coqueteria, arqueando las cejas.
Kevin hizo un ademan hacia arriba, en direccion al laboratorio, y luego balbuceo que su ama de llaves, Esmeralda, lo esperaba.
– ?No puede telefonearle? -Tenia el palpito de que Kevin queria acompanarla, asi que insistio.
– Supongo que si. Podria telefonearle desde el laboratorio.
– Estupendo -repuso ella-. ?Lo espero aqui? ?O puedo acompanarlo?
Kevin nunca habia conocido a una mujer con tanta iniciativa, aunque lo cierto es que no le sobraban oportunidades ni experiencia. Su ultimo y unico amor, aparte de un par de aventurillas de adolescente en el instituto, habia sido una companera del curso de doctorado, Jacqueline Morton. Pese a las muchas horas de trabajo en comun, la relacion habia tardado meses en concretarse, pues la chica era tan timida como Kevin.
Candace subio cinco escalones hasta llegar junto a Kevin.
Con sus zapatillas Nike, media aproximadamente un metro sesenta de estatura.
– Si no se decide y le da igual, creo que subire con usted.
– De acuerdo-dijo el.
Kevin se tranquilizo enseguida. Por lo general, cuando estaba con una mujer, lo que mas lo turbaba era el hecho de tener que devanarse los sesos pensando en algo que decir. Pero con Candace no tuvo necesidad de pensar, pues ella se encargo de mantener la conversacion. Durante el ascenso por dos tramos de escaleras, se las ingenio para hablar del tiempo, de la ciudad, del hospital y de los resultados de la intervencion quirurgica.
– Este es mi laboratorio -dijo Kevin abriendo la puerta.
– ?Fantastico! -exclamo Candace.
Kevin sonrio. Sabia que la joven estaba verdaderamente impresionada.
– Usted haga la llamada -propuso ella-. Mientras tanto, si no le importa, echare un vistazo alrededor.
– Como guste.
Aunque a Kevin le daba apuro avisar a Esmeralda del cambio de planes con tan poco tiempo de antelacion, la tranquilidad de la mujer le sorprendio. Lo unico que le pregunto fue a que hora deseaba cenar.
– A la hora de siempre -respondio Kevin. Colgo el auricular y se restrego las palmas de las manos, ligeramente humedas.
– ?Todo arreglado? -pregunto Candace desde el otro extremo de la estancia.
– Si; vamos.
– ?Vaya laboratorio! -observo la mujer-. Nunca me habria imaginado que veria algo asi en pleno corazon del Africa tropical. Digame, ?que hace con este fabuloso equipo?
– Procuro perfeccionar el protocolo -respondio Kevin.
– ?No podria ser un poco mas explicito?
– ?De verdad le interesa?
– Desde luego. Me interesa.
– En estos momentos estoy trabajando con antigenos menores de histocompatibilidad -explico Kevin-. Ya sabe, las proteinas que nos convierten en seres unicos, en individuos distintos.
– ?Y que hace con ellos?
– Localizo sus genes en el cromosoma indicado. Luego busco la transponasa asociada a esos genes, si es que la hay, para mover los genes.
Candace dejo escapar una risita.
– Me he perdido -admitio-. No tengo la menor idea de lo que es una transponasa. En realidad, me temo que todo este rollo de la biologia molecular esta fuera de mi alcance.
– No -respondio Kevin-. Los principios basicos no son tan complicados- Lo fundamental, y lo que la mayoria de la gente ignora, es que los genes pueden moverse en sus cromosomas- Esto sucede particularmente en los linfocitos B, para aumentar la diversidad de los anticuerpos. Otros genes son incluso mas moviles y pueden intercambiar la localizacion con sus homologos. Como recordara, hay dos copias de cada gen.
– Si -contesto Candace-. Asi como hay dos copias de cada cromosoma. Nuestras celulas tienen veintitres pares de cromosomas.
– Exactamente -asintio el-. Cuando los genes cambian de lugar en sus pares de cromosomas, se habla de transposicion homologa. Es un proceso especialmente importante en la generacion de las celulas sexuales, tanto ovulos como espermatozoides. Lo que hace es aumentar la diversidad genetica y en consecuencia la capacidad de evolucion de las especies.
