– ?Con Matryona…? ?Por que iba a hablar con Matryona?

– Por nada, por nada. Es que le gustan los ninos. Dese cuenta: ella misma es una nina, muy sencilla, muy candorosa.

– Los policias me interrogaron, y me volveran a interrogar. No les oculte nada; tampoco ocultare nada la proxima vez. Le advierto que no puede utilizar a Pavel contra mi.

– No me hace falta utilizar a Pavel contra usted. Pero si puedo utilizarle a usted contra si mismo.

Estan en la calle Sadovaya, en el corazon del mercado. Hinca los tacones y se detiene.

– Usted dio a Pavel una lista en la que figuraban las personas que usted queria matar -dice.

– De la lista ya hemos hablado, ?o no se acuerda? No era mas que una lista de tantas. Y hay muchisimas copias de todas esas listas.

– No ha contestado a mi pregunta. Lo que quiero saber…

Nechaev alza bruscamente la mirada y se echa a reir. Le sale una bocanada de vapor.

– ?No me lo diga! ?Quiere saber si estaba usted incluido en ella!

– Quiero saber si esa es la razon por la cual Pavel rino con usted, quiero saber si vio que yo estaba senalado en su lista, si se nego.

– ?Que idea tan disparatada, Fiodor Mijailovich! ?Usted no figura en ninguna lista, por descontado! Es usted una persona demasiado valiosa. De todos modos, y entre nosotros dos, le dire que no supone ningun cambio que nombres vayan en las listas. Lo que si importa es que esas personas sepan que les aguarda una seria represalia, lo que importa es que se meen encima. Eso es algo que el pueblo entiende y aprueba. Al pueblo no le interesan los casos individuales. El pueblo ha vivido padecimientos de toda clase desde tiempo inmemorial; ahora, el pueblo exige que sean ellos los que sufran. No se preocupe. Aun no le ha llegado la hora. De hecho, nos haria muy felices disponer de la colaboracion desinteresada de personas como usted.

– ?De personas como yo? ?Que personas son como yo? ?Es que espera que escriba panfletos para ustedes?

– No, claro que no. Su talento no sirve para los panfletos; es usted demasiado sincero para eso. Venga, caminemos. Quiero llevarle a un sitio. Quiero plantar una semilla en su alma.

Nechaev lo toma del brazo y reanudan la caminata por la calle Sadovaya. Se les acercan dos oficiales que llevan los capotes verde oliva del regimiento de dragones. Nechaev les cede el paso, saludandoles con la mano en alto. Los oficiales contestan a su saludo con un gesto.

– He leido Crimen y castigo, su libro -prosigue-. Y de ahi saque la idea. Es un libro excelente; nunca he leido cosa igual. A veces me aterraba. La enfermedad de Raskolnikov y todo eso. Tiene que haber oido alabanzas de mucha gente. Pero da igual, se lo digo sinceramente. -Se golpea con la palma abierta sobre el pecho y, como si se arrancase el corazon, le acerca a la cara la mano abierta. Diriase que la rareza de su gesto a el mismo le sorprende, pues se sonroja.

Es el primer acto no calculado que ha visto en Nechaev, y le sorprende. Un corazon virginal, se dice, que enloquece con su propia agitacion. Es como esa criatura del doctor Frankenstein cuando cobra vida propia. Siente un primer amago de compasion por ese joven rigido y repulsivo.

Estan en pleno mercado. Nechaev lo conduce por callejuelas estrechas, repletas de tenderetes y carromatos de mercachifles, atravesando una masa de maloliente humanidad.

En un portal hacen un alto. Nechaev saca del bolsillo una bufanda de lana azul.

– Tengo que pedirle que me permita vendarle los ojos -dice.

– ?Adonde me lleva?

– Hay algo que quiero ensenarle.

– Ya, pero ?adonde me lleva?

– Al sitio en donde vivo ahora, un sitio del pueblo. A los dos nos sera mas facil. Asi podra decir con toda honestidad que no sabe donde localizarme.

Con la bufanda bien prieta sobre los ojos, se permite el lujo de volver al acogedor ambito de las tinieblas. Nechaev lo guia; tropieza con la gente que circula por la calle, se lleva un par de empujones, pierde pie una vez, a punto esta de caer, pero recibe ayuda a tiempo.

Dejan atras la calle y se internan por lo que parece un patio. De una taberna llegan canciones, el rasgueo de una guitarra, gritos de jaleo. Huele a alcantarilla y a despojos de pescado.

