– No tardare. Se trata de ese Klas Manson.

Kurt Wallander tuvo que pensar un momento antes de recordar quien era.

– ?El que atraco aquella tienda nocturna?

– Ese mismo. Tenemos testigos que lo inculpan a pesar de que llevaba una especie de media sobre la cara. Un tatuaje en la muneca. No hay duda de que fue el. Pero esta nueva fiscal no esta de acuerdo con nosotros.

Kurt Wallander levanto las cejas.

– ?En que sentido?

– Piensa que la investigacion esta mal hecha.

– ?Lo esta?

Naslund lo miro con sorpresa.

– No esta peor que cualquier investigacion anterior. El asunto esta claro, ?no?

– ?Que dijo, pues?

– Que si no podemos presentar pruebas mas convincentes, no aceptara un nuevo arresto. ?Es una mierda que una tia de Estocolmo pueda venir aqui y hacerse la importante!

Kurt Wallander noto que se enfadaba. Pero, precavido, se callo.

– Per no habria causado ningun problema -continuo Naslund-. Esta claro que ese gamberro atraco la tienda.

– ?Tienes la investigacion? -pregunto Kurt Wallander.

– Le pedi a Svedberg que la leyera.

– Pasamela y la mirare manana.

Naslund se preparo para marcharse.

– Alguien deberia decirle algo a esa tia -dijo.

Kurt Wallander asintio con la cabeza sonriendo.

– Yo lo hare -se ofrecio-. Claro que no podemos tener una fiscal de Estocolmo que interfiera en nuestra manera de hacer las cosas.

– Pense que dirias eso -dijo Naslund, y se marcho.

«Una buena razon para ir a cenar», penso Kurt Wallander.

Se puso la chaqueta, tomo el traje recien lavado y apago la luz del techo.

Despues de una ducha rapida estaba en Malmo pasadas las siete. Encontro un aparcamiento al lado de la plaza de Stortorget y bajo la escalera del restaurante Kockska Krogen.

Tendria tiempo de tomar un par de copas antes de verse con Mona en el restaurante del Centralen.

A pesar de que el precio le parecio abusivo, pidio un whisky doble. Preferia el whisky de malta, pero esta vez se contento con una marca mas sencilla.

Al primer trago se mancho. Tendria una nueva mancha en la solapa. Casi en el mismo sitio que la anterior.

«Me voy a casa», penso, lleno de desprecio hacia si mismo. «Me voy a casa y me acuesto. Ya no puedo sostener ni una copa sin mancharme.» Al mismo tiempo sabia que era vanidad. Vanidad y nervios ante el encuentro con Mona. Acaso el encuentro mas importante desde el dia en que le pidio el matrimonio.

Se habia impuesto la tarea de detener un divorcio que ya era un hecho.

Pero ?que queria en realidad?

Seco la solapa con una servilleta de papel, apuro la copa y pidio otro whisky.

Al cabo de diez minutos tendria que marcharse.

Para entonces debia decidirse. ?Que le diria a Mona?

?Y que contestaria ella?

Le trajeron su copa y bebio un trago rapido. El alcohol le quemaba en las sienes y noto que empezaba a sudar.

No saco nada en claro.

De forma inconsciente esperaba que Mona dijera las palabras salvadoras.

Era ella la que queria divorciarse.

Entonces tendria que ser ella la que tomara la iniciativa para no seguir adelante.

Pago y salio. Se movia despacio, para no llegar demasiado pronto.

Mientras esperaba a que un semaforo se pusiera verde, decidio comentar dos cosas con Mona.

Hablaria en serio con ella sobre Linda. Y le pediria consejo acerca de su padre. Mona lo conocia bien. Aunque no habian tenido una relacion muy buena, conocia sus cambios de humor.

«Deberia haber llamado a Kristina», penso al cruzar la calle.

«Probablemente ha sido un olvido voluntario.»

Paso el puente del canal y un coche lleno de jovenes gamberros lo adelanto. Un joven borracho iba con la mitad del cuerpo por fuera de la ventana, gritando algo.

Kurt Wallander recordaba como habia cruzado aquel mismo puente hacia mas de veinte anos. Por aquellos barrios la ciudad era la misma. Alli habia patrullado como joven policia, a menudo con un colega un poco mayor, y habian entrado en la estacion de ferrocarriles para controlar.

Entro en la estacion. Muchas cosas habian cambiado desde la ultima vez. Pero el suelo de piedra era el mismo. Al igual que el chirriante sonido de los vagones y los frenos de las locomotoras.

De repente vio a su hija.

Primero penso que se confundia. Igual podria ser la chica que cargaba las balas de heno en la granja de Sten Widen. Pero luego no le cupo ninguna duda. Era Linda.

Estaba junto a un hombre negro como el carbon, intentando sacar un billete de una maquina. El africano era casi medio metro mas alto que ella. Tenia el pelo abundante y rizado y vestia un mono de color lila.

Wallander se retiro al instante detras de una columna como si estuviera espiando a alguien.

El africano dijo algo y Linda se rio.

Penso que hacia anos que no veia reir a su hija.

Lo que vio le hizo desesperar. Sentia que no llegaba a ella. La habia perdido para siempre, a pesar de que estaban tan cerca.

«Mi familia», penso. «Estoy en una estacion de ferrocarril y espio a mi hija. Al mismo tiempo que su madre, mi esposa, quizas haya llegado al restaurante para cenar conmigo y para ver si podemos comunicarnos sin gritar ni chillar.»

De pronto le costaba ver. Los ojos se le nublaron de lagrimas.

No habia visto reir a Linda ni habia tenido lagrimas en los ojos en mucho tiempo.

El africano y Linda iban hacia la salida de los andenes. Queria correr tras ella, abrazarla.

Luego desaparecieron de su vista y el siguio su repentina tarea de vigilancia. Iba por las sombras del anden donde soplaba el viento helado del estrecho. Los vio caminar de la mano, riendo. Lo ultimo que vio fueron las puertas que se cerraron con un soplido, y el tren se fue hacia Landskrona o Lund.

Intento pensar que tenia aspecto alegre. Desenfadada, como cuando era muy joven. Pero lo unico que sentia era su propia desdicha.

Kurt Wallander. El policia patetico. Con una vida familiar tan penosa.

Y llegaria con retraso. A lo mejor Mona se habia marchado. Ella siempre era muy puntual y se sentia mal cuando tenia que esperar.

Especialmente a el.

Echo a correr por el anden. Una locomotora de color rojo fuego rugia como un animal salvaje a su lado.

Tenia tanta prisa que tropezo en la escalera que llevaba al restaurante. El portero rapado le miro con expresion de censura.

– ?Adonde crees que vas? -pregunto.

La pregunta paralizo a Kurt Wallander. El significado de la pregunta quedaba claro.

El guardia pensaba que estaba borracho. No lo dejarian entrar.

– Voy a cenar con mi esposa -contesto.

– No lo creo -dijo el guardia-. Vale mas que te vayas a casa.

Kurt Wallander sintio que le subia la colera.

– ?Soy policia! -bramo-. Y no estoy borracho si eso es lo que pensabas. Dejame entrar antes de que me cabree de verdad.

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