– ?Eso es mentira! A mama le ha dicho que tiene usted muchisimo dinero. ?Por que no le da la mitad? Pavel Alexandrovich le hubiese dado la mitad.
?Pavel y Jesus!
– Yo no he dicho eso. No tengo muchisimo dinero.
– ?Vamos, demelo! -Nechaev lo sujeta por el brazo; los ojos le centellean.
De nuevo percibe el olor del miedo en el joven. Muy fiero, si, pero asustado: ?pobre desgraciado! Es entonces, con toda decision, cuando cierra la puerta a la compasion.
– De ninguna manera.
– ?Por que es usted tan mezquino? -estalla Matryona, pronunciando la palabra con todo el desden de que es capaz.
– Yo no soy mezquino.
– ?Pues claro que es mezquino! ?Fue mezquino con Pavel y es mezquino ahora con sus amigos! Tiene usted muchisimo dinero, pero se lo guarda todo para usted. -Se vuelve a Nechaev-. Le pagan miles de rublos por escribir libros, y todo se lo guarda para el solo. ?Es verdad! ?Me lo dijo Pavel!
?Que ridiculez! Pavel no sabia nada de asuntos de dinero.
– ?Es verdad! ?Pavel lo descubrio en su escritorio! ?Miro sus libros de cuentas!
– ?Maldito Pavel! Pavel no sabe ni leer un libro de contabilidad. ?Ve solamente lo que quiere ver! ?Desde hace anos arrastro deudas que ni siquiera cabe imaginar! -Se vuelve a Nechaev-. Esta conversacion es ridicula. No tengo dinero que darle; creo que deberia marcharse cuanto antes.
Sin embargo, Nechaev ya no tiene prisa: incluso esta sonriendo.
– No, de ridicula no tiene nada esta conversacion dice. Al contrario, es muy instructiva. Siempre he tenido una sospecha al pensar en los padres, y es que su autentico pecado, el que nunca llegan a confesar, es la codicia. Lo quieren todo para ellos. Nunca se desprenden de la bolsa del dinero, ni siquiera cuando llega el momento, porque la bolsa del dinero es lo unico que realmente les importa. Les trae totalmente al fresco lo que pueda ocurrir como consecuencia. Yo no quise creer lo que me conto su hijastro, porque tenia entendido que era usted un jugador, y siempre pense que a los jugadores no les preocupa el dinero. Pero ya veo que en el juego hay algo mas, ?no es cierto? Tendria que haberlo supuesto. Debe de ser usted de los que juegan porque nunca estan satisfechos con lo que tienen, porque siempre les gana la codicia, el ansia de tener mas.
Es una acusacion absurda. Piensa en Anya, alla en Dresde, pasando privaciones para que la nina este bien alimentada, bien vestida. Piensa en sus propias camisas, con los cuellos y los punos vueltos; piensa en los agujeros de sus calcetines. Piensa en las cartas que ha escrito ano tras ano, todas ellas ejercicios de humillacion, de rebajamiento, tanto a Strajov como a Kraesvski, tanto a Lyubimov como sobre todo a Stellovski, suplicandoles algun adelanto.
– ?Esto exclama- pasandole el punado de billetes arrugados y monedas sueltas por debajo de las narices, esto es todo lo que tengo!
Nechaev observa con frialdad esa mano cerrada, y en un unico movimiento le arrebata el dinero, todo, salvo una moneda que cae y rueda por debajo de la cama. Matryona se lanza a por ella.
El intenta recuperar su dinero, e incluso forcejea con el joven. Pero Nechaev se lo quita de encima con facilidad, con el mismo movimiento con el que hace desaparecer el dinero en su bolsillo.
– Espere… espere… espere… -murmura Nechaev. En lo mas profundo de su corazon, Fiodor Mijailovich, en lo mas profundo de su corazon, en nombre de su hijo, se que desea darmelo.
Da un paso atras y se alisa bien el traje, como si quisiera hacer ostentacion de su esplendor.
