El partido termina sin goles. Petrus cambia de canal. Boxeo: dos hombres minusculos, tan pequenos que apenas le llegan al arbitro a la altura del pecho, dan vueltas alrededor el uno del otro, dan saltos, se lanzan punetazos.

Se levanta y se aleja hasta el fondo de la casa. Lucy esta tumbada en la cama, esta leyendo.

– ?Que lees? -le pregunta. Ella lo mira como si no entendiera, y entonces se quita los auriculares de los oidos-. ?Que estas leyendo? -repite, y de pronto anade-: Esto no funciona, ?verdad que no? ?Quieres que me marche?

Ella sonrie, deja el libro a un lado. El misterio de Edwin Drood: no es lo que el hubiera esperado.

– Sientate, anda -le dice.

El toma asiento al borde de la cama, le acaricia el pie descalzo con un gesto casi automatico. Es un buen pie, bien torneado. Tiene una osamenta esplendida, como la de su madre. Una mujer en la flor de la edad, atractiva a pesar de su sobrepeso, a pesar de las ropas poco favorecedoras.

– David, segun mi punto de vista todo va estupendamente bien. Me alegro de que estes aqui. Lo que pasa es que cuesta un tiempo hasta que te acostumbras a la vida en el campo, eso es todo. Cuando encuentres cosas que hacer dejaras de estar aburrido.

El asiente sin prestar demasiada atencion. Es atractiva, piensa, y sin embargo ya esta pasada para los hombres. ?Deberia echarselo en cara a si mismo, o le habria ocurrido de todos modos? Desde el mismo dia en que nacio su hija, no ha sentido por ella sino el amor mas espontaneo, el amor mas ilimitado. Es imposible que ella no se haya dado cuenta. ?Acaso ha sido demasiado ese amor?

?Acaso lo ha sentido ella como una carga? ?Acaso le ha pesado tanto? ?O es que ella le ha dado una interpretacion mas siniestra?

Se pregunta como le habra ido a Lucy con sus amantes, y como lo habran vivido ellos con ella. Nunca ha tenido ningun miedo a la hora de seguir un pensamiento por los caminos mas tortuosos, y ahora tampoco lo tiene. ?Ha engendrado tal vez a una mujer apasionada? ?En que se inspira, a que recurre y a que no en el terreno de los sentidos? ?Son ellos dos capaces de hablar tambien de eso? La vida de Lucy no ha sido una vida precisamente protegida.

?Por que no habrian de mostrarse reciprocamente abiertos, por que iban a delimitar fronteras en tiempos en que nadie mas lo hace?

– Cuando encuentre cosas que hacer -dice a la vuelta de sus devaneos-. ?Y que me sugieres?

– Podrias echar una mano con los perros. Podrias trocear incluso la carne que les damos de comer. A mi eso siempre se me ha hecho muy cuesta arriba. Y luego esta Petrus. Petrus anda muy ocupado con sus propias tierras. Podrias echarle una mano.

– Echarle una mano a Petrus, eso me gusta. Me gusta la picantez historica que tiene. ?Tu crees que me pagara algo por mi trabajo?

– Preguntaselo. Estoy segura de que si. A principios de ano recibio una subvencion del Ministerio de Agricultura, dinero suficiente para comprarme incluso una hectarea. ?No te lo habia dicho? La linde atraviesa la presa; la presa la compartimos. Desde alli hasta la valla, toda esa tierra es suya. Tiene una vaca que parira en primavera. Tiene dos esposas, o una esposa y una novia. Si sabe jugar bien sus cartas, podria recibir una segunda subvencion para construir una casa, y asi podra dejar el establo. De acuerdo con lo que se lleva en el Cabo Oriental, es un hombre de posibles. Pidele que te pague. Puede permitirselo. Yo no estoy muy segura de poder permitirme contar con sus servicios por mas tiempo.

– De acuerdo, me ocupare de la carne de los perros y me ofrecere a cavar zanjas para Petrus. ?Que mas?

– Puedes echar una mano en la clinica. Alli estan locos por contar con algun voluntario.

– Quieres decir que le eche una mano a Bev Shaw.

– Si.

– No creo que nos llevemos nada bien.

– No tienes que llevarte bien con ella. Basta con que la ayudes, pero no cuentes con que te pague nada. Tendras que hacerlo solo por la bondad de tu corazon.

