marido me dan dinero que se suma a mi pension. Por ello, aunque a veces la mano me quema, he de retirarla a mi corazon y mantenerla ahi.
?Que sentido tiene dibujar bellos edificios y luego vivir en uno que no vale nada? Mi hija tiene dinero, pero todo lo que contiene su casa es de mirame y no me toques, y ni siquiera sirve de adorno. Esta mesita auxiliar, por ejemplo, de pesado marmol blanco sobre unas debiles patitas negras, Has de tener cuidado y no ponerle encima cosas pesadas, porque podria romperse. Lo unico que puedes apoyar en esta mesa es un alto florero negro que parece una pata de arana, tan delgado que solo cabe en el una flor. Si agitas la mesa, el florero y la flor se caeran.
Veo los signos en todas partes, alrededor de esta casa. Mi hija mira pero no ve. Es una casa que se rompera en pedazos. ?Como lo se? Siempre he sabido previamente lo que va a ocurrir.
De muchacha, cuando vivia en Wushi, era
A menudo me desenmaranaba el pelo y lo llevaba suelto. Mi madre me miraba la grena revuelta y me reganaba:
Esas eran las mujeres deshonradas que se habian suicidado ahogandose y se aparecian en las casas de los vivos con el pelo desmelenado para mostrar su eterna desesperacion. Mi madre decia que yo iba a llevar la deshonra a la casa, pero yo me echaba a reir mientras ella intentaba recogerme la cabellera con largos alfileres. Me queria demasiado para enojarse. Yo era como ella, y por eso me puso el nombre de Ying-ying, que significa Reflejo Claro.
Nuestra familia era una de las mas ricas de Wushi. Teniamos muchas habitaciones, y todas ellas contenian mesas grandes y pesadas. Sobre cada mesa habia un pote de jade, cerrado hermeticamente con una tapa tambien de jade. Aquellos potes encerraban cigarrillos britanicos sin filtro, siempre la cantidad adecuada, ni mucha ni poca, y habian sido fabricados expresamente con esa finalidad. A mi aquellos recipientes no me decian nada, me parecian simples chucherias. Cierta vez mis hermanos y yo robamos uno de ellos y tiramos los cigarrillos a la calle. Corrimos a un gran hoyo que se habia abierto en la calle, en un lugar donde fluian aguas subterraneas, y nos acuclillamos al lado de los ninos que vivian junto al arroyo. Utilizamos el pote de jade para recoger agua sucia, confiando encontrar un pez o un tesoro ignoto. No encontramos nada, pronto nuestras ropas estuvieron cubiertas de barro y no nos diferenciabamos de los ninos que vivian en las calles.
Teniamos muchas riquezas en aquella casa. Alfombras de seda y joyas, cuencos exquisitos y marfil delicadamente tallado. Pero cuando pienso de nuevo en la casa, cosa que no me ocurre con frecuencia, lo que acude a mi mente es aquel pote de jade, el tesoro lleno de barro cuyo valor desconocia.
Guardo otro recuerdo claro de aquella casa.
Yo tenia dieciseis anos. Era la noche del dia en que se caso mi tia mas joven. Esta y su marido ya se habian retirado dormitorio en compania de su suegra y el resto de su nueva familia.
Muchos de los familiares invitados se quedaron en la casa, sentados alrededor de la gran mesa en el salon principal, riendo, comiendo cacahuetes y mondando naranjas. Un hombre procedente de otra ciudad estaba sentado con nosotros, un amigo del flamante marido de mi tia. Tenia mas edad que mi hermano mayor, por lo que yo le llamaba tio. Habia bebido whisky y tenia el rostro enrojecido.
– Ying-ying -me dijo con la voz ronca mientras se levantaba de su silla-. Puede que aun tengas apetito, ?no es cierto?
Mire a mi alrededor, sonriendo a todos por la atencion especial que me dedicaban. Pense que iba a ofrecerme alguna golosina contenida en una bolsa en la que ahora estaba metiendo las manos, y confie en que fuesen galletas endulzadas. Pero saco una sandia que deposito sobre la mesa con un ruido sordo.