?Que falsario! ?Que hipocrita! ? La Venganza del Pueblo, faltaria mas! Y no puede negar en cambio que una especie de alegria se le cuela en el corazon, una alegria insensata que reconoce al punto, la alegria del marido manirroto. Por supuesto que es preciso avergonzarse de esos arranques de imprudencia. Por supuesto: cuando regrese a casa sin blanca, cuando lo confiese a su mujer y agache la cabeza, cuando aguante sus reproches y le jure que nunca mas volvera a caer en esa trampa, por supuesto que sera sincero. Pero en el fondo de su corazon, en el fondo, muy por debajo de la sinceridad alla donde solamente Dios alcanza a ver, sabe que el tiene razon y que ella se equivoca. El dinero esta ahi para gastarlo, ?y que forma de gasto es mas pura que el juego?
Matryona alza la mano con la palma hacia arriba: en ella hay una moneda de cincuenta kopeks. Parece no saber del todo bien a quien debe darsela. Se la ofrece a Nechaev, pero este la rechaza.
– Dasela a el, que la va a necesitar.
Nechaev se la mete en el bolsillo.
Bien. Lo hecho, hecho esta. Ahora le toca el turno de adoptar la postura del virtuoso que no tiene blanca; a Nechaev le toca el turno de inclinar la cabeza y de aguantar la reprimenda. Ahora bien, ?que tiene que decirle? Nada, nada en absoluto.
Tampoco se preocupa Nechaev de esperar. Hace un fardo con el vestido azul.
– Encuentra un buen sitio donde esconder esto -ordena a Matryona-, y no en la casa, sino en otro lugar.
Tambien le da la cofia y la peluca; se mete el dobladillo de los pantalones dentro de las botas relucientes, se echa por encima el abrigo y le da una distraida palmadita en la cabeza.
– He perdido demasiado tiempo -musita-. ?Tiene usted…? -se lleva el gorro de piel que estaba colgado sobre la silla y se dirige a la puerta, dispuesto a marcharse. Parece que se acuerda de algo y se da la vuelta. Es usted un hombre interesante, Fiodor Mijailovich. Si tuviese una hija en edad de merecer, no me importaria nada casarme con ella. Seria una muchacha excepcional, estoy seguro. En cuanto a su hijastro, estaba hecho de otra pasta, no tenia nada que ver con usted. No estoy seguro de haber sabido que hacer con el. No tenia… Ya sabe usted, no tenia lo que hay que tener. Esa es mi opinion, valga lo que valga.
– ?Y que es lo que hay que tener?
– El era demasiado santurron. Hace usted bien en ponerle velas.
Mientras lo dice, ha agitado suavemente la mano sobre la vela, haciendo bailar la llama. Ahora pone un dedo directamente encima de la llama y lo deja ahi quieto. Pasan los segundos: uno, dos, tres, cuatro, cinco. No se le mueve ni un musculo de la cara. Es como si estuviera en trance.
Aparta la mano al fin.
– Esto es lo que el no tenia. Era un poco mariquita, la verdad.
Rodea a Matryona con un brazo y le da un achuchon. Ella responde sin reservas y aprieta su rubia cabecita contra el pecho de Nechaev, devolviendole asi el abrazo.
Le cuesta unos instantes sacar algo en claro de esas extranas silabas. E incluso despues de reconocer la palabra sigue sin entenderlo. Vigilante: ?vigilante de que?
Matryona esta en la ventana, asomada a la calle. Le han brotado unas lagrimitas, pero esta tan excitada que no puede sentirse triste.
– ?Estara a salvo? ?Usted que cree? -pregunta, pero no espera respuesta-. ?Me voy con el? Podria fingir que es ciego y que yo le guio.
Solo es una idea pasajera.
El esta detras de ella, muy cerca. Casi ha oscurecido; empieza a nevar. Su madre volvera pronto a la casa.
– ?Te cae bien? le pregunta el.
– Humm.
– Tiene una vida agitada, ?verdad?
– Humm.
Ella apenas lo escucha. ?Que desigual competicion! ?Como va a rivalizar con esos jovenes que vienen quien sabe de donde, que se van como por ensalmo, que huelen a aventura y a misterio? Vidas agitadas, desde luego: es ella la que deberia estar
– ?Por que te gusta tanto, Matryosha?
– Porque es el mejor amigo de Pavel Alexandrovich.
– ?De veras lo crees asi? -rebate el sin demasiada conviccion-. Yo creo que soy yo el mejor amigo de Pavel Alexandrovich. Yo seguire siendo su amigo cuando todos los demas lo hayan olvidado. Yo soy su amigo de por vida.