habian notado que amenazaba tormenta en casa, habian preferido mantenerse a distancia para revisar las clases del dia; antes de irse, Daniele les habia dejado deberes que hacer.
– ?Eres un cabezon! -dijo Mathias a la vez que dejaba un plato a secar.
Antoine abrio la basura y tiro el cucharon y la esponja. Despues se agacho para coger una nueva de un armario.
– ?De acuerdo, he incumplido tu sacrosanta regla! -continuo Mathias enfadado-. He tenido que ausentarme dos horas al final del dia, apenas dos horas, y me he permitido hacer una llamada a una amiga de Yvonne para que cuidara a los ninos. ?Donde esta el problema? Y ademas, ellos la adoran.
– ?Una canguro! -gruno Antoine.
– ?Estas limpiando un vaso de plastico! -grito Mathias.
Antoine se quito el delantal y lo tiro de cualquier manera al suelo.
– Te recuerdo que habiamos dicho…
– Habiamos dicho que nos ibamos a divertir, no que ibamos a hacerle la competencia a la caseta de Don Limpio en la Feria de Paris.
– ?No respetas nada! -respondio Antoine-. Nos habiamos fijado tres reglas, solo tres miseras reglas.
– ?Cuatro! -replico Mathias en el mismo tono-. Y no he encendido ni un cigarrillo en casa, ?asi que vigila lo que dices! Me agotas, yo me voy a acostar. ?Ah, que bien nos lo vamos a pasar en las vacaciones!
– Esto no tiene nada que ver con las vacaciones.
Mathias subio las escaleras y se detuvo en el ultimo peldano.
– Escuchame bien, Antoine, a partir de manana, cambio la regla. Nos comportaremos como una pareja normal; si necesitamos a una canguro, la llamaremos -concluyo el antes de entrar en su habitacion.
Solo junto a la barra, Antoine se quito los guantes y miro a los ninos, que estaban sentados en el suelo con las piernas cruzadas. Emily estaba utilizando unas tijeras; Louis cogio la barra de pegamento. Minuciosamente pegaron las fotos recortadas y compararon los colages que habian hecho en sus cuadernos.
– ?Que estais haciendo exactamente? -pregunto Antoine.
– ?Una exposicion sobre la vida familiar! -respondieron Emily y Louis al tiempo que escondian su trabajo.
Antoine dudo durante un momento.
– Es hora de ir a acostarse, manana hay que despertarse al alba para irnos a Escocia. Vamos, todo el mundo a la cama.
Emily y Louis no se hicieron de rogar y recogieron sus cosas. Despues de acostar a su hijo, Antoine apago la luz y espero algunos instantes en la penumbra.
– Supongo que me dareis vuestra exposicion sobre la vida familiar para que la lea antes de darsela a la maestra.
Cuando entro en el cuarto de bano, se topo de frente con Mathias, ya en pijama, que se estaba cepillando los dientes.
– ?Y ademas, me gustaria hacerte notar que he pagado yo a la canguro! -dijo el a la vez que dejaba el vaso sobre la mesita.
Mathias se despidio de Antoine y salio de la habitacion. Cinco segundos mas tarde, Antoine volvia a abrir la puerta para gritar:
– ?La proxima vez, mejor pagate unas clases de frances, porque tu nota de esta manana estaba llena de faltas de ortografia! Pero Mathias ya estaba en su habitacion.
Los ultimos clientes se habian ido. Enya cerro la puerta y apago el neon de la parte delantera. Limpio la sala, se aseguro de que las sillas estaban colocadas correctamente en las mesas y volvio a la oficina.
Verifico una ultima vez que todo estaba en orden, y tras el mostrador repaso y vacio la caja tal y como Yvonne le habia pedido; separo las propinas de la recaudacion y metio los billetes en un sobre. Lo esconderia bajo su colchon y se lo daria a Yvonne cuando volviera. Quiso volver a cerrar la caja registradora, pero estaba bloqueada; metio la mano y noto algo que estorbaba al fondo. Era una cartera muy vieja de cuero. Picada por la curiosidad, Enya la abrio y hallo una hoja de papel amarillento que desdoblo.
Confusa, Enya volvio a doblar la carta y la volvio a poner en su lugar en la cartera, cerro la caja registradora y apago las luces de la sala. Cuando subio la escalera, le parecio que detras de ella, los peldanos de madera crujian bajo los pasos de un padre que nunca habia llegado a abandonar a su hija.
Capitulo 14
Cada uno se habia encargado de despertar al padre del otro. Louis saltaba con los pies juntos sobre la cama de Mathias, y Emily habia levantado bruscamente la colcha de la de Antoine. Una hora mas tarde, en medio de gritos y empujones -Mathias no encontraba los billetes, y Antoine no estaba seguro de haber cerrado la llave del gas- el taxi se dirigia por fin al aeropuerto de Gatwick. Tuvieron que cruzar la terminal corriendo para conseguir embarcar, los ultimos, antes del cierre de la pasarela. El Boeing 737 de la British Midlan aterrizo en Escocia a la hora del almuerzo. Mathias habia creido, al llegar a Londres, que tener que utilizar el ingles seria un infierno para el, pero su encuentro con el encargado del servicio del alquiler de coches del aeropuerto de Edimburgo le mostro que hasta ese momento solo habia conocido el purgatorio.
– No entiendo ni una palabra de lo que dice este tipo. Un coche es un coche, ?no? ?Te juro que parece que tenga un bombon en la boca! -gruno Mathias.
– Dejame, ya me ocupo yo -respondio Antoine a la vez que lo empujaba.
Una media hora mas tarde, el Kangoo verde manzana tomaba la autovia M9 en direccion norte. Cuando pasaron la ciudad de Lilinthgow, Mathias prometio un helado de seis bolas al primero de los tres que consiguiera pronunciar el nombre. Despues de perderse al rodear Falkirk, llegaron al caer la noche a la resplandeciente ciudad de Airth, cuyo castillo dominaba la orilla de Forth. Alli pasarian la noche.
El mayordomo que los acogio era tan encantador como repulsivo. Su rostro estaba surcado por cicatrices, y