Entonces hundio el cuchillo, lo empujo con todas sus fuerzas y abrio su bocaza para soltar una carcajada tan estentorea que le vi las muelas de oro. Todos los reunidos al rededor de la mesa se echaron a reir. Me senti azorada y note que me ardia el rostro, porque en aquel entonces no comprendia esa clase de bromas.
Si, es cierto que yo era una chica impetuosa, pero inocente. No sabia que malicia encerraba su acto de cortar la sandia. No lo comprendi hasta seis meses despues, cuando me case con el y me siseo con la voz distorsionada por el alcohol que estaba preparado para
Era un hombre tan malo que, a pesar del tiempo transcurrido, no puedo pronunciar su nombre. ?Por que me case con el? Fue porque la noche siguiente a la boda de mi tia mas joven, empece a percibir por anticipado lo que iba a suceder.
La mayoria de los parientes se habian ido por la manana, y a media tarde mis hermanas y yo nos aburriamos. Estabamos sentadas a la misma mesa del banquete, tomando te y comiendo pepitas de sandia tostadas. Mis medio hermanas chismorreaban ruidosamente, mientras yo partia pepitas y hacia un mantoncito con la parte comestible.
Ellas sonaban en casarse con jovenes inutiles, de familias no tan buenas como la nuestra, pues no sabian alzar la mano muy alto para coger cosas buenas. Eran las hijas de las concubinas de mi padre, pero yo era la hija de su esposa.
– Su madre te tratara como a una criada… -reprendio una de ellas a otra tras enterarse de quien era el joven elegido.
– Una locura por parte de su tio… -replico la otra. Cuando se cansaron de intercambiar pullas, me preguntaron con quien queria casarme.
– No conozco a ninguno -les dije altivamente.
No era que los chicos no me interesaran. Sabia como llamar la atencion y ser admirada, pero era demasiado vana para pensar que cualquiera de ellos seria adecuado para mi.
Tales eran entonces mis pensamientos, pero existen dos clases de pensamientos: algunos son semillas plantadas en nosotros cuando nacemos por nuestros padres y sus antepasados, mientras que otros los planta el projimo. Es posible que las semillas de sandia que estaba comiendo me hicieran pensar en el hombre que reia la noche anterior. Y en aquel momento soplo una rafaga de viento del norte y la flor que estaba sobre la mesa se desprendio de su tallo y cayo a mis pies.
Esta es la verdad. Fue como si un cuchillo hubiera cortado la flor a modo de senal. Supe inmediatamente que me casaria con aquel hombre. No experimente ninguna alegria al pensar en ello, pero me maravillo el hecho de saberlo.
Pronto empece a oir que mi padre, mi tio y el nuevo marido de mi tia mencionaban a aquel hombre. Durante la cena me echaban su nombre en mi cuenco junto con el cucharon de sopa. Un dia le descubri mirandome desde el otro lado del patio de mi tia, y decia a otros: «Mirad, no puede volver la cabeza. Ya es mia».
Es cierto que no volvi la cabeza. Sostuve su mirada, le escuche con la cabeza alta, husmeando el hedor de sus palabras cuando me dijo que mi padre probablemente no concederia la dote que el iba a pedirle. Me debati tanto para apartarle de mis pensamientos que al final perdi pie y cai en un lecho nupcial con el.
Mi hija no sabe que me case con aquel hombre hace tanto tiempo, veinte anos antes de que ella naciera. No sabe lo bella que era yo cuando me case con el. Era mucho mas guapa que mi hija, que tiene pies de campesina y una nariz grande como la de su padre.
Incluso hoy mi piel es todavia suave y mi figura esbelta como la de una muchacha. Pero hay profundas arrugas alrededor de mi boca, donde antes solo habia sonrisas. ?Y mis pobres pies, en otro tiempo tan pequenos y bonitos! Ahora estan hinchados, llenos de callos y agrietados en los talones. Mis ojos, tan vivaces y brillantes a los dieciseis anos, ahora estan amarillentos, velados.
Pero sigo viendolo casi todo con claridad. Cuando quiero recordar, es como si mirase el interior de un cuenco