Ella se da la vuelta, se aleja de la ventana y lo mira con extraneza, a punto de decir algo. ?Que? Tal vez, «Usted no es mas que el padrastro de Pavel Alexandrovich». O puede que diga algo muy diferente, algo como, por ejemplo, «No me hable en ese tono de voz».
La nina se aparta el cabello de la cara en un gesto que el ha terminado por reconocer como indicio de su azoramiento, e intenta arrimarsele y meterse bajo su brazo. El la detiene fisicamente, impidiendole el paso.
– Tengo… -susurra-. Tengo que ir a esconder la ropa.
Le concede un momento mas para que sienta su indefension. Luego, se hace a un lado.
– Tirala por el excusado -dice-. Nadie mirara ahi.
Ella arruga la nariz.
– ?Ahi…? -dice. ?En…?
– Si, haz lo que te digo. Si no, damela y vuelve a la cama. Yo lo hare por ti.
– Por Nechaev no, pero por ti si.
Envuelve la ropa en una toalla y baja las escaleras sigilosamente, hacia el excusado. Pero entonces se lo piensa dos veces: ropa entre los excrementos. ?Y si estuviera subestimando a los barrenderos que vienen de noche a llevarse los desechos?
Se percata de que el portero lo esta observando desde su cubil, asi que sale decididamente a la calle. Se da cuenta de que ha salido sin abrigo. Al subir las escaleras, se encuentra de manos a boca con Amalia Karlovna, la vieja que vive en el primero. Sostiene un plato de pasteles de canela, como si quisiera darle la bienvenida.
– Buenas tardes, senor -dice ceremoniosamente. El murmura un saludo y pasa deprisa a su lado.
?Que es lo que esta buscando? Un agujero, una oquedad en la que pueda desaparecer ese fardo que de repente y con obstinacion es suyo, un escondrijo donde pueda olvidarlo. Sin causa que lo justifique ni razon que lo explique, se ha convertido en una muchacha con un recien nacido muerto en los brazos, o en un asesino con un hacha ensangrentada. La ira que siente contra Nechaev crece de nuevo en el.
Al final del corredor, en una habitacion vacia, sabe que hay un monton de yeso y de escombros. Escarba sin mucho animo, solo con la punta de la bota. Un albanil deja la paleta y, por la puerta entreabierta, lo mira con desconfianza.
Al menos no le sigue ningun Ivanov. Quien sabe: puede que Ivanov haya sido sustituido por otro. ?Quien sera el nuevo chivato? ?No sera ese albanil el que recibe un dinero por no perderlo de vista? ?Sera quiza el portero?
Se embute el fardo bajo la chaqueta y de nuevo sale a la calle. El viento es como un paredon de hielo. Dobla por la primera esquina, dobla por la siguiente: llega al mismo callejon sin salida en donde encontro al perro. Hoy no hay ningun perro. ?Murio el perro durante la noche en que el lo abandono a su suerte?
Deja el fardo en un rincon. Los rizos, sujetos a la cofia con horquillas, ondean al viento tan comicos como siniestros. ?De donde habria sacado Nechaev los rizos? ?De una de sus hermanas? ?Cuantas hermanitas tendra, todas ellas muriendose de ganas por cortarse sus rizos de doncella para entregarselos a el?
Quita las horquillas e intenta en vano partir la cofia en dos; la arruga e intenta introducirla por la caneria a la que estaba atado el perro. Luego procura hacer lo propio con el vestido, pero la caneria es demasiado estrecha.
Nota una mirada que le taladra por la espalda; se da la vuelta. Desde una ventana del segundo, dos ninos lo miran fijamente. Detras de ellos se vislumbra la sombra de una tercera persona, mas alta que los dos.
Hace lo posible por sacar la cofia de la caneria, pero no lo consigue. Maldice su estupidez. Con la caneria atascada, la alcantarilla se desbordara. Alguien vendra a investigar, y encontrara la cofia. ?Quien meteria una cofia por un canalon? ?Quien, salvo un alma atormentada por la culpa?
