– No sabria que decirle -murmuro Kevin.

– Oh, no importa lo que digas -repuso Candace-. El hombre esta muy agradecido. Hace apenas unos dias estaba tan enfermo que penso que iba a morir. Ahora siente que le han dado una nueva oportunidad. ?Venga! Te hara sentir mejor.

Kevin se esforzo por encontrar una razon para no ir, pero en ese momento lo salvo otra voz. Era Melanie.

– Eh, mis dos companeros de bebida favoritos -dijo Melanie mientras entraba en el laboratorio.

Habia visto a Candace y a Kevin a traves de la puerta abierta cuando se dirigia a su propio laboratorio, al fondo del pasillo. Vestia un mono azul con la inscripcion Centro de Animales bordada en el bolsillo del pecho.

– ?Ninguno de los dos tiene resaca? -pregunto Melanie-.

Yo todavia estoy un poco achispada. ?Dios, nos bebimos dos botellas de vino! ?Podeis creerlo?

Ni Candace ni Kevin respondieron. Melanie miro primero a uno y luego al otro. Intuyo que algo iba mal.

– ?Que es esto?, ?un velatorio? -pregunto.

Candace sonrio. Le gustaba la actitud directa e irreverente de Melanie.

– No lo creo -respondio Candace-. Kevin y yo estabamos en un atolladero. Yo procuraba convencerlo de que fuera conmigo al hospital a conocer a Winchester. Ya se ha levantado de la cama y se siente de maravilla. Le he hablado de vosotros y le gustaria conoceros a ambos.

– Tengo entendido que es propietario de una cadena de hoteles dijo Melanie con un guino-. Quiza consigamos que nos regale algunos vales de bebida gratis.

– Con lo agradecido que esta y lo rico que es, creo que podrias sacarle mucho mas -respondio Candace-. El problema es que Kevin se niega a ir.

– ?Como es eso, colega? -pregunto Melanie.

– Pense que seria bueno para el ver el lado positivo de lo que ha hecho -senalo Candace.

Busco la mirada de Melanie, que capto de inmediato las motivaciones de la enfermera.

– Si -dijo Melanie-. Vayamos a buscar un estimulo positivo de un paciente humano y vivo. Eso justificara nuestros esfuerzos y nos dara animos.

– Yo creo que me hara sentir peor -repuso Kevin.

Desde que habia regresado al laboratorio, habia procurado concentrarse en la investigacion para evitar afrontar sus temores. La estratagema habia funcionado un rato, hasta que la curiosidad habia podido mas y lo habia inducido a buscar la isla Francesca en el ordenador. Jugar con los datos habia tenido un efecto tan desastroso como ver el humo.

Melanie se llevo las manos a las caderas.

– ?Por que? -pregunto-. No lo entiendo.

– Es dificil de explicar -respondio Kevin con aire evasivo.

– Ponme a prueba -lo desafio Melanie.

– Porque ver a ese hombre me recordara cosas en las que prefiero no pensar -dijo Kevin-. Como lo ocurrido con el otro paciente.

– ?Te refieres a su doble?, ?el bonobo? -pregunto Melanie.

Kevin asintio con la cabeza. Su cara estaba encendida, casi tanto como durante su arrebato en la cantina.

– Te estas tomando este asunto de los derechos de los animales aun mas en serio que yo -dijo Candace.

– Me temo que esto va mas alla de la cuestion de los derechos de los animales -replico Kevin.

Se produjo un silencio tenso. Melanie miro a Candace, quien se encogio de hombros, sugiriendo que estaba desconcertada.

– ?Bueno, ya es suficiente! -exclamo Melanie con subita determinacion. Puso las manos sobre los hombros de Kevin y lo obligo a sentarse en el taburete del laboratorio-. Hasta esta tarde yo creia que eramos solo colegas. -Se inclino y puso su cara de rasgos angulosos a pocos centimetros de la de Kevin-. Pero ahora he cambiado de opinion. Creo que empiezo a conocerte un poco mejor, cosa que debo decir que me ha gustado, y ya no creo que seas un esnob intelectual frio y distante. De hecho, me parece que somos amigos. ?Estoy en lo cierto?

