– ?Vamos, Sergei Gennadevich! -dice el otro con una voz que nada tiene de sorna. Se le marcan las ojeras; ha encendido un cigarro que fuma con nerviosismo. ?Que es lo que tienes contra los libros? ?Que tienes contra los estudiantes?

– Lo que no pueda decirse en una sola pagina es que no vale la pena decirse. Por otra parte, ?por que van a sentarse comoda y lujosamente unos pocos a leer libros, si hay muchos que no saben leer, que no pueden leer aunque sepan? ?Tu te crees que Sonya, la de ahi al lado, tiene tiempo para leer? Los estudiantes, por cierto, hablan demasiado. No hacen otra cosa que sentarse a discutir, a desperdiciar sus energias. La universidad es un sitio en donde te ensenan a discutir, de modo que nunca tengas que hacer realmente ninguna otra cosa. Es igual que los judios cuando le cortan los cabellos a Sanson. Las discusiones son una trampa. Solo sirven para pensar que hablando podran hacer un mundo mejor; no entienden que las cosas tienen que empeorar antes de que puedan ser mejores.

Su camarada bosteza; su indiferencia parece incitar a Nechaev.

– ?Es verdad! ?Por eso hay que provocarles! Si los dejas a su antojo, siempre recaeran en las charlas y los debates, y todo terminara por irse al garete. Asi era su hijastro, Fiodor Mijailovich: no hacia mas que hablar. La gente que sufre no necesita hablar, sino pasar a la accion. Nuestro objetivo es conseguir que actuen. Si logramos provocarles para que actuen, habremos ganado la mitad de la batalla. Puede que los aplasten, puede que se recrudezca la represion, pero eso creara mas sufrimiento, mas indignacion, mas deseos de pasar a la accion. Asi son las cosas. Ademas, si algunos sufren, ?que justicia habra hasta que no sufran todos? Asi se aceleraran las cosas; le sorprendera con que rapidez puede avanzar la historia, siempre y cuando consigamos ponerla en marcha. Los ciclos seran cada vez mas cortos. Si actuamos hoy, el futuro lo tendremos encima antes de que nos demos cuenta.

– A lo que veo, esta permitida la falsificacion. Todo esta permitido.

– ?Por que no? ?Que novedad hay en eso? Todo esta permitido si es en aras del futuro. Lo dicen incluso los creyentes; no me extranaria que estuviera en la Biblia.

– Le aseguro que no lo esta. Eso es algo que solo dicen los jesuitas, y no tendran perdon. Usted tampoco.

– ?Que no tendre perdon? ?Quien sabe? Estamos hablando de un panfleto, Fiodor Mijailovich. ?A quien importa quien escriba realmente un panfleto? Las palabras se las lleva el viento, hoy estan aqui, manana en otra parte. Nadie es dueno de las palabras. Y estamos hablando de las masas. Imagino que habra estado usted en medio de una muchedumbre: a las masas no les interesan nada las cuestiones de la autoria. Una muchedumbre no tiene intelecto, solo tiene pasiones. ?O acaso pretende decir otra cosa?

– Quiero decir que si, en nombre del futuro, impone adrede el sufrimiento sobre esas desdichadas criaturas de ahi al lado, usted tampoco tendra perdon.

– ?Adrede? Y eso ?que quiere decir? No hace usted mas que hablar de los entresijos de las personas, de la mente. La historia nada tiene que ver con los pensamientos, la historia no es una creacion mental. La historia se hace en las calles, y no me diga que ahora hablo de pensamientos. Eso no es mas que otro truco de debate, tal vez muy inteligente, si, como tantos otros con los que se confunden los estudiantes. Yo no hablo de pensamientos, y aun cuando asi fuera, poco importaria. Puedo pensar una cosa ahora y otra dentro de un minuto, y eso no importa un comino mientras pase a la accion. La gente actua. Ademas, ?se confunde usted! ?No tiene ni idea de teologia! ?No ha oido hablar de la peregrinacion de la Madre de Dios? Al dia siguiente del ultimo dia, despues de que todo se haya decidido, despues de que se hayan cerrado a cal y canto las puertas del infierno, la Madre de Dios dejara su trono en el cielo y peregrinara al infierno para suplicar por los condenados, se hincara de rodillas y se negara a ponerse en pie hasta que Dios ceda y los perdone a todos, incluso a los ateos y a los blasfemos. Asi pues, ya ve usted que se equivoca, que le contradicen los libros que usted mismo maneja.

Y Nechaev le lanza una fulminante mirada de triunfo.