Siente que Nechaev le lleva la mano hasta apoyarla en una barandilla.

– Vaya con cuidado -dice Nechaev-. Esto esta tan oscuro que de nada serviria quitarle la bufanda de los ojos.

Se arrastra por las escaleras como si fuera un anciano. El aire esta humedo, rancio, quieto. Por algun sitio oye el goteo del agua. Es como entrar en una cueva.

– Atencion dice Nechaev, cuidado con la cabeza.

Se paran y le quita la bufanda. Estan al pie de una escalera de tablones, a oscuras, ante una puerta cerrada. Nechaev llama con los nudillos: primero cuatro golpes, despues tres. Esperan. No se oye mas que el gotear del agua. Nechaev repite la clave. No hay respuesta.

– Tendremos que esperar -dice-. Venga por aqui.

Llama a otra puerta, del otro lado de la escalera. La abre y se aparta a un lado.

Estan en un cuarto de sotano, tan bajo que tiene que agacharse. La unica iluminacion es un ventanuco cerrado con papel encerado, que queda a la altura de la cabeza. El suelo es de piedra. De pie, nota como se le cuela el frio a traves de las suelas de las botas. Por la union de la pared con el suelo pasan varias tuberias. Huele a yeso humedo, a ladrillo humedo. Aunque sea imposible, parece como si bajasen por las paredes laminas de agua sin cesar.

Al otro extremo del sotano hay una cuerda tendida de lado a lado; de ella penden algunas ropas tan grises como el sotano mismo. Bajo el tendedero hay un catre en el cual estan sentados tres ninos en identica postura: de espaldas a la pared, con las rodillas pegadas a los mentones, abrazados a las pantorrillas. Estan descalzos; llevan camisas de hilo. La mayor es una nina. Tiene el pelo alborotado y grasiento; los mocos resecos le llegan al labio superior, que se lame languidamente. De los otros, uno aun no sabe andar. Ninguno hace el menor movimiento, ni emite ningun ruido. Con sus ojillos acuosos, observan indiferentes a los intrusos que los miran.

Nechaev prende una vela y la coloca en una hornacina que hay en la pared.

– ?Es aqui donde vive?

– No, pero eso no tiene importancia.

Comienza a caminar de un lado a otro. De nuevo tiene una impresion de energia confinada. Se imagina a Pavel a su lado. No, Pavel no fue conducido como el. Ya no es tan dificil comprender por que lo acepto Pavel como cabecilla.

– Permitame decirle por que lo he traido aqui, Fiodor Mijailovich -dice Nechaev-. En el cuarto de al lado tenemos una imprenta manual. Es ilegal, por supuesto. El idiota que guarda la llave por desgracia ha salido, aunque me aseguro que iba a estar aqui. Lo que quiero es ofrecerle el uso de esta imprenta antes de que se marche de Petersburgo. Cualquier cosa que quiera decir la podemos poner en circulacion en cuestion de horas. Miles de ejemplares. En un momento como este, cuando estamos al borde de grandes acontecimientos, cualquier aportacion suya podria tener un efecto inmenso. Su nombre es ampliamente respetado, sobre todo entre los estudiantes. Si esta usted dispuesto a escribir y a firmar con su nombre el relato de como perdio la vida su hijastro, no cabe duda de que los estudiantes se echaran a la calle para expresar su justa protesta. Deja de caminar de un lado a otro y lo mira de frente. Lamento que Pavel Isaev haya muerto. Era un buen camarada, pero no podemos limitarnos a contemplar el pasado. Debemos hacer uso de su muerte para encender una llama. El estaria muy de acuerdo conmigo. Le apremiaria a que diera usted una buena finalidad a la ira que le embarga.

Mientras dice estas palabras, parece como si se diera cuenta de que ha ido demasiado lejos. Se corrige de forma poco convincente.

– Su ira y su tristeza, quiero decir. De ese modo, su muerte no habra sido en vano.

Encender una llama: ?es demasiado! Se da la vuelta, se dispone a marchar. Pero Nechaev lo sujeta, lo retiene.

– ?No puede irse todavia! -dice con los dientes apretados. ?Como puede usted abandonar Rusia y regresar a su despreciable existencia de burgues? ?Como es posible que ignore usted un espectaculo como este? -Senala con un gesto lo que hay al fondo del sotano-. Es un espectaculo que puede multiplicarse por mil, por un millon, a lo

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