sabremos.

Ella rio.

– Digo la verdad -replico-. Me cuesta mucho mentir. Pero vuelvan ustedes si tienen mas preguntas extranas.

Dejaron el chalet y regresaron al coche.

– Una cosa aclarada -dijo Goran Boman.

– Ella no era -contesto Kurt Wallander.

– ?Que hacemos con el hijo de ?hus?

– Lo dejamos. Al menos por el momento.

Fueron a buscar el coche de Kurt Wallander y se marcharon directamente a Kristianstad.

Cuando estaban cerca de las colinas de Brosarp, la lluvia ceso y los nubarrones empezaron a dispersarse. Delante de la comisaria de Kristianstad volvieron a cambiar de coche y continuaron con uno de los coches de la policia.

– Margareta Velander -dijo Goran Boman-. Cuarenta y nueve anos, tiene una peluqueria llamada Die Welle en la calle Krokarpsgatan. Tres hijos, divorciada, casada de nuevo, divorciada otra vez. Vive en una casa adosada hacia Blekinge. Tuvo un hijo en diciembre del cincuenta y ocho. El hijo se llama Nils. Un tipo bastante aventurero, por lo visto. Ha viajado por los mercadillos vendiendo fruslerias. Es dueno de una agencia de ropa interior sexy. Mira que hay sitios, pero ha acabado estableciendose en Solvesborg. ?Quien demonios compra ropa interior sexy que se vende por correo desde alli?

– Mucha gente -afirmo Kurt Wallander.

– Estuvo una vez en la carcel por malos tratos -continuo Goran Boman-. No he visto el informe. Pero le dieron un ano. Eso significa que fueron lesiones graves.

– Quiero ver ese informe -dijo Kurt Wallander-. ?Donde ocurrio?

– Fue condenado por el Tribunal de Kalmar. Estan buscando la sentencia.

– ?Cuando paso?

– En el ochenta y uno, creo.

Kurt Wallander estuvo pensando mientras Goran Boman conducia a traves de la ciudad.

– Ella tendria solo diecisiete anos cuando nacio el nino. Y si nos imaginamos a Johannes Lovgren como el padre, hay una considerable diferencia de edad.

– Ya lo he pensado. Pero eso puede significar muchas cosas.

La peluqueria estaba en el sotano de un bloque de pisos normal y corriente, en las afueras de Kristianstad.

– Podriamos aprovechar y cortarnos el pelo -dijo Goran Boman-. ?Quien te lo corta, por cierto?

Kurt Wallander estuvo a punto de contestar que era su mujer Mona la que se cuidaba de ello.

– Depende -respondio evasivamente.

En la peluqueria habia tres sillas. Todas estaban ocupadas cuando entraron.

Dos mujeres estaban sentadas debajo de unos secadores, mientras que a la tercera le lavaban el pelo.

La mujer que le daba masajes en la cabeza los miro con asombro.

– Solo corto a quienes tienen hora -dijo-. Hoy lo tengo completo. Manana tambien. Si es que vais a pedir hora para vuestras mujeres.

– ?Margareta Velander? -pregunto Goran Boman. Y enseno su placa-. Quisieramos hablar con usted.

Kurt Wallander vio que se asustaba.

– No puedo dejar el trabajo ahora -dijo.

– Esperaremos -dijo Goran Boman.

– Alli, en la habitacion de detras -indico Margareta Velander-. No tardare.

La habitacion era muy pequena. Una mesa con un mantel de hule y unas sillas llenaban casi todo el espacio. En una estanteria habia unas revistas entre unas tazas de cafe y una cafetera sucia. Kurt Wallander se fijo en una fotografia en blanco y negro clavada en la pared. Era una foto difusa y descolorida de un hombre joven en uniforme de marino. Kurt Wallander vio que ponia HALLAND en la gorra.

– «Halland» -dijo-. ?Era un crucero o un caza?

– Caza. Desguazado hace mucho tiempo.

Margareta Velander entro en la habitacion secandose las manos con una toalla.

– Ahora tengo unos minutos. ?De que se trata?

– Queremos saber si usted conoce a un hombre que se llama Johannes Lovgren -empezo Kurt Wallander.

– Hablame de tu -dijo mientras se sentaba-. ?Quereis cafe?

Los dos rehusaron y Kurt Wallander se irrito porque se habia vuelto de espaldas cuando le hizo la pregunta.

– Johannes Lovgren -repitio otra vez-. Un granjero de un pequeno pueblo a las afueras de Ystad. ?Le conocias?

– ?El que mataron? -pregunto mirandolo a los ojos.

– Si -contesto-. El hombre al que mataron. Ese mismo.

– No -contesto sirviendose cafe en un vaso de plastico-. ?Por que habria de conocerlo?

Los policias intercambiaron una mirada rapida. Habia algo en su voz que denotaba que se sentia presionada.

– En diciembre del cincuenta y ocho tuviste un hijo al que llamaste Nils -dijo Wallander-. Registraste al padre como desconocido.

En el momento de pronunciar el nombre del hijo, rompio a llorar.

El vaso de plastico se volco y el cafe empezo a caer goteando al suelo.

– ?Que ha hecho? -pregunto-. ?Que ha hecho ahora?

Esperaron a que se calmara antes de seguir con las preguntas.

– No estamos aqui para comunicarle algo -intervino Kurt Wallander-. Pero quisieramos saber si el padre de Nils podria haber sido Johannes Lovgren.

– No.

Su respuesta no parecia muy convincente.

– Entonces ?como se llamaba?

– ?Por que lo quereis saber?

– Es importante para la investigacion.

– Ya os he dicho que no conozco a nadie que se llame Lovgren.

– ?Como se llamaba el padre de Nils?

– No lo dire.

– La respuesta quedara entre nosotros.

Tardo bastante en contestar.

– No se quien es el padre de Nils.

– Una mujer suele saber estas cosas.

– Estuve con varios hombres durante aquellos anos. No lo se. Por eso declare el padre como desconocido.

Se levanto bruscamente de la silla.

– Debo trabajar -dijo-. Las senoras se coceran en los secadores.

– Entonces esperaremos.

– ?Pero no tengo nada mas que decir!

Parecia cada vez mas exaltada.

– Tenemos mas preguntas.

Despues de diez minutos volvio. Llevaba unos billetes en la mano y los metio en su bolso, que colgaba de una silla. Esta vez parecia serena y con ganas de guerra.

– No conozco a nadie que se llame Lovgren -dijo.

– ?E insistes en no saber quien es el padre del hijo que tuviste en mil novecientos cincuenta y ocho?

– Si.

– ?Eres consciente de que posiblemente tengas que contestar estas preguntas bajo juramento?

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