El padre resoplo rascandose entre las piernas.
– Jefe de policia. ?Eso te parece importante?
Kurt Wallander se levanto.
– Volvere, papa -dijo-. Te ayudare a arreglar este desorden.
El estallido del padre le pillo por sorpresa.
Tiro el pincel al suelo y se puso delante de el amenazandole con uno de sus punos.
– ?Quien eres tu para venir a decirme que esta desordenado? -bramo-. ?Tu te vas a meter en mi vida? Te dire que tengo una asistenta y un ama de llaves. Ademas, me ire a Rimini de vacaciones de invierno. Alli hare una exposicion. Pido veinticinco mil coronas por cuadro. Y tu me vienes a hablar de geriatricos. Pero no lograras matarme. ?Puedes estar seguro de ello!
Dejo el estudio golpeando la puerta tras de si.
«Esta loco», penso Kurt Wallander. «Tengo que acabar con esto. ?Se imaginara que tiene asistenta y ama de llaves y que se ira a Italia a hacer una exposicion?»
No sabia si entrar a ver a su padre, que estaba armando ruido en la cocina. Por el ruido se adivinaba que estaba lanzando las cacerolas.
Luego salio al coche. Lo mejor seria llamar a su hermana enseguida. Sin esperar mas. Juntos tal vez podrian hacer entender a su padre que no podia seguir asi.
A las nueve entro por la puerta de la comisaria y le entrego el traje a Ebba, la cual prometio tenerlo lavado y planchado para la tarde.
A las diez habia convocado a los policias que estaban de servicio para una reunion. Los que habian visto el reportaje de las noticias la noche anterior compartian su rabia. Despues de una breve discusion acordaron que Wallander deberia escribir una fuerte replica y distribuirla por teletipo.
– ?Por que no reacciona el director general de la jefatura Nacional de Policia? -pregunto Martinson.
Su pregunta fue recibida con una risa sarcastica.
– ?Ese! -dijo Rydberg-. Ese solo reacciona si tiene algo que ganar personalmente. Le importan un bledo los problemas de la policia en la provincia.
Despues de este comentario, pasaron a concentrarse en el doble asesinato.
No habia ocurrido nada nuevo que exigiese la atencion de los policias. Todavia se encontraban en la fase inicial. Reunieron el material obtenido y lo estudiaron, controlando y registrando las diferentes pistas.
Todos los policias estaban de acuerdo en que la pista mas interesante era la mujer secreta y su hijo en Kristianstad. Tampoco dudaba nadie de que lo que tenian que resolver era un homicidio con robo.
Kurt Wallander pregunto si habia reinado la calma en los diferentes campos de refugiados.
– He estudiado el informe nocturno -dijo Rydberg-. Ha estado todo tranquilo. Lo mas dramatico anoche fue un alce que corria por la E 14.
– Manana es viernes -dijo Kurt Wallander-. Anoche recibi una llamada anonima otra vez. La misma persona. Volvio a repetir la amenaza de que algo ocurriria manana, viernes.
Rydberg sugirio que contactasen con la policia nacional. Luego ellos decidirian si hacia falta poner recursos adicionales de vigilancia.
– Eso haremos -dijo Kurt Wallander-. Vale mas estar seguros. En nuestro distrito pondremos una patrulla nocturna mas, que solo se concentre en los campos de refugiados.
– Deberas ordenar horas extras -aconsejo Hanson.
– Lo se -contesto Kurt Wallander-. Quiero a Peters y a Noren en este turno de noche especial. Que alguien llame para hablar con los encargados de los diferentes campos. No los asusteis. Pedidles solo que mantengan los ojos bien abiertos.
Tras una hora larga dieron por concluida la reunion.
Kurt Wallander se encontraba solo en su despacho, preparandose para escribir la replica a la Television Sueca. Entonces sono el telefono.
Era Goran Boman de Kristianstad.
– Te vi en las noticias anoche -dijo riendo.
– ?No es tremendo?
– Si. ?Por que no protestas?
– Estoy escribiendo una carta.
– ?En que estaran pensando esos periodistas?
– No les importa si es verdad o no. Mas bien piensan en los titulares sensacionalistas que puedan hacer.
– Tengo buenas noticias para ti.
Kurt Wallander sintio que aumentaba su excitacion.
– ?La has encontrado?
– Tal vez. Te estoy enviando unos folios por fax. Creemos que tenemos nueve probables candidatas. El registro civil sirve para algo. Pense que debias echar una mirada a lo que hemos encontrado. Luego me llamas y me dices si hay alguien en quien debamos concentrarnos.
– Muy bien, Goran -dijo Kurt Wallander-. Te llamare.
El telefax estaba en la recepcion. Una joven sustituta, a la que nunca habia visto antes, sacaba una hoja del fax.
– ?Quien es Kurt Wallander? -pregunto.
– Soy yo -contesto-. ?Donde esta Ebba?
– Fue a la tintoreria -contesto la chica.
Kurt Wallander sintio verguenza. Dejaba que Ebba se ocupara de sus asuntos privados.
Goran Boman habia enviado en total cuatro paginas. Kurt Wallander volvio a su despacho y las extendio sobre su mesa… Repaso todos los nombres, las fechas de nacimiento y las fechas de nacimiento de los ninos de padre desconocido. Enseguida desecho a cuatro de las candidatas. Luego quedaron cinco mujeres que habian tenido hijos durante los anos cincuenta.
Dos de ellas seguian viviendo en Kristianstad. Una estaba registrada en una direccion de Gladsax, a las afueras de Kristianstad. De las otras dos, una vivia en Stromsund y la otra habia emigrado a Australia.
Sonrio al pensar que quiza seria necesario para la investigacion enviar a alguien al otro lado del globo.
Luego llamo a Goran Boman.
– Muy bien -dijo otra vez-. Esto promete. Si vamos por buen camino, nos quedan cinco entre las cuales elegir.
– ?Las llamo para una charla?
– No. Me quiero encargar yo mismo. Mejor dicho, he pensado que podriamos hacerlo entre nosotros dos. Si tienes tiempo.
– Me lo tomare. ?Empezamos hoy?
Kurt Wallander miro el reloj.
– Esperaremos hasta manana -contesto-. Intentare estar contigo sobre las nueve si no pasa nada malo esta noche.
Le dio un breve informe sobre las amenazas anonimas.
– ?Habeis encontrado a los del incendio de la otra noche?
– Todavia no.
– Preparare el terreno para manana. Mirare que ninguna se haya mudado.
– Tal vez nos podriamos ver en Gladsax -sugirio Kurt Wallander-. Esta a mitad de camino.
– A las nueve en el Hotel Svea de Simrishamn -dijo Goran Boman-. Empezaremos el dia con una taza de cafe.
– Suena bien. Hasta manana. Y gracias.
«Ahora veran», penso Kurt Wallander al colgar.
«Ahora empezaremos de verdad.»
Luego escribio la carta a la Television Sueca. No midio las palabras y decidio enviar copias al Departamento de Inmigracion, a la ministra de Inmigracion, al director de la policia municipal y al director general de la jefatura Nacional de Policia.
De pie, en el pasillo, Rydberg leyo lo que habia escrito.
– Bien -dijo-. Pero no creas que van a mover un dedo. Los periodistas en este pais, especialmente los de la