es asi como funciona la venganza, Lucy. La venganza es como el fuego. Cuanto mas devora, mas hambre tiene.

– ?Basta, David! No quiero oirte hablar de plagas ni de fuego. No solo se trata de que intente salvar el pellejo. Si eso es lo que piensas, es que no has entendido nada.

– Entonces, ayudame a entenderlo. ?Es alguna forma de salvacion privada lo que intentas poner en pie? ?Esperas expiar los pecados del pasado mediante tu sufrimiento en el presente?

– No. Sigues interpretandome mal. La culpa y la salvacion son abstracciones. Yo no actuo de acuerdo con meras abstracciones. Hasta que no hagas un esfuerzo para entenderlo, no puedo ayudarte.

El desea responder, pero ella lo obliga a callar.

– David, hemos hecho un pacto. No quiero seguir dandole vueltas a esta conversacion.

Nunca, hasta ese instante, habian estado tan lejos y tan amargamente separados. El se queda hundido.

14

Un nuevo dia. Ettinger llama por telefono y se ofrece a prestarles una escopeta «entretanto».

– Gracias -le responde el-. Nos lo pensaremos.

Saca las herramientas de Lucy y repara la puerta de la cocina todo lo bien que sabe. Deberian instalar barrotes, una cancela de seguridad, una valla por todo el perimetro, como ha hecho Ettinger. Deberian convertir la granja en una fortaleza. Lucy deberia adquirir una pistola y un juego de walkie-talkies, y tomar clases de tiro al blanco. ?Consentira ella alguna vez? Esta ahi, vive ahi porque ama la tierra y esa manera de vivir a la antigua, l’indliche. Si esa forma de vida esta condenada, ?que le quedara, que podra amar?

Al final, Katy se deja convencer para salir de su escondite y se aposenta en la cocina. Se muestra sumisa, asustadiza; sigue a Lucy por todas partes, se mantiene pegada a sus talones. Paso a paso, la vida no transcurre como antes. La casa parece ajena, parece haber sido violentada; estan constantemente alerta, con las orejas aguzadas.

Es entonces cuando regresa Petrus. Un viejo camion aparece jadeante por las roderas del camino y se detiene ante el establo. Petrus baja de la cabina; lleva un traje que le queda demasiado estrecho, va seguido por su mujer y por el conductor. De la caja del camion, los dos hombres descargan varias cajas de carton, postes recubiertos por una mano de creosota, planchas de hierro galvanizado, un rollo de tuberia de plastico y, por ultimo, con gran ruido y conmocion, dos ovejas casi adultas que Petrus amarra a un poste de la valla. El camion traza una amplia curva en torno al establo y desaparece atronador por el camino. Petrus y su mujer desaparecen dentro. Una hilacha de humo comienza a salir de la chimenea recubierta de amianto.

El sigue en guardia. Al cabo de un rato sale la mujer de Petrus y con un movimiento gracil, ampuloso, vacia un cubo lleno de agua sucia. Es una mujer hermosa, piensa para si, con su falda larga y la panoleta que le cubre el pelo sujeta bien alta, a la moda campestre. Una mujer hermosa y un hombre afortunado. Claro que ?donde han estado?

– Ha vuelto Petrus -dice a Lucy-. Cargado de materiales de construccion.

– Bien.

– ?Por que no te dijo que iba a marcharse? ?No te escama que haya desaparecido precisamente en este momento?

– No puedo dar ordenes a Petrus. El es dueno de sus actos.

Es una incongruencia, pero la deja pasar. Ha decidido dejarlo pasar todo, con Lucy, al menos por el momento.

Lucy se muestra reservada, no expresa sentimiento alguno, no manifiesta el menor interes por lo que la rodea. Es el, ignorante de todos los asuntos del campo, el que tiene que dejar salir a los patos del corral, el que ha de manejar el sistema de las compuertas de la presa y desaguarla para que la huerta se riegue y no se seque del todo. Lucy pasa hora tras hora tumbada en la cama, mirando al vacio u hojeando revistas viejas, de las que parece tener una provision ilimitada. Pasa las paginas con impaciencia, como si buscase en ellas algo que no encuentra. De Edwin Drood no queda ni rastro.