Kevin hizo un gesto de asentimiento. Se veia obligado a mirar fijamente los negros y marmoleados ojos de Melanie.

– Los amigos se cuentan sus cosas -prosiguio Melanie-. Se comunican- No ocultan sus sentimientos ni hacen que los demas se sientan incomodos. ?Entiendes lo que digo?

– Eso creo -respondio Kevin, que nunca habia pensado que su conducta podia incomodar a los demas.

– ?Eso crees? -lo regano Melanie-. ?Como tengo que explicartelo para que estes seguro?

Kevin trago saliva.

– Supongo que lo estoy.

Frustrada, Melanie puso los ojos en blanco.

– Eres tan evasivo, que me sacas de las casillas. Pero esta bien, lo entiendo. Lo que no puedo entender es tu pataleta durante la comida, el hecho de que cuando te pregunte que pasaba respondieras con un comentario vago acerca de 'traspasar los limites' y que luego te encerraras otra vez en tu concha y te negaras a hablar del tema. Sea lo que fuere lo que te preocupa, no puedes permitir que se emponzone en tu interior. Solo te hara dano y obstaculizara tus amistades.

Candace asentia con la cabeza a todo lo que decia Melanie.

Kevin miro a las dos mujeres francas y obstinadas. Por mucho que se resistiera a expresar sus temores, en aquel momento le parecio que no tenia alternativa, sobre todo con la cara de Melanie a escasos centimetros de la suya. Sin saber como comenzar, dijo:

– He visto humo procedente de la isla Francesca.

– ?Que es la isla Francesca? -pregunto Candace.

– La isla adonde van los bonobos transgenicos cuando llegan a la edad de tres anos -respondio Melanie-. ?Y que pasa con el humo?

Kevin se puso en pie e hizo senas a las mujeres para que lo siguieran. Fue hasta su escritorio y senalo con el indice por la ventana, en direccion a la isla Francesca.

– He visto el humo tres veces -explico-. Siempre procede del mismo sitio: a la izquierda del macizo de piedra caliza. Es solo una pequena columna que serpea en el cielo, pero aparece una y otra vez.

Candace aguzo la vista. Era algo miope, pero por vanidad no usaba gafas.

– ?Es la isla mas lejana? -pregunto. Le parecio divisar unas manchas pardas en el centro de la isla, que podrian ser rocas.

A la luz del atardecer, las otras islas del archipielago parecian monticulos homogeneos de musgo verde oscuro.

– La misma -respondio Kevin..

– Vaya problema -observo Melanie-. Un par de pequenos incendios. Con tantos rayos como caen en esta zona, no deberia extranarte.

– Es lo mismo que sugirio Bertram Edwards -repuso el-.

Pero no puede tratarse de rayos.

– ?Quien es Bertram Edwards? -pregunto Candace.

– ?Por que no puede tratarse de rayos? -inquirio Melanie haciendo caso omiso de la pregunta de Candace-. Es probable que haya vetas de metales en las rocas.

– ?No has oido decir que los rayos nunca caen dos veces en el mismo sitio? El fuego no fue producido por rayos. Ademas, el fuego persiste y nunca cambia de sitio.

– Es posible que alli vivan nativos -sugirio Candace.

– GenSys se aseguro de que no fuera asi antes de escoger la isla-repuso Kevin.

– Es probable que la visiten algunos pescadores locales -aventuro Candace.

– La gente de los alrededores sabe que esta prohibido -respondio Kevin-. Segun las nuevas leyes ecuatoguineanas, es un delito castigado con la pena de muerte. No hay nada alli por lo que valga la pena morir.

– Entonces, ?quien prendio las fogatas? -pregunto Candace.

– ?Dios santo, Kevin! -exclamo subitamente Melanie-.

Empiezo a vislumbrar lo que te ha pasado por la cabeza, pero permite que te diga que es ridiculo.

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