este de una vieja y atrasada mujer china?
– Tia An-mei puede cortarme el pelo -le digo.
– Rory es famoso -dice mi hija, como si no tuviera oidos-. Hace un trabajo fabuloso.
De modo que me siento en el sillon del senor Rory, quien me sube y me baja hasta que estoy a la altura adecuada. Entonces mi hija me critica como si yo no estuviera presente.
– Mire lo plana que es lateralmente -acusa a mi cabeza-. Necesita un corte y la permanente. Y este tenido purpura se lo ha hecho ella en casa. Nunca le ha arreglado el pelo un profesional.
Mira al senor Rory en el espejo, y el me mira a mi del mismo modo. No es la primera vez que veo esta mirada profesional. Los norteamericanos no se miran realmente unos a otros cuando hablan, sino que hablan a sus imagenes reflejadas. Miran a los demas o a si mismos solo cuando creen que nadie esta mirando. Por eso nunca ven cual es su verdadero aspecto. Se ven sonriendo sin abrir la boca, o vueltos hacia un lado, donde no pueden ver sus defectos.
– ?Como lo quiere? -pregunta el senor Rory. Cree que no entiendo el ingles. Esta deslizando los dedos a traves de mi pelo, mostrando como su magia puede hacer que parezca mas espeso y mas largo.
– ?Como lo quieres, mama? -?Por que cree mi hija que me esta traduciendo el ingles? Sin darme tiempo a responder, explica mis pensamientos-: Quiere un ondulado suave. Probablemente no debemos cortarlo mucho, pues estaria demasiado compacto para la boda. No lo quiere ensortijado ni con un aspecto raro. -Entonces me dice alzando la voz como si me hubiera quedado sorda-: ?No es cierto, mama? No lo quieres demasiado compacto, ?verdad?
Sonrio y adopto mi semblante norteamericano. Ese es el rostro que los americanos consideran chino, la expresion que no pueden comprender. Pero por dentro me siento avergonzada. Me averguenzo de que ella este avergonzada, porque es mi hija y estoy orgullosa de ella, pero soy su madre y no esta orgullosa de mi.
El senor Rory me da unas palmaditas mas en el pelo, me mira y luego mira a mi hija. Entonces le dice algo que a ella le desagrada de veras:
– ?Es extraordinario el parecido entre ambas!
Sonrio, esta vez con mi semblante chino. Pero los ojos y la sonrisa de mi hija se estrechan mucho, como un gato que se contrae antes de atacar. Ahora el senor Rory nos deja para que podamos pensar. Le oigo chasquear los dedos:
– ?Lavado! ?La senora Jong es la siguiente!
Mi hija y yo estamos solas en esta peluqueria atestada. Ella mira su imagen en el espejo con el ceno fruncido. Me ve mirandola.
– Las mismas mejillas -dice. Senala las mias y luego se loca las mejillas. Las hunde para parecer una persona desnutrida. Pone su rostro junto al mio y nos miramos en el espejo.
– Puedes ver tu caracter en el semblante -le digo sin pensar-. Puedes ver tu futuro.
– ?Que quieres decir?
Y ahora he de poner a raya mis sentimientos. Pienso en lo parecidos que son esos dos rostros. La misma felicidad, la misma tristeza, la misma buena estrella, los mismos defectos.
Me veo a mi misma y a mi madre, alla en China, cuando yo era una chiquilla.
Cierta vez mi madre, tu abuela, me dijo cual seria mi suerte, que mi caracter me conduciria a circunstancias buenas y malas. Estaba sentada ante el tocador, con su espejo enorme, y yo de pie detras de ella, con el menton apoyado en su hombro. Al dia siguiente empezaba el ano nuevo. Yo tendria diez anos, segun el computo chino, y se trataba de un cumpleanos importante para mi. Tal vez por esta razon mi madre no me criticaba demasiado. Me estaba mirando el rostro.
– Eres afortunada -me dijo, tocandome la oreja-. Tienes las orejas como yo, con el lobulo grande y grueso, muy carnoso en la parte inferior, lleno de bendiciones. Hay personas que nacen muy pobres. Sus orejas son muy delgadas, estan muy pegadas a la cabeza, y por eso nunca pueden oir que la suerte las llama. Tu tienes unas orejas como es debido, pero debes escuchar para captar tus oportunidades.
Deslizo su delgado dedo por mi nariz.