– Tengo mis dudas, Lucy. Eso me suena sospechosamente a prestar servicios a la comunidad. Suena como si alguien, yo en este caso, tratase de reparar de algun modo sus antiguas fechorias.

– Si se trata de tus motivos, David, puedo asegurarte que los animales de la clinica no los pondran en tela de juicio. No te haran preguntas, no va a importarles.

– De acuerdo, lo hare. Pero solo si no se trata de que me convierta en mejor persona de lo que soy. No estoy preparado para reformarme. Quiero seguir siendo el que soy. Si lo hago, sera sobre ese supuesto. -Su mano sigue apoyada en el pie de ella. Ahora le aprieta fuerte el tobillo-. ?Queda claro?

Ella le dedica lo que para el tan solo es una dulce sonrisa.

– Asi que estas determinado a seguir siendo malo. Loco, malo y peligroso, si se te llega a conocer. Te prometo que aqui nadie te pedira que cambies.

Ella le toma_ el pelo tal como su madre lo hacia en tiempos. Si acaso, tiene un ingenio mas vivo aun. El siempre ha sentido una gran atraccion por las mujeres ingeniosas. Ingenio y belleza. Ni siquiera con la mejor voluntad del mundo podria haber encontrado una pizca de ingenio en Melani.

Pero si le sobraba belleza.

Vuelve a traspasarlo de parte a parte: un leve estremecimiento de voluptuosidad. Es consciente de que Lucy lo observa. El no parece ser capaz de ocultarlo. Es interesante.

Se pone en pie, sale al patio. Los perros mas jovenes se muestran encantados de verlo: trotan de un lado a otro de las jaulas, gimoteando de pura ansiedad. En cambio, la vieja bulldog hembra apenas se despereza.

Entra en su jaula, cierra la puerta tras de si. La perra levanta la cabeza, lo mira, vuelve a quedar abatida. Las mamas le cuelgan, flaccidas.

Se acuclilla, la cosquillea detras de las orejas.

– ?Que, estamos abandonados los dos? -murmura.

Se tiende a su lado, sobre el pavimento de hormigon. Alla arriba, el cielo azul palido. Relaja sus extremidades.

Es asi como lo encuentra Lucy. Debe de haberse queda do dormido; lo primero que nota es que ella ha entrado en la jaula con el cuenco de agua y que la perra se ha levantado y olisquea los pies de Lucy.

– ?Haciendo amistades? -dice Lucy.

– No es facil hacerse amigo de esta.

– Pobre Katy. Esta deprimida. No la quiere nadie, y ella lo sabe. La ironia del caso es que debe de tener descendientes por toda la region, descendientes que seguro estarian encantados de compartir sus casas con ella. Pero no esta en su mano el invitarla. Son parte del mobiliario, parte de los sistemas de alarma. Nos hacen el gran honor de tratarnos como a dioses, y nosotros se lo devolvemos tratandolos como meros objetos.

Salen de la jaula. La perra vuelve a echarse y cierra los ojos.

– Los Padres de la Iglesia tuvieron un larguisimo debate sobre ellos, y llegaron a la conclusion de que no tienen alma propiamente dicha -comenta el-. Tienen el alma atada al cuerpo, y sus almas mueren cuando mueren ellos.

Lucy se encoge de hombros.

– Yo no estoy muy segura de tener alma. No sabria reconocer un alma si la viera.

– Eso no es cierto. Tu eres un alma. Todos somos almas. Somos almas incluso antes de nacer.

Ella lo mira con cara rara.

– ?Que vas a hacer con ella? -le dice.

– ?Con Katy? Si no me queda mas remedio, me la quedare.

– ?Nunca rechazas ningun animal?

– No, nunca. Bev si. El suyo es un trabajo que nadie quiere hacer, por eso ella se ha hecho cargo. Es algo que la destroza de manera terrible. Tu la subestimas. Es una persona mucho mas interesante de lo que piensas. Incluso si la mides segun tus propios terminos.

Sus propios terminos… ?cuales son? ?Esas mujeres chiquititas y cabizbajas, las que tienen la voz tan fea, merecen que no se les haga caso? Cae sobre su animo la sombra de un pesar: un pesar por Katy, sola en su jaula, pero tambien por el, por todos. Lanza un hondo suspiro sin tratar siquiera de ahogarlo.

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