Ella estiro la mano y la puso sobre la de el. Pero no dijo nada.

Y en ese momento Kurt Wallander comprendio que se habia acabado. Nada podia cambiar el divorcio. Podrian cenar juntos quiza. Pero sus vidas iban irrevocablemente por caminos separados. Su silencio no mentia.

Empezo a pensar en Anette Brolin. Y en la mujer negra que lo visitaba en suenos.

No estaba preparado para la soledad. Pero se esforzaria por aceptarla y quizas al cabo de un tiempo encontraria una nueva vida, de la que nadie mas que el seria responsable.

– Contestame a una sola cosa -pregunto-. ?Por que me dejaste?

– Si no te hubiera dejado, la vida se me habria escapado -contesto ella-. Me gustaria que entendieras que no fue culpa tuya. Fui yo la que sentia la necesidad de la ruptura, fui yo la que me decidi. Un dia entenderas lo que quiero decir.

– Quiero entenderlo ahora.

Al salir, ella queria pagar su parte. Pero el insistio y le dejo pagar.

– ?Como iras a casa? -pregunto ella.

– Hay un autobus nocturno. ?Y tu?

– Ire caminando.

– Te acompano un trozo.

Ella nego con la cabeza.

– Nos separamos aqui. Es mejor. Pero llamame. Quiero que sigamos en contacto.

Le dio un beso rapido en la mejilla. La vio cruzar el puente del canal con pasos energicos. Cuando desaparecio entre el Savoy y la oficina de turismo la siguio. Antes habia espiado a su hija. En aquel momento seguia a su mujer.

Junto a la tienda de electrodomesticos que habia en la esquina de la plaza de Stortorget esperaba un coche. Ella se sento en el asiento de delante. Kurt Wallander se escondio en un portal cuando el coche paso cerca de el. Por un momento vio al hombre que conducia.

Se fue hacia su coche. No habia ningun autobus nocturno para Ystad. Entro en una cabina de telefonos y llamo a casa de Anette Brolin. Cuando contesto, colgo deprisa.

Se sento en su coche, puso la casete de Maria Callas y cerro los ojos.

Se desperto de golpe porque tenia frio. Habia dormido casi dos horas. A pesar de que no estaba sobrio decidio ir conduciendo a casa. Se meteria por caminos vecinales y pasaria por Svedala y Svaneholm. Alli no corria el riesgo de cruzarse con patrullas de policia.

Pero habia olvidado por completo que las patrullas nocturnas de Ystad estarian vigilando los campos de refugiados. Y que el mismo habia dado la orden.

Tras controlar que todo estaba en calma en Hageholm, Peters y Noren se cruzaron con un conductor que hacia eses entre Svaneholm y Slimminge. A pesar de que los dos normalmente reconocian el coche de Wallander, no se les ocurrio que podria ser el quien conducia de noche. Ademas, la matricula estaba tan llena de barro que no se podia identificar. Detuvieron el coche y golpearon el cristal; Kurt Wallander lo bajo y solo entonces reconocieron a su jefe en funciones.

Ninguno de ellos dijo nada. La linterna de Noren iluminaba los ojos rojizos de Wallander.

– ?Todo tranquilo? -pregunto Wallander.

Noren y Peters se miraron.

– Si -dijo Peters-. Todo parece tranquilo.

– Esta bien -susurro Wallander y empezo a subir el cristal.

Entonces Noren se acerco.

– Es mejor que salgas del coche -dijo-. Ahora, enseguida.

Kurt Wallander miro sin comprender la cara apenas visible bajo la fuerte luz de la linterna.

Luego se encogio e hizo lo que le habian dicho.

Salio del coche.

La noche era fria. Tenia frio.

Algo habia terminado.

9

Kurt Wallander no se sentia precisamente un policia feliz cuando entro por las puertas del Hotel Svea en Simrishamn sobre las siete de la manana del viernes. Caia una densa aguanieve en Escania y la humedad se le habia metido dentro de los zapatos al salir del coche e ir hacia el hotel. Ademas, le dolia la cabeza.

Pidio unas aspirinas a la camarera. Esta volvio con un vaso de agua en el que habia un polvo blanco efervescente.

Al beber el agua noto que le temblaba la mano.

Penso que era tanto de angustia como de alivio.

Cuando unas horas antes Noren le ordeno salir del coche en el camino que iba de Svaneholm a Slimminge, penso que todo habia acabado. Ya no seria policia. El hecho de conducir en estado de embriaguez le causaria la suspension inmediata. Y aunque pudiera volver al servicio activo alguna vez, despues de haber purgado la condena en la carcel, nunca podria mirar a sus antiguos colegas a los ojos.

Se le ocurrio que tal vez podria llegar a ser responsable de seguridad en una empresa. O pasar el control de seleccion de una empresa de vigilancia poco escrupulosa. Pero su carrera de veinte anos como policia habria acabado. Y el era policia. Nunca habia pensado en sobornar a Peters y a Noren. Sabia que era imposible. Lo que podria hacer era implorar su comprension. Invocar el espiritu de cuerpo, la camaraderia, la amistad que en realidad no existia.

Pero no le hizo falta.

– Ve con Peters y yo llevare tu coche a casa -dijo Noren.

Kurt Wallander recordaba el alivio, pero tambien el inconfundible tono de desprecio en la voz de Noren.

Sin mediar palabra se sento en el asiento trasero del coche de policia. Durante el trayecto hasta la calle Mariagatan de Ystad, Peters mantuvo una actitud de silenciosa reserva.

Noren llego un momento mas tarde, aparco el coche y le dio las llaves.

– ?Te ha visto alguien? -pregunto.

– Nadie mas que vosotros.

– Has tenido una suerte de mil demonios.

Peters asintio con la cabeza. Entonces Kurt Wallander comprendio que nada se sabria. Noren y Peters cometian una falta grave al protegerle. No tenia ni idea del motivo.

– Gracias -dijo.

– Esta bien -replico Noren.

Y se marcharon.

Kurt Wallander subio a su piso y se bebio lo que quedaba de una botella casi vacia de whisky. Luego dormito unas horas sobre la cama. Sin pensar, sin sonar. A las seis y cuarto se sento en el coche de nuevo, despues de haberse afeitado apresuradamente.

Claro que sabia que aun estaba ebrio. Pero ya no existia el riesgo de encontrarse con Peters y Noren. Ellos habian acabado su turno a las seis.

Intento concentrarse en lo que le esperaba. Goran Boman acudiria y juntos se pondrian manos a la obra para encontrar el eslabon perdido en la investigacion del doble homicidio de Lenarp.

Aparto todos los demas pensamientos. Los retomaria cuando tuviera mas fuerzas. Cuando ya no tuviera resaca y pudiera considerarlo todo con distancia.

Estaba solo en el comedor del hotel. Contemplo el mar, que se veia gris entre la aguanieve. Un barco pesquero salia del puerto y Wallander intento descifrar el numero que se veia pintado de negro sobre la quilla.

«Una cerveza», penso. «Una buena cerveza es lo que necesito ahora mismo.»

La tentacion era fuerte. Tambien penso en pasarse por la tienda de bebidas alcoholicas y comprar algo para la noche.

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