– De manera que esta transposicion homologa desempena un papel en la evolucion.
– Desde luego -respondio Kevin-. Pues bien, los segmentos de genes que se mueven se denominan transposones y las enzimas que catalizan sus movimientos, transponasas.
– De acuerdo -dijo Candace-. Hasta aqui lo sigo.
– Bien; ahora estoy interesado en los transposones que contienen los genes de los antigenos menores de histocompatibilidad-explico Kevin.
– Ya veo -dijo ella asintiendo con la cabeza-. Empiezo a hacerme una idea. Su objetivo es mover el gen de un antigeno menor de histocompatibilidad de un cromosoma a otro.
– ?Precisamente! Por supuesto, la clave esta en encontrar y aislar la transponasa. Es el paso mas dificil. Pero una vez que se ha hallado la transponasa, es relativamente facil localizar su gen. Y una vez que se ha localizado y aislado el gen, es posible usar la tecnologia estandar de ADN recombinante para producirla.
– Es decir, conseguir que las bacterias lo hagan por usted -senalo ella.
– Bacterias o cultivos de tejido de mamiferos -explico Kevin-. Lo que funcione mejor.
– ?Uf! Este rompecabezas me recuerda que estoy muerta de hambre. Vayamos a comer una hamburguesa antes de que el azucar de mi sangre caiga bajo minimos.
Kevin sonrio. Le gustaba esa mujer. Hasta empezaba a tranquilizarse en su compania.
Mientras bajaban por las escaleras del hospital, Kevin se sintio algo mareado escuchando y respondiendo a los continuos comentarios e interrogantes de Candace. No podia creer que estuviera yendo a comer con una mujer tan atractiva e interesante. Tenia la impresion de que en los dos ultimos dias le habian pasado mas cosas que en los cinco anos que llevaba en Cogo. Tan abstraido estaba, que ni siquiera presto atencion a los soldados ecuatoguineanos mientras el y Candace cruzaban la plaza.
Kevin no habia pisado el centro recreativo desde su primera excursion por la ciudad y, por lo tanto, habia olvidado lo extrano que era. Tambien habia olvidado que era una autentica blasfemia que hubieran restaurado una iglesia con el fin de proporcionar diversiones mundanas. El altar habia desaparecido, pero el pulpito continuaba intacto, a la izquierda de la pared del fondo. Se usaba para dar conferencias y para cantar los numeros la noche que tocaba bingo. En el sitio donde habia estado el altar habia una pantalla de cine: un inaudito emblema de los tiempos.
La cantina se encontraba en el sotano, al que se accedia por una escalera situada en el atrio. Kevin se sorprendio de verla tan llena. El alboroto de innumerables voces producia ecos en el tosco techo de cemento. El y Candace tuvieron que hacer una larga cola para que les tomaran el pedido. Una vez se hicieron con la comida, tuvieron que abrirse paso entre el gentio para encontrar un sitio libre donde sentarse. Las mesas eran muy largas y habia que compartirlas. Los asientos eran bancos acoplados, como los de los merenderos.
– ?Alli hay lugar! -grito Candace por encima del alboroto general, senalando el fondo de la estancia con la bandeja.
Kevin hizo un gesto de asentimiento.
Mientras se abria paso detras de ella, echo una ojeada a las caras de la concurrencia. Influido por los comentarios de Bertram sobre la opinion que los demas tenian de el, se sentia especialmente timido, pero lo cierto es que nadie le prestaba la menor atencion.
Kevin siguio a Candace, que se escurrio entre dos mesas.
Levanto la bandeja para no chocar con nadie y luego la dejo en un sitio libre. Tuvo que hacer grandes esfuerzos para pasar las piernas por encima del banco y meterlas debajo.
Cuando consiguio acomodarse, Candace ya se habia presentado a las dos personas sentadas junto a ellos. Kevin las saludo con una inclinacion de cabeza, aunque no las reconocio.
– Es un lugar muy animado -dijo Candace-. ?Viene a menudo?
Antes de que el pudiera responder, alguien grito su nombre. Se volvio y reconocio la primera cara familiar. Era Melanie Becket, la tecnica en reproduccion asistida.