El espia a Petrus cuando esta en la presa, vestido con el mono de trabajo. Le resulta extrano que el hombre no haya ido a saludar a Lucy. Se acerca como si tal cosa, a saludarlo.

– Te habras enterado. Fuimos victimas de un robo mientras estabas fuera, el miercoles.

– Si -dice Petrus-. Lo se. Es mala, muy mala cosa. Pero ahora estan bien los dos.

?Esta bien el? ?Esta Lucy bien? ?Le ha hecho Petrus una pregunta? No suena a pregunta, pero no puede tomarselo de otro modo, o no al menos sin faltar al mas elemental decoro. La pregunta, pues, es esta: ?que va a responderle?

– Estoy vivo -dice-. Mientras uno siga vivo, es que esta bien, supongo yo. Asi que si, asi es. Estoy bien. -Hace una pausa, espera, permite que el silencio se espese, un silencio que Petrus tendra que paliar con su siguiente pregunta:

?Y que tal esta Lucy?

Se equivoca.

– ?Piensa Lucy ir manana al mercado? -pregunta Petrus.

– No lo se.

– Lo digo porque perdera el puesto si no va -dice Petrus-. No es seguro, pero puede ocurrir.

– Petrus quiere saber si manana tienes previsto ir al mercado -informa a Lucy-. Teme que pierdas el puesto.

– ?Por que no vais vosotros dos? -dice ella-. Yo no me siento con ganas.

– ?Estas segura? Seria una pena perder una semana.

Ella no contesta. Prefiere ocultar la cara, y el sabe por que. Es por la desgracia. Es por la verguenza. Eso es lo que han conseguido los visitantes; eso es lo que le han hecho a esa mujer tan segura de si, tan moderna, tan joven. Como una mancha, la historia se extiende por toda la provincia. No es la historia de Lucy la que se extiende, sino la de ellos: ellos son sus duenos. Asi la han puesto en su sitio, asi le han ensenado para que sirve una mujer.

Con su unico ojo y con el cuero cabelludo completamente blanco, el tambien sufre un considerable grado de timidez a la hora de mostrarse en publico. Sin embargo, por Lucy accede a pasar por todo lo relacionado con el mercado, sentarse junto a Petrus en el puesto, soportar las miradas de los curiosos, responder con la elemental cortesia a los amigos de Lucy que optan por mostrar su conmiseracion.

– Si, nos han robado un coche -dice-. Y acabaron con los perros, claro, con todos menos uno. No, mi hija esta bien, lo que pasa es que hoy no se sentia con ganas. No, no tenemos esperanzas, la policia tiene demasiados asuntos por resolver, estoy seguro de que puede usted imaginarselo. Si, descuide; desde luego que se lo dire.

Lee toda la historia tal como se cuenta en las paginas del Herald. Agresores desconocidos, asi se tilda a los hombres. «Tres agresores desconocidos han atacado a la senorita Lucy Lurie y a su anciano padre cuando estaban en su pequena casa a las afueras de Salem. Les robaron ropa, aparatos electronicos y un arma de fuego. En un arranque inesperado, incomprensible, mataron a tiros a seis perros de vigilancia antes de darse a la fuga en un Toyota Corolla de 1993, con matricula CA 507644. El senor Lurie, que sufrio heridas leves en el transcurso de la agresion, fue tratado en el Hospital de los Colonos y dado de alta.»

Se alegra de que no se haga la conexion de turno entre el anciano padre de la senorita Lurie y David Lurie, discipulo de William Wordsworth, el poeta de la naturaleza, hasta hace poco tiempo profesor en la Universidad Tecnica de Ciudad del Cabo.

En cuanto al comercio, poco es lo que ha de hacer. Petrus es el que se encarga de colocar los productos en venta con destreza y con eficacia, el que conoce el precio de cada uno, el que recibe el dinero y da el cambio. De hecho, Petrus es el que trabaja mientras el permanece sentado, frotandose las manos. Como en los viejos tiempos: baas en Klaas. No obstante, no finge ser el que da las ordenes a Petrus. Petrus hace lo que hay que hacer, eso es todo.

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