El perdon de todos. Le basta con pensar en eso y la cabeza le da vueltas. Y seran reunidos el padre y el hijo. Por el hecho de venir de la indigna boca de un blasfemo, ?no ha de ser verdad? ?Quien ha de promulgar en donde residira la Madre de Dios? Si Cristo esta oculto, ?por que no iba a ocultarse aqui, en estos sotanos? ?Por que no iba a estar aqui en este preciso instante, en el nino que se alimenta a los pechos de la mujer de al lado, en la nina de los ojos apagados, sagaces, o en el propio Sergei Nechaev?

– Esta usted tentando a Dios. Si lo juega todo a la carta de la misericordia de Dios, tenga por seguro que lleva las de perder. Mejor que no se le ocurra ese pensamiento, hagame caso, o caera irremisiblemente.

Lo dice con voz tan espesa que a duras penas logra dar forma a las palabras. Por vez primera el camarada de Nechaev levanta la vista de su mesa, observandole con interes.

Como si percibiese su debilidad, Nechaev se le echa encima y lo acosa como a un perro.

– Han pasado dieciocho siglos desde la epoca de Dios, casi diecinueve. Estamos a punto de entrar en una nueva epoca en la que seremos libres de pensar lo que queramos. ?No habra nada que escape a nuestro pensamiento! Seguramente ya lo sabe. A la fuerza lo sabe usted: ?es lo que dijo Raskolnikov en su libro, poco antes de caer enfermo!

– Es usted un demente, ni siquiera sabe leer -murmura. Pero ha perdido, y lo sabe. Ha perdido, porque en todo este debate no cree en si mismo. Y no cree en si mismo porque ha perdido. Todo se derrumba: la logica, la razon. Mira fijamente a Nechaev y ve tan solo un cristal que titila a la luz del desierto, un cristal encerrado en si mismo, inexpugnable.

– Ande con cuidado -dice Nechaev meneando un dedo con gesto significativo-. Tenga cuidado con las palabras que emplea conmigo. Yo soy de Rusia; cuando dice que soy un demente, esta diciendo que Rusia es demente.

– ?Bravo! -dice su camarada, y da un aplauso tenue y burlon.

Intenta por ultima vez darse animo.

– No, eso no es verdad. Es puro sofisma. Usted no es mas que parte de Rusia, solamente una parte de la demencia de Rusia. Yo soy el que… -se lleva la mano al pecho, y perplejo por lo afectado de su gesto, la deja caer. Yo soy el que lleva a cuestas la demencia. Es mi sino, mi carga, no la suya. Usted aun es un nino, todavia no puede ni empezar a soportar siquiera ese peso.

– ?Bravisimo! -dice el hombre, y aplaude-. ?Ahi te tiene pillado, Sergei!

– Asi pues, quiero hacer un trato con usted -prosigue-. Al fin y al cabo, escribire algo para su imprenta. Contare la verdad, toda la verdad, en una sola pagina, tal como usted me exige. Mi unica condicion es que lo imprima tal cual, sin cambiar una coma, y que lo haga circular.

– ?Hecho! Nechaev se enardece claramente, convencido de su triunfo. ?Me gustan los tratos! ?Dale papel y pluma!

El otro coloca un tablon sobre la mesa de componer y saca un papel.

Escribe lo siguiente:

«La noche del 12 de octubre del ano de Nuestro Senor de 1869, mi hijastro Pavel Alexandrovich Isaev hallo la muerte al caer al vacio desde la chimenea de la fundicion que hay en el Muelle Stolyarny. Ha corrido el rumor de que su muerte fue obra de la Tercera Seccion de la Policia Imperial. Este rumor es una artera patrana. Estoy convencido de que mi hijastro fue asesinado por su falso amigo, Sergei Gennadevich Nechaev.

»Que Dios se apiade de su alma.

»F. M. Dostoievski.

»18 de noviembre de 1869.»

Con un leve temblor, entrega el papel a Nechaev.

– ?Excelente! -dice Nechaev, y pasa el papel al otro-. La verdad, tal como la ve un ciego.

– Imprimalo.

– Prepara la composicion- ordena Nechaev al otro.

Este le mira con gesto dubitativo.

– ?Es verdad?

– ?Verdad? ?Que es la verdad? -exclama Nechaev con una voz que resuena por todo el techo del sotano-. ?Preparalo! ?Bastante tiempo hemos perdido!

En ese instante comprende con toda claridad que ha caido en una trampa.

– Permitame una correccion -dice el. Toma el papel, lo arruga, se lo guarda en el bolsillo. Nechaev no intenta impedirselo.

– Demasiado tarde, ya no hay retractacion posible dice-. Usted lo ha escrito delante de un testigo. Lo

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