tengo que hacer algo de vital importancia.

– Lo siento, pero me resulta imposible; no obstante, cualquier otro dia lo hare gustosa.

– ?Te vas este fin de semana?

– Exactamente.

– Bueno, veo que te estorbo, te dejo -susurro Antoine a la vez que se levantaba.

Sophie lo cogio de la muneca e hizo que volviera a sentarse. Cubrio el aparato con la mano y le prometio que colgaba en un minuto.

– Veo que te molesto -gruno Mathias-. Ya me las apanare para encontrar alguna solucion; no digas nada, ?prometido?

– Te lo juro. Mira en casa de tu vecina, nunca se sabe.

Mathias colgo, pero Sophie mantuvo algunos segundos mas el aparato pegado a su oreja.

– Yo tambien te envio un beso bien grande. Hasta pronto.

– ?Era el hombre de las cartas? -pregunto Antoine.

– ?Quieres otro cafe?

– No entiendo por que no me lo dices, era evidente que era el.

– ?Y que importa?

Antoine se hizo el ofendido.

– Nada, pero antes nos lo contabamos todo…

– ?Eres consciente de que le hiciste la misma observacion a tu companero de piso?

– ?Que observacion?

– «Antes nos lo contabamos todo»… Es ridiculo.

– ?El te habla de nosotros? Menuda cara tiene.

– Crei que querias que te lo dijera todo.

Sophie lo beso en la mejilla y volvio a trabajar. En el momento de franquear la puerta de su agencia, Antoine vio que Mathias se precipitaba al local de Yvonne.

– ?Te necesito!

– Si tienes hambre, es un poco pronto -respondio la patrona saliendo de su cocina.

– Esto es serio.

– Te escucho -dijo ella mientras se quitaba el delantal.

– ?Puedes cuidar a los ninos el sabado? Dime que si, te lo suplico.

– Lo siento, pero tengo planes.

– ?Cierras el restaurante?

– No, tengo cosas que hacer y le voy a pedir a la chica a la que le alquilo una habitacion que se ocupe del local. No digas nada, es una sorpresa. Primero, quiero ponerla a prueba esta tarde y manana.

– Debe de ser importante para que abandones tu cocina. ?Donde vas?

– ?Acaso te he preguntado yo por que quieres que me ocupe de los ninos?

– Lo mio es mala suerte: Sophie se va; Antoine sale de la ciudad; tu, no se adonde; y yo le doy igual a todo el mundo.

– Me alegra ver que ahora aprecias tu vida londinense.

– No entiendo a que viene eso.

– Pues bien, antes, te pasabas los fines de semana solo y no te quejabas como ahora, asi que constato con placer que cuando nos ausentamos, nos echas de menos. Es todo un cambio.

– Yvonne, tienes que ayudarme, es cuestion de vida o muerte.

– Pensar que puedes encontrar un jueves a una canguro que este libre el sabado demuestra que eres un optimista… Bueno, dejame ahora que tengo trabajo, vere si te puedo buscar alguna solucion.

Mathias beso a Yvonne.

– No le digas nada a Antoine… Cuento contigo.

– ?Necesitas que te cuide a los ninos para volver a una subasta de libros antiguos?

– Algo asi, si.

– Entonces tal vez me haya equivocado… No has cambiado tanto.

Al final de la tarde, Mathias recibio una llamada de Yvonne; tal vez habia conseguido hallar su salvacion. Daniele era la antigua directora de una escuela y, aunque tenia sus rarezas, era de toda confianza. Por otra parte, deseaba conocer al padre antes de aceptar cuidar a los ninos. Al dia siguiente, iria a visitarlo a la libreria y, si se entendian, ella le aseguraria el cuidado de los ninos aquel fin de semana. Mathias le pregunto si Daniele era discreta. Yvonne no se digno a responder. Daniele era una de sus tres mejores amigas.

– ?Crees que sabe cosas de fantasmas? -pregunto Mathias

– No, nada, algo que se me ha ocurrido.

Frente a las verjas de la escuela, Mathias estaba tan alegre que tuvo que esforzarse por adquirir un semblante serio cuando sono la campana.

De vuelta a la libreria, Emily fue la primera en notar que habia algo que no marchaba bien. En primer lugar, su padre no habia soltado palabra desde que habian vuelto, y ademas, aunque el parecia estar absorto en su lectura, ella sabia perfectamente que fingia; la prueba estaba en que llevaba diez minutos leyendo las mismas diez paginas. Mientras Louis hojeaba un comic, sentado en un taburete, ella rodeo la caja y se sento en sus rodillas.

– ?Estas preocupado?

Mathias dejo su libro y miro a su hija con aire de desamparo.

– No se muy bien como deciros esto.

Louis abandono su lectura para prestar atencion.

– Creo que tendremos que renunciar a Escocia -anuncio con gravedad Mathias.

– Pero ?por que? -preguntaron con tristeza y al unisono los ninos.

– Es un poco culpa mia. Cuando reserve las excursiones, no precise que llevariamos ninos.

– ?Y? No es ningun crimen -replico Emily escandalizada-. ?Por que no nos quieren?

– Hay ciertas reglas en las que no habia caido -dijo gimiendo Mathias.

– ?Cuales? -pregunto Louis.

– Aceptan ninos, pero con la condicion de que tengan conocimientos en fantasmalogia, porque si no, no se cumplen las condiciones de seguridad requeridas. Los organizadores no quieren correr riesgos.

– Bien, pues solo tenemos que leer unos cuantos libros -respondio Emily-. Aqui debes de tener, ?no?

– Nos vamos en tres dias, temo que no tengais tiempo de alcanzar el nivel.

– Papa, ?tienes que encontrar una solucion! -espeto la nina.

– Pero que te piensas, llevo pensando en ello desde esta manana. ?Crees que no he movido ni un dedo? Me he pasado la manana entera intentando encontrar tu solucion.

– Bueno, pero la has encontrado, ?no? -pregunto Louis, que ya no podia consigo mismo.

– Tal vez tenga una, pero no se…

– ?Dilo ya!

– Si consiguiera encontrar un profesor de fantasmas, ?aceptariais seguir un programa intensivo durante todo el sabado?

La respuesta fue un si unanime. Louis y Emily corrieron a buscar sus cuadernos, el modelo con cuadricula pequena, y lapices de colores por si habia trabajos practicos.

– Ah, una ultima cosa -dijo Mathias con un tono solemne-. Antoine os quiere tanto que se inquieta por cualquier cosa, asi que no debe enterarse de nada. Operacion «En boca cerrada no entran moscas». Si llega a enterarse de que los organizadores tienen reservas sobre la seguridad, lo anulara todo. Esto debe quedar estrictamente entre nosotros.

– Pero ?estas seguro de que despues de las clases de fantasmas nos dejaran ir? -dijo Louis inquieto.

– Pregunta a mi hija acerca de lo eficaz que resulte cuando fuimos a ver dinosaurios.

– Estamos en buenas manos, te lo juro -dijo Emily en tono seguro-. Despues del golpe del planetario, todo el mundo quiere que sea la delegada de la clase.

Aquella tarde, Antoine no reparo en los guinos complices que se intercambiaban Mathias y los ninos. Se habian ocupado de todas las tareas de la casa. Antoine pensaba que la vida en familia era cada vez mas agradable.

Вы читаете Mis Amigos, Mis Amores
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату