– Es una suerte que el coche tenga traccion en las cuatro ruedas -observo Candace, que a pesar de cogerse con fuerza del asidero lateral, no podia evitar ir dando botes. El cinturon de seguridad no servia de mucho-. No puedo imaginar nada peor que quedarnos atascados aqui.

Miro por la ventanilla la selva negra y temblo. El paisaje era siniestro. No veia nada aparte de pequenos jirones de cielo sobre sus cabezas. Y encima el ruido… Durante la breve visita a Alphonse, las criaturas nocturnas de la selva habian iniciado su estridente y monotono coro.

– ?Que opinais de lo que ha dicho Alphonse? -pregunto Kevin.

– El jurado sigue fuera de la sala -respondio Melanie-.

Pero sin duda alguna esta deliberando.

– Yo creo que su comentario sobre el bipedismo de los bonobos cuando van a buscar la comida es desconcertante

– dijo Kevin-. Las pruebas circunstanciales se van sumando.

– La idea de que podrian estar comunicandose entre ellos me ha impresionado -dijo Candace.

– Si, pero tambien es cierto que hay precedentes de gorilas y chimpances que han aprendido a hablar por senas -senalo Melanie-. Y sabemos que los bonobos son mas bipedos que cualquier otro simio. Lo que a mi me impresiono fue lo de la conducta agresiva, aunque sigo sosteniendo mi teoria de que podria deberse a un error nuestro, por no haber llevado mas hembras para mantener el equilibrio.

– ?Los chimpances pueden emitir los sonidos que imito Alphonse?-pregunto Candace.

– No lo creo -respondio Kevin-. Y es un punto importante. Sugiere que quiza sus laringes sean diferentes.

– ?Los chimpances suelen matar a los monos? -pregunto Candace.

– En ocasiones -respondio Melanie-. Pero nunca habia oido que un bonobo lo hiciera.

– ?Agarraos! -grito Kevin de repente.

El coche choco contra un tronco caido en el camino.

– ?Estas bien? -pregunto Kevin a Candace mirandola por el retrovisor.

– Perfectamente -respondio ella, aunque habia sido una buena sacudida. Por suerte el cinturon de seguridad la habia sujetado y habia evitado que se golpeara la cabeza contra el techo.

Kevin disminuyo considerablemente la velocidad por miedo a encontrar otro tronco. Quince minutos despues, llegaron a un claro que marcaba el final del camino. Kevin freno. Directamente frente a ellos, los faros delanteros iluminaron un edificio de ladrillo de ceniza con una puerta de garaje.

– ?Ya hemos llegado? -pregunto Melanie.

– Supongo -respondio el-. Aunque este edificio es nuevo para mi.

Apago las luces y el motor. En el claro, la iluminacion del cielo bastaba. Por un momento, nadie se movio de su sitio.

– ?Que hacemos? -pregunto-. ?Bajamos a mirar o no?

– Desde luego -repuso Melanie-. A eso hemos venido.

– Abrio la portezuela y bajo. Kevin la imito.

– Yo prefiero esperar en el coche -dijo Candace.

El se acerco al edificio e intento abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave. Se encogio de hombros.

– No se que puede haber aqui -dijo dandose un manotazo en la frente para matar un mosquito.

– ?Por donde se va a la isla? -pregunto Melanie.

Kevin senalo hacia la derecha.

– Por ahi hay un sendero. La orilla esta a unos cincuenta metros.

Melanie alzo la vista al cielo, que habia adquirido un color azul lavanda.

– Pronto oscurecera. ?Tienes una linterna en el coche?

– Creo que si -respondio Kevin-. Pero lo mas importante es que tengo un repelente de mosquitos. Si no lo usamos, nos comeran vivos.

Se dirigieron al coche, y cuando se acercaban Candace bajo.

– No quiero quedarme aqui sola-dijo-. Es demasiado lugubre.

Kevin saco un repelente de mosquitos en aerosol. Mientras las mujeres se rociaban todo el cuerpo, busco la linterna.

