prometio que se ocuparia de ello a la manana siguiente, pero McKenzie insistio; el proveedor podia fabricar la cantidad requerida, en el tiempo y el precio esperado, pero solo si se le enviaba el pedido aquella misma tarde. Ir y volver no le llevaria a Antoine mas de media hora.

Mathias, que todavia no habia vuelto, les hizo prometer a los ninos que se portarian bien durante su ausencia. Estaba formalmente prohibido abrirle la puerta a nadie, responder al telefono, salvo si era el el que llamaba, lo que hizo reir a Emily, que recordo que no se podia saber quien llamaba a menos que descolgaran; tambien estaba prohibido acercarse a la cocina, enchufar o desenchufar el menor aparato electrico, colgarse de la barandilla de la escalera, tocar algo… Fue necesario que Emily y Louis bostezaran al unisono para interrumpir la letania de un padre que, no obstante, habria jurado por su honor que no era de natural nervioso.

En cuanto su padre se fue, Louis se metio en la cocina, subio a un taburete, cogio dos grandes vasos y se los dio a Emily antes de volver a bajar. Despues, abrio la nevera, escogio dos refrescos, volvio a ordenar las latas como Antoine las ponia siempre (las coca-colas rojas a la izquierda, las fanta naranja en medio, y las perrier verdes, a la derecha). Las pajitas estaban en un cajon bajo el fregadero; las tartaletas de albaricoques estaban colocadas en la caja de galletas, y la bandeja para llevarselo todo frente al televisor estaba sobre la mesa. Todo habria sido perfecto si la pantalla hubiera querido encenderse.

Despues de un minucioso examen de los cables, culparon a las pilas del mando a distancia. Emily sabia donde encontrarlas: en el radio-despertador de su padre. Subio a toda velocidad, sin poner apenas la mano sobre la baranda de la escalera. Cuando entro en la habitacion, llamo su atencion una pequena camara de fotos que habia sobre la mesita de noche. Seguro que era una compra para las vacaciones de Escocia. Curiosa, la cogio y apreto todos los botones. Por la pantalla que habia en la parte de atras, desfilaron las primeras fotos que su papa debia de haber hecho para probar el aparato. En la primera solo se veian dos piernas y un trozo de acera; en la segunda, la esquina de un puesto del mercado de Portobello; en la tercera, habia que inclinar la imagen para que se viera derecho. Lo que se veia en la pantalla no tenia demasiado interes, al menos hasta la trigesimo segunda foto, la unica, por otra parte, que tenia un buen encuadre. Se veia a una pareja sentada en la terraza de un restaurante que se besaba frente al objetivo.

Despues de la cena, durante la que Emily no habia pronunciado ni palabra, Louis subio a la habitacion de su mejor amiga y escribio en su diario intimo que el descubrimiento de aquella camara de fotos le habia causado una gran impresion, pues era la primera vez que su padre le mentia. Emily anadio al margen que era la segunda, despues del golpe de Papa Noel.

Capitulo 12

Yvonne cerro la puerta de su estudio y miro el reloj. Mientras avanzaba por el pasillo, oyo los pasos de Enya, que salia de su habitacion.

– Estas muy guapa esta manana -dijo ella volviendose.

Enya la beso en la mejilla.

– Tengo una buena noticia.

– ?Me vas a contar algo mas?

– Ayer me llamaron de inmigracion.

– ?Si? ?Y eso es una buena noticia? -pregunto Yvonne con inquietud.

Se fijo en el permiso de trabajo que Enya le ensenaba con orgullo. La abrazo y la agarro con fuerza.

– Esto hay que celebrarlo frente a una taza de cafe -dijo Yvonne.

Bajaron por la escalera que llevaba al local. Cuando llego abajo, Yvonne la miro atentamente.

– ?Donde te has comprado ese abrigo? -pregunto ella perpleja.

– ?Por que? -pregunto Enya.

– Porque un amigo mio tenia una igual. Era su abrigo preferido. Cuando me dijo que lo habia perdido, intente comprarle uno nuevo, pero este modelo hace anos que no se hace.