– Tienes una nariz como la mia. Las fosas no son demasiado grandes, por lo que tu dinero no se escapara. Es recta y suave, una buena senal. Una muchacha con la nariz torcida es proclive a la desgracia. Siempre va en pos de lo que no le conviene, de las personas que no le interesan, de la peor suerte. -Me dio unos golpecitos en el menton y luego toco el suyo-: No es muy corto ni muy largo. Nuestra longevidad sera adecuada, no pereceremos demasiado pronto ni viviremos tanto como para ser una carga.
Me aparto el pelo de la frente.
– Somos iguales -concluyo mi madre-. Quiza tu frente es mas ancha, por lo que seras incluso mas inteligente. Y tienes el cabello espeso, el movimiento del pelo esta bajo, en la frente, lo cual significa que sufriras algunas penurias en tu juventud. Lo mismo me sucedio a mi. ?Pero mira que alto tengo ahora ese perfil! Es una bendicion en mi ancianidad. Mas tarde aprenderas a preocuparte y tambien perderas tu pelo.
Me cogio el menton, volvio mi rostro hacia ella y me miro a los ojos. Movio mi rostro a un lado y luego al otro.
– Hay sinceridad y vehemencia en tus ojos. Me siguen y muestran respeto. No miran abajo, avergonzados. No se resisten volviendose hacia el otro lado. Seras buena esposa, madre y nuera.
Cuando mi madre me dijo esas cosas, yo era pequena todavia. Y aunque dijo que pareciamos iguales, yo queria parecerme mas. Si ella levantaba los ojos con una expresion de sorpresa, yo queria que los mios hicieran lo mismo. Si su boca adoptaba un rictus de desdicha, yo tambien queria sentirme desdichada.
Era muy parecida a mi madre. Eso ocurria antes de que las circunstancias nos separaran: una inundacion que obligo a mi familia a dejarme atras, mi primer matrimonio en el seno de una familia que no me queria, guerra en todas partes y, mas tarde, un oceano que me llevo a un nuevo pais. Ella no vio como cambiaba mi rostro en el transcurso de los anos, como empezaba a languidecer mi boca, como empece a preocuparme pero aun asi no perdia el pelo, como mis ojos empezaron a adoptar las expresiones norteamericanas. No me vio fruncir la nariz en un traqueteante y abarrotado autobus en San Francisco. Tu padre y yo ibamos camino de la iglesia para agradecer a Dios todas nuestras bendiciones, pero tuve que restar un poco de agradecimiento por mi olfato.
Es dificil mantener tu semblante chino en Estados Unidos. Al principio, antes incluso de llegar, tuve que ocultar mi verdadero yo. Pague a una muchacha china de Pekin, que se habia educado en Norteamerica, para que me ensenara como hacerla.
– En Estados Unidos no puedes decir que quieres vivir alli para siempre -me dijo-. Si eres china, debes decir que admiras sus escuelas, su manera de pensar, debes decir que quieres estudiar y luego regresar y ensenar a los chinos lo que has aprendido.
– ?Que debo decirles que quiero aprender? Si me hacen preguntas y no se responderlas…
– Religion, debes decir que quieres estudiar religion -dijo aquella muchacha tan lista-. Cada norteamericano tiene una idea diferente sobre la religion, por lo que no hay respuestas correctas y erroneas. Diles que te interesa difundir la palabra de Dios y te respetaran.
Por otra suma de dinero, aquella muchacha me dio un formulario lleno de palabras inglesas. Tuve que copiar aquellas palabras una y otra vez, como si fuesen palabras inglesas formadas en mi cabeza. Al lado de la palabra NOMBRE, escribi
Di a la muchacha mas dinero por una lista de direcciones en San Francisco, gente con buenas conexiones. Y finalmente me dio, sin cobrarme nada, instrucciones para cambiar mis circunstancias.
– Primero debes encontrar un marido -me dijo-. Un ciudadano norteamericano es lo mejor. -Al ver mi expresion de sorpresa, se apresuro a anadir-: ?Chino! Naturalmente, debe ser chino. «Ciudadano» no significa de raza blanca. Pero si no es ciudadano, debes pasar de inmediato al numero dos. Mira, aqui esta: debes tener un hijo, chico o chica, eso no importa en Estados Unidos. Ni uno ni otra se ocuparan de ti cuando seas vieja, ?no es cierto? -Ambas nos echamos a reir-. Pero ten cuidado -anadio-. Las autoridades te preguntaran si tienes hijos o si