mejor amiga, que se alegraba por su regreso. Audrey le conto su periplo londinense y, principalmente, los acontecimientos que habian modificado el curso de su vida aquellos ultimos dias. ?Como habia podido adivinarlo Elodie? ?Si! Habia conocido a un hombre muy diferente a todos los otros. Por primera vez en muchos meses, desde su separacion de aquel que habia roto su corazon al hacer la maleta una manana, habia vuelto a tener ganas de amar. Las largas temporadas de duelo amoroso habian desaparecido practicamente en un fin de semana. Elodie tenia razon: la vida tenia esa magia, bastaba con ser paciente, la primavera siempre acababa llegando. En cuanto se vieran, aunque por desgracia no fuera esa noche, pues era probable que llegara con retraso, pero seguro que a la hora del desayuno del dia siguiente como muy tarde. Si, ella se lo explicaria todo, cada uno de los momentos pasados en compania de Mathias. Era un bonito nombre, ?no?… Si, a Elodie le encantaria… Si, era un hombre guapo… Si, Elodie lo adoraria; era culto, cortes. No, no estaba casado… Si, divorciado; pero, en nuestros dias, que un hombre soltero ya no estuviera casado era una ventaja… ?Como lo habia adivinado?… Si, no se habian separado en dos dias… Lo habia conocido en el patio de una escuela, no, en una libreria; en fin, en los dos sitios… Se lo explicaria todo, prometido, pero el tren arrancaba ya y veia la entrada del tunel… ?Hola? ?Hola?
Emocionada, Audrey miro su telefono, acaricio la pantalla y lo guardo en su bolsillo. La profesora de fisica suspiro y pudo, al fin, pasar la pagina de su libro. Acababa de leer la misma linea veinte veces.
Mathias empujo la puerta del local de Yvonne y le pregunto si podia sentarse en la terraza a tomar un cafe.
– Te lo traigo enseguida -dijo Yvonne a la vez que apretaba el boton de la cafetera.
Las sillas estaban todavia apiladas las unas sobre las otras. Mathias cogio una y se instalo confortablemente al sol. Yvonne le dejo la taza frente a el.
– ?Quieres un cruasan?
– Dos -dijo Mathias-. ?Necesitas que te eche una mano para montar la terraza?
– No, si pongo las sillas ahora, los clientes haran como tu y no estare tranquila en la cocina. ?Antoine no esta contigo?
Mathias se bebio el cafe de un trago.
– ?Me haces otro?
– ?Va todo bien? -pregunto Yvonne.
Sentado a su mesa, Antoine consultaba su correo electronico. Un pequeno sobre acababa de aparecer en la parte inferior de su pantalla: «Perdona por haberte abandonado este fin de semana. Almorcemos en el local de Yvonne a la una. Tu amigo, Mathias». Respondio tecleando el texto siguiente: «Perdona tambien por lo de ayer por la noche, te veo a la una en el local de Yvonne».
Despues de abrir la libreria, Mathias encendio su viejo Macintosh, leyo el mensaje de Antoine y respondio: «Nos vemos a la una, pero ?por que dices 'tambien'?».
En ese mismo momento, en la sala de informatica del Liceo frances, Emily y Louis apagaban el ordenador desde el que acababan de enviar esos mensajes.
Las playas de Calais se alejaban; el Eurostar iba a trescientos cincuenta kilometros por hora sobre las vias francesas. El movil de Audrey se puso a sonar, y en cuanto descolgo, la vieja dama sentada frente a ella dejo su libro.
