Era un monton de trozos de cuerda. Cada uno con un lazo artistico.

– He pasado cuatro horas junto a un viejo que confeccionaba velas, en un piso que olia peor de lo que puedes llegar a imaginarte -dijo Rydberg haciendo una mueca-. Resulta que este senor tiene casi noventa anos y esta bien entrado en su camino hacia la senilidad. Estoy pensando en contactar con alguna autoridad social. El viejo estaba tan confundido que pensaba que yo era su propio hijo. Uno de los vecinos me conto mas tarde que aquel hijo murio hace treinta anos. Pero si que sabia de nudos. Cuando por fin me pude escapar, ya llevaba cuatro horas alli. Estos trozos de cuerda son un regalo.

– ?Llegaste a averiguar lo que querias?

– El viejo miro el nudo y lo encontro feo. Luego tarde tres horas en conseguir que dijera algo sobre este lazo tan feo. Hasta entonces, incluso le dio tiempo de dormir un ratito.

Rydberg recogio los trocitos de cuerda y los metio en la bolsa de plastico mientras seguia:

– De repente empezo a hablar de cuando estaba en la mar. Y entonces dijo que ese nudo lo habia visto en Argentina. Los marineros argentinos solian hacer este nudo para las correas de sus perros.

Kurt Wallander asintio con la cabeza.

– Asi que tenias razon -dijo-. El nudo era extranjero. Ahora la cuestion es como encaja con la historia de Lars Herdin.

Salieron al pasillo. Rydberg desaparecio en su despacho mientras que Kurt Wallander se fue con Martinson para estudiar sus listados de ordenador.

Resultaba que habia una estadistica impresionante sobre ciudadanos extranjeros que habian cometido delitos en Suecia o bien estaban bajo sospecha de haberlos cometido. Martinson tambien habia tenido tiempo de hacer un control de anteriores asaltos a ancianos. Por lo menos cuatro personas diferentes habian asaltado durante el ultimo ano a ancianos que vivian aislados en Escania. Pero Martinson tambien pudo adelantarle que todos estaban encerrados en diferentes instituciones. Le quedaba por recibir un informe sobre los posibles permisos durante el dia en cuestion.

La reunion de investigacion tuvo lugar en el despacho de Rydberg ya que una de las administrativas se habia ofrecido a limpiar el suelo de Kurt Wallander. El telefono sonaba sin parar, pero ella no se molesto en contestar.

La reunion de investigacion se hizo larga. Todos estaban de acuerdo en que el relato de Lars Herdin abria una brecha. Ya tenian una direccion que seguir. A la vez repasaron de nuevo todo lo que hasta aquel momento se habia revelado en las conversaciones con los habitantes de Lenarp y con quienes habian llamado a la policia o contestado al formulario de preguntas. Un coche que habia pasado a mucha velocidad por un pueblo situado a unos kilometros de Lenarp a ultima hora de la noche del domingo les merecio especial atencion. Un camionero que habia partido hacia Goteborg a una hora tan temprana como las tres de la madrugada se habia cruzado con el coche en una curva cerrada y casi le embistio. Al enterarse del doble asesinato empezo a pensar en ello y luego llamo a la policia. Despues de repasar unas fotos de diferentes modelos de coches y dudar un poco llego a la conclusion de que se trataba de un Nissan.

– No olvideis los coches de alquiler -dijo Kurt Wallander-. Hoy en dia la gente que se mueve es comoda. Los atracadores alquilan coches de igual manera que los roban.

Ya eran las seis cuando se acabo la reunion. Kurt Wallander comprendio que todos sus colaboradores ya estaban a la ofensiva. Despues de la visita de Lars Herdin reinaba un optimismo tangible.

Entro en su despacho y puso en limpio sus apuntes de la conversacion con Lars Herdin. Hanson le habia dejado los suyos y pudo compararlos. Enseguida vio que Lars Herdin no habia vacilado. Las declaraciones coincidian plenamente.

Un poco despues de las siete aparto sus papeles. De repente se acordo de que los de la television no habian vuelto a insistir. Llamo a la recepcion y pregunto si Ebba le habia dejado una nota antes de marchar. La chica que contestaba era una suplente.

– Aqui no hay nada -dijo.

Por una intuicion que el mismo no entendio del todo salio al comedor y encendio la television. Las noticias locales acababan de comenzar. Se apoyo en una mesa y vio distraido un reportaje sobre la mala economia del municipio de Malmo.

Penso en Sten Widen.

Y en Johannes Lovgren, que habia vendido carne a los nazis durante la guerra.

Penso en si mismo, en su barriga demasiado grande. Estaba a punto de apagar el televisor cuando la reportera empezo a hablar sobre el doble homicidio de Lenarp. Con asombro escucho que la policia de Ystad concentraba su trabajo de busqueda en unos ciudadanos extranjeros, de momento desconocidos. Pero la policia estaba convencida de que los criminales eran extranjeros. Tampoco podia descartarse que fueran refugiados solicitantes de asilo politico.

Al final la reportera hablo de el.

A pesar de insistir repetidamente, habia sido imposible obtener un solo comentario por parte de alguno de los responsables de la investigacion sobre esa informacion procedente de fuentes anonimas pero fidedignas.

Mientras hablaba, la reportera tenia como fondo una imagen de la comisaria de Ystad.

Luego paso a hablar del tiempo.

Una tormenta se acercaba por el oeste. El viento arreciaria aun mas. Pero no existia el riesgo de nevadas. La temperatura seguiria por encima de los cero grados.

Kurt Wallander apago el televisor.

No sabia si estaba indignado o cansado. Tal vez solo tenia hambre.

Pero alguien en la comisaria se habia ido de la lengua.

?Pagarian dinero por divulgar informacion confidencial? ?El monopolio estatal de television tambien tenia fondos para chivatazos?

«?Quien?», penso.

«Puede ser cualquiera, excepto yo mismo.

»?Y por que?

»?Habria otro motivo aparte del dinero?

»?Xenofobia? ?Miedo a los refugiados?»

Se dirigio a su despacho y ya en el pasillo oyo el telefono. El dia habia sido largo. Preferia irse a casa y preparar algo de comer. Con un suspiro se sento en la silla y se acerco el telefono.

«Habra que empezar», penso. «Empezar a desmentir la informacion de la tele.

»Y esperar que no ardan mas cruces de madera durante los dias venideros.»

6

Una tormenta paso sobre Escama aquella noche. Kurt Wallander estaba sentado en su desordenada vivienda mientras el viento invernal levantaba las tejas. Bebia whisky, escuchaba una grabacion alemana de Aida, cuando de repente todo quedo a oscuras y en silencio a su alrededor. Se acerco a la ventana y miro a la oscuridad. El viento aullaba y en algun lugar un letrero golpeaba contra una pared.

Las manecillas fluorescentes del reloj de pulsera senalaban las tres menos diez. Curiosamente no se sentia cansado en absoluto. La noche anterior casi le dieron las once y media antes de salir de la comisaria. El ultimo que lo habia llamado era un hombre que no quiso identificarse. Habia sugerido que la policia hiciera causa comun con los movimientos nacionalistas del pais y echara de una vez por todas a los extranjeros. Durante un momento intento escuchar lo que el hombre anonimo: tenia que decir. Luego le colgo el telefono, aviso a la recepcion y pidio que bloquearan todas las llamadas. Apago la luz, atraveso el pasillo silencioso y se fue directamente a casa. Al abrir la puerta exterior de su casa decidio averiguar quien se habia ido de la lengua sobre la informacion confidencial. En realidad no le incumbia a el. En caso de conflictos dentro del cuerpo policial, la obligacion de intervenir era del jefe de policia. Dentro de unos dias Bjork habria vuelto de sus vacaciones de invierno. Entonces se tendria que hacer cargo. La verdad tendria que salir a la luz.

Pero cuando bebio su primera copa de whisky, Wallander comprendio que Bjork no haria nada. Aunque todo policia esta atado a una promesa de silencio, no podria considerarse como una actuacion criminal el hecho de que

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