– Yo no miento.
– ?Donde podemos encontrar a tu hijo Nils?
– Viaja mucho.
– Segun nuestros informes esta empadronado en Solvesborg.
– ?Pues id alli entonces!
– Lo haremos.
– No tengo nada mas que decir.
Kurt Wallander dudo un momento. Luego senalo la difusa y descolorida foto que estaba clavada en la pared con una aguja.
– ?Es ese el padre de Nils?
Ella acababa de encender un cigarrillo. Al echar el humo dejo escapar como un chisporroteo.
– No conozco a ningun Lovgren. No se de que estais hablando.
– Pues bueno -dijo Goran Boman acabando la conversacion-. Nos vamos. Pero tal vez volvamos.
– No tengo nada mas que decir. ?Por que no me dejais en paz?
– Nadie puede estar en paz mientras la policia este buscando a un asesino -dijo Goran Boman-. Es asi.
Cuando salieron a la calle, el sol brillaba. Se pararon junto al coche.
– ?Tu que crees? -pregunto Gran Boman.
– No lo se. Pero algo hay.
– ?Intentamos dar con el hijo antes de seguir con la tercera?
– Creo que si.
Se fueron a Solvesborg y, despues de mucho buscar, encontraron la direccion correcta. Una casa de madera casi en ruinas