La madre de Audrey estaba muy contenta por el regreso de su hija. Audrey tenia una voz diferente, no era la de costumbre. Era inutil que intentara esconderselo, su hija debia de haber conocido a alguien; la ultima vez que le habia oido ese tono, Audrey le habia anunciado su idilio con Romain… Si, Audrey se acordaba muy bien de como habia acabado su historia con Romain, y tambien de todas las noches que habia pasado llorando al telefono… Todos los hombres eran iguales… ?Quien era ese chico nuevo? Pues claro que sabia que habia un chico nuevo; de todos modos ella era la que… Efectivamente, habia habido un encuentro, pero no se iba a precipitar; de todas maneras no tenia nada que ver Romain, y gracias por volver a meter el dedo en la herida, pero si, la herida habia cicatrizado, no era eso lo que habia querido decir, solo era que… No, no habia vuelto a hablar con Romain desde hacia seis meses, salvo una vez el mes pasado por una historia de una maleta olvidada que el apreciaba aparentemente mas que su dignidad…
Bueno, de todas maneras, no se trataba de Romain sino de Mathias. Si, era un bonito nombre… Librero… Si, tambien era un bonito oficio… No, no sabia si un librero se ganaba bien la vida, y «razon de mas» no era la respuesta que esperaba de su madre…
Y ademas, para estar asi, mejor seria cambiar de tema de conversacion…
Si, el vivia en Londres, y si, Audrey sabia que la vida alli era cara, acababa de pasar un mes… Si, un mes era suficiente, mama, me agotas… Pero noooo, no tenia la intencion de instalarse en Inglaterra, lo conocia desde hacia dos dias…, desde hacia cinco dias… No, no se habia acostado con el la primera noche… Si, era verdad que con Romain, ella habia querido irse a vivir a Madrid con el al cabo de cuarenta y ocho horas, pero aquel no era necesariamente el hombre de su vida, por el momento solo era un hombre formidable y no. no tenia que preocuparse por su trabajo, llevaba cinco anos peleando por tener un dia su propia emision, ?no iba a mandarlo todo al cuerno por haber conocido a un librero en Londres!… Si, la llamaria en cuanto llegara a Paris, un beso para ella tambien.
Audrey volvio a meter el movil en su bolsillo y respiro hondo. La anciana frente a ella volvio a coger su libro, pero lo abandono enseguida.
– Disculpe si me meto donde no me importa -dijo ella al tiempo que empujaba las gafas sobre su nariz-, ?hablaba usted del mismo hombre en las dos conversaciones?
Y como Audrey, estupefacta, no respondio, ella anadio:
– ?Luego, que no vengan diciendo que pasar por este tunel no tiene ningun efecto sobre el organismo!.
Desde que se habian instalado en la terraza, no habian intercambiado una palabra.
– ?Piensas en ella? -pregunto Antoine.
Mathias cogio un trozo de pan de la cesta y lo mojo en el bote de mostaza.
– ?La conozco?
Mathias mordio el pan y empezo a masticar lentamente.
– ?Donde la conociste?
Esa vez, Mathias cogio su vaso y se lo bebio de un trago.
– Sabes que me lo puedes contar -repuso Antoine.
Mathias volvio a dejar el vaso en la mesa.
– Antes me lo contabas todo -anadio Antoine.
– Antes, como dices tu, no habiamos instaurado tus reglas en casa.
– Fuiste tu el que dijo que no llevaramos mujeres a casa; yo solo dije que nada de canguros.
– ?Eso es de crios, Antoine! Mira, esta noche voy a casa, si es lo que quieres saber.
– No vamos a hacer un drama porque nos hayamos impuesto ciertas reglas para la convivencia. Se amable, haz un pequeno esfuerzo, es importante para mi.
Yvonne acababa de llevarles dos ensaladas y, tras poner los ojos en blanco, se volvio a la cocina.
– ?Al menos eres feliz? -repuso Antoine.
– ?Hablamos de otra cosa?
– Desde luego, pero ?de que?
Mathias rebusco en el bolsillo de su chaqueta y saco cuatro billetes de avion.
– ?Has ido a sacarlos? -pregunto Antoine, cuyo rostro se ilumino.
– Pues no, ?tu que crees?
En cinco dias, despues de haber recogido a los ninos a la salida de la escuela, se irian al aeropuerto y dormirian esa misma tarde en Escocia.
Al final de la comida, los dos amigos se habian reconciliado. No obstante, Mathias le preciso a Antoine que fijarse reglas no tenia ningun interes, a menos que fuera para intentar incumplirlas.
Era el primer dia de la semana, asi que era el turno de Antoine para ir a buscar a Emily y a Louis a la escuela. Mathias haria la compra al salir de la libreria y prepararia la cena; Antoine acostaria a los ninos. Menos por algunos choques, la vida de la casa estaba perfectamente organizada…
Por la noche, Antoine recibio una llamada urgente de McKenzie. El prototipo de mesas que habia disenado para el restaurante acababa de llegar al despacho. El jefe de agencia pensaba que el modelo encajaba perfectamente con el estilo de Yvonne, pero, de todos modos, preferia tener una segunda opinion. Antoine