La encontro en la guantera. Despues de aplicarse el mismo el repelente, hizo senas a las mujeres de que lo siguieran.

– No os separeis de mi -dijo-. Los cocodrilos y los hipopotamos salen del agua por la noche.

– ?Bromea? -pregunto Candace a Melanie.

– No lo creo.

En cuanto se internaron en el sendero, la luz descendio notablemente, aunque todavia no necesitaban la linterna.

Kevin tomo la delantera y las dos mujeres lo siguieron encogidas. Cuanto mas se acercaban al agua, mas fuerte sonaba el coro de insectos y ranas.

– ?Como me he metido en esto? -pregunto Candace-. No me va la vida al aire libre. Ni siquiera puedo imaginarme a un cocodrilo o a un hipopotamo fuera del zoo. Jolin, cualquier bicho mas grande que la una de mi pulgar me aterroriza. Y no hablemos de las aranas…

De repente oyeron una estampida a la izquierda. Candace solto un grito ahogado y se agarro a Melanie, que tambien grito. Kevin dio un respingo y encendio la linterna. Dirigio el haz de luz hacia el lugar de donde habia procedido el ruido, pero la densa vegetacion no permitia iluminar mas de un metro de terreno.

– ?Que ha sido eso? -pregunto Candace cuando recupero la voz.

– Probablemente un duiker -respondio Kevin-. Es una especie de antilope pequeno.

– Antilope o elefante -dijo Candace-, me ha dado un susto de muerte.

– Y a mi tambien -admitio el-. Quiza deberiamos regresar y volver de dia.

– ?Jo! ?Ahora que hemos llegado hasta aqui? -protesto Melanie-. Ya oigo el rumor del agua.

Por un instante nadie se movio. En efecto, se oia el ruido del agua al chocar contra la orilla.

– ?Que ha ocurrido con las criaturas nocturnas? -pregunto Candace.

– Buena pregunta -dijo Kevin-. El antilope tambien debe de haberlas asustado a ellas.

– Apaga la luz -ordeno Melanie.

En cuanto el lo hizo, los tres vislumbraron la brillante superficie del agua entre la vegetacion. Parecia plata liquida. Melanie tomo la delantera mientras el coro de criaturas nocturnas se reiniciaba. Al llegar al rio, el camino acababa en otro claro, en medio del cual habia una mole oscura, practicamente del tamano del garaje donde habian dejado el coche.

Kevin se dirigio hacia alli. Era facil adivinar que se trataba del puente.

– Tiene un mecanismo telescopico -observo Kevin-. Por eso Alphonse dijo que crecia.

Al otro lado del rio, a unos nueve metros de distancia, estaba la isla Francesca. Bajo la luz mortecina del atardecer, la densa vegetacion se veia de color azul marino. En la orilla opuesta, a la altura del puente telescopico, habia una estructura de cemento que servia de soporte cuando el puente estaba desplegado. Mas alla, un claro se extendia hacia el este.

– Intenta desplegar el puente -sugirio Melanie.

Kevin encendio la linterna; encontro el panel de mandos del puente, donde habia dos botones, uno rojo y otro verde.

Apreto el rojo. Al ver que no ocurria nada, pulso el verde. Nada. Entonces noto una cerradura con una ranura alineada en la posicion off.

– Se necesita una llave -dijo.

Melanie y Candace se habian acercado a la orilla.

– Hay corriente -senalo Melanie. Hojas y desperdicios flotaban lentamente en el agua.

Candace alzo la vista. Las ramas mas altas de los arboles de ambas orillas practicamente se tocaban.

– ?Por que los animales se quedan en la isla? -pregunto.

– Los simios y los monos no se meten en el agua, sobre todo si son aguas profundas -explico Melanie-. Por eso los zoologicos solo necesitan rodear las jaulas de los primates con una pequena zanja con agua.

– ?Y por que no cruzan por las ramas de los arboles? inquirio Candace.

Kevin se unio a las mujeres en la orilla.

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