Enya sonrio, se quito el abrigo y se lo ofrecio a Yvonne. Su patrona le pregunto cuanto queria por el; Enya respondio que era un regalo que le hacia de buena gana. Se lo habia encontrado en un perchero un dia que le habia sonreido la suerte.

Yvonne entro en su cocina y abrio la puerta del armario.

– Se va a alegrar muchisimo -dijo Yvonne, contenta, mientras colgaba el abrigo-. No se lo quitaba nunca.

Cogio dos grandes cuencos del estante que habia encima del fregadero, echo dos dosis de cafe en la parte alta de la cafetera italiana y encendio una cerilla. La llama de gas se encendio.

– ?Notas ese olor maravilloso? -dijo Yvonne a la vez que aspiraba el aroma que invadia la habitacion.

Despues del golpe emocional que le habia ocasionado la camara de fotos, Emily habia propuesto una idea. Cada miercoles, Louis y ella almorzarian cara a cara con sus respectivos progenitores. Como Louis adoraba los nems, los chicos irian al restaurante tailandes situado al lado par de Bute Street; ella y su padre irian al local de Yvonne, que estaba en el otro lado, ya que ella tenia antojo de su crema de caramelo.

Tras el mostrador, Yvonne secaba los vasos, sin dejar de vigilar a Mathias por el rabillo del ojo. Emily se inclino por encima de su plato para atraer la atencion de su papa.

– En Escocia seria mejor dormir en tiendas. Podriamos acampar en ruinas, asi tendriamos mas posibilidades de ver fantasmas.

– Muy bien -murmuro Mathias mientras se esforzaba en tapar el mensaje que estaba escribiendo con su movil.

– Por la noche, encenderemos hogueras y tu haras guardia.

– Si, si -dijo Mathias con la mirada puesta en la pantalla de su telefono.

– Alli los mosquitos pesan dos kilos -repuso Emily, dando golpes en la mesa-, y con lo que les gustas, ?en dos picaduras te dejaran seco!

Yvonne llego a la mesa para servirles.

– Como quieras, querida -respondio Mathias.

Y mientras la patrona volvia a la cocina sin decir una palabra, Emily continuo con su conversacion muy seria.

– Y despues, hare mi primer salto a una cama elastica desde lo alto de una torre.

– Dame dos segundos, corazon, respondo a este mensaje y estoy contigo.

Los dedos de Mathias saltaban de una tecla a otra.

– Es estupendo, nos lanzan y despues cortan la cuerda -repuso Emily.

– ?Cual es el plato del dia? -pregunto Mathias, absorto en la lectura del mensaje que acababa de llegarle al movil.

– Una ensalada de lombrices.

Mathias dejo por fin su movil encima de la mesa.

– Disculpame un segundo, voy a lavarme las manos -dijo ella, levantandose.

Mathias beso a su hija en la frente y se dirigio al fondo de la sala. Desde la barra, a Yvonne no se le habia escapado ni un detalle de la escena. Se acerco a Emily y miro acusadora el plato de pure de patatas que Mathias no habia ni siquiera tocado todavia. Echo una ojeada al exterior y le sonrio. Emily comprendio lo que le estaba sugiriendo y le devolvio la sonrisa. La pequena se levanto, cogio su plato y, bajo la vigilancia de Yvonne, cruzo la calle.

Mathias se miraba en el espejo colgado encima del lavabo. No le preocupaba que Audrey hubiera puesto fin a su intercambio de mensajes, pues ella estaba en la sala de montaje y comprendia muy bien que tenia trabajo… «Yo tambien estoy ocupado, estoy comiendo con mi hija, todos estamos muy ocupados… De todas maneras, como esta trabajando en las imagenes de Londres, forzosamente tiene que estar pensando en mi… Ha debido de ser su tecnico el que la ha llamado al orden, conozco bien a este tipo de hombre, malencarado y celoso… Tengo un aspecto horrible hoy… Esta bien que haya escrito que tenia ganas de verme, no es su estilo decir cosas que no piensa… Tal vez deberia ir a cortarme el pelo…»

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