Se acuerda otra vez de Ivanov: Ivanov, tantas veces ha dicho Ivanov que el nombre se le ha posado como un sombrero. Ivanov fue asesinado, pero Ivanov no llevaba sombrero, y menos aun una cofia de mujer. Asi pues, la cofia no sera relacionada con Ivanov. Por otra parte, ?no podria ser la cofia del asesino de Ivanov? Que facil para una mujer matar a un hombre: basta con que lo engatuse y lo lleve con arrumacos hasta un callejon, basta con que acepte su abrazo y sus embates de espaldas contra una tapia, y en el momento culminante del coito basta con que le busque las costillas y le hinque el alfiler del sombrero en el corazon. Un alfiler largo y punzante, que no deja rastro de sangre. A lo sumo, una herida minuscula.
Se arrodilla en el rincon en que arrojo las horquillas, pero esta tan oscuro que no las encuentra. Le hace falta una vela. ?Que vela aguantaria encendida con ese vendaval?
Esta tan cansado que le cuesta trabajo ponerse en pie. ?Estara enfermo? ?Le habra contagiado Matryona? ?O es un nuevo ataque que viene de camino? Esa fatiga tremenda ?es eso lo que augura?
A cuatro patas, levanta la cabeza y olfatea el aire como un animal salvaje; intenta concentrar toda su atencion en su horizonte interior. Si lo que se aduena de el poco a poco es un ataque, tambien se esta aduenando de sus sentidos. Tiene los sentidos tan entumecidos como las manos.
14 La Policia
Se ha dejado la llave dentro, de modo que tiene que llamar a la puerta. Abre Anna Sergeyevna y lo mira sorprendida.
– ?Ha perdido el tren? -pregunta. Se percata de su aspecto desalinado y de que esta alterado, las manos temblorosas, el hilo de saliva que le cae por la barba. ?Le ocurre algo? ?Esta usted enfermo?
– No, enfermo no. Solo he aplazado mi viaje. Se lo explicare todo mas tarde.
Hay alguien mas en la vivienda, junto a la cama de Matryona: evidentemente un medico, joven y bien rasurado, al estilo de los alemanes. En la mano sostiene el frasco de cristal marron que el trajo de la farmacia, que primero olisquea y luego cierra con el corcho, con gesto de reprobacion. Cierra su bolsa de cuero y corre la cortina de la alcoba.
– Estaba diciendo que su hija tiene una inflamacion bronquial -dice dirigiendose a el-. Los pulmones no estan afectados. Ademas…
Le interrumpe.
– No es hija mia. Yo no soy mas que un inquilino.
El medico se encoge de hombros con impaciencia y vuelve a hablar con Anna Sergeyevna.
– Ademas, no puedo dejar de comentarlo, hay cierto elemento de histeria.
– Eso… ?que quiere decir?
– Quiere decir que mientras persista su actual estado de excitacion, no podemos confiar en que se recupere como es debido. La excitacion forma parte de su enfermedad. Es preciso que se calme. Cuando haya conseguido calmarse, podra volver a la escuela en pocos dias. Fisicamente esta sana, no hay nada problematico. Por eso, el tratamiento que le recomiendo es sobre todo de reposo, de calma y tranquilidad. Deberia guardar cama y tomar alimentos ligeros. No le de leche en ninguna de sus formas. Le dejo una embrocacion para que se la aplique en el pecho y una pocima para dormir; utilicela como crea conveniente, aunque sea para calmarla. Pero administrele solamente una dosis infantil, ojo: solo media cucharadita de te.
En cuanto el medico se marcha, el intenta explicarse, pero Anna Sergeyevna no esta de humor para escuchar.
– ?Matryosha dice que usted le ha gritado! -le interrumpe con un tenso susurro. Eso no pienso consentirlo.
– ?No es verdad! ?Yo no le he gritado!
A pesar de que hablan en cuchicheos, el esta seguro de que Matryona, detras de la cortina, los oye y se regodea. Toma a Anna Sergeyevna por el brazo, la lleva a su propio cuarto, cierra la puerta.
– Ya ha oido lo que dijo el medico… Esta sobreexcitada. A mi entender, no puede usted creer ni una palabra, teniendo en cuenta su estado. ?Le ha contado todo lo que ocurrio hoy?
– Dice que vino un amigo de Pavel y que usted estuvo desconsiderado con el. ?Se refiere usted a eso?
– Si…