas frio del invierno todos nos aburriamos, adultos y ninos por igual. No nos atreviamos a salir al aire libre. Yan Chang me advirtio que mi piel se congelaria y romperia en mil fragmentos. Los demas criados siempre chismorreaban sobre las cosas que veian a diario en la ciudad, las escalinatas traseras de las tiendas, siempre obstruidas por los cuerpos helados de los mendigos, tan cubiertos por una espesa capa de nieve que resultaba dificil distinguir si eran hombres o mujeres.
Por tanto, nos quedamos en casa un dia tras otro, pensando en como divertimos. Mi madre hojeaba revistas extranjeras, recortaba ilustraciones de vestidos que le gustaban y bajaba para comentar con el sastre la manera de confeccionar la prenda utilizando los materiales disponibles.
No me gustaba jugar con las hijas de Tercera Esposa, que eran tan dociles y aburridas como su madre. Se contentaban con pasarse el dia entero mirando a traves de la ventana, contemplando la salida y la puesta del sol. Por ello, en vez de hacerles compania, Yan Chang y yo asabamos castanas en el hornillo de carbon y, quemandonos los dedos al comerlas, reiamos y chismorreabamos con toda naturalidad. Entonces se oia el estrepito del reloj y se iniciaba la misma musica de siempre. Yan Chang fingia cantar mal en el estilo de la opera clasica, y ambas nos reiamos, recordando como habia cantado Segunda Esposa el dia anterior, acompanando su voz temblorosa con los son es de un laud de tres cuerdas, que tocaba cometiendo muchos errores. Aquella velada musical habia fastidiado a todo el mundo, hasta que Wu Tsing puso fin al sufrimiento general quedandose dormido en su sillon y riendose de esta anecdota, Yan Chang me hablo de Segunda Esposa.
– Hace veinte anos era una cantante famosa de Shantung, una mujer que gozaba de cierta estima, sobre todo entre los hombres casados que frecuentaban las casas de te. Aunque nunca habia sido bonita, era inteligente y sabia encantarles. Tocaba varios instrumentos musicales, contaba antiguos relatos con una expresividad desgarradora, se llevaba un dedo a la mejilla y cruzaba sus pies diminutos de la manera apropiada.
»Wu Tsing le habia pedido que fuera su concubina, no por amor, sino por el prestigio de poseer lo que muchos otros hombres deseaban. Y la cantante, tras haber visto su enorme riqueza y a su primera esposa debilitada, consintio en ser su concubina.
»Desde el principio, Segunda Esposa supo controlar el dinero de Wu Tsing. La palidez de este cuando silbaba el viento le informo que temia a los fantasmas, y todo el mundo sabe que el suicidio es la unica manera que tiene una mujer para huir de su matrimonio y vengarse, para regresar convertida en fantasma y esparcir hojas de te y buena suerte. Por ello, cuando su marido le nego una mayor asignacion economica, fingio suicidarse. Se comio un trozo de opio crudo, suficiente para enfermarla, y envio su doncella a Wu Tsing para comunicarle que estaba agonizando. Tres dias despues, Segunda Esposa recibio una asignacion superior a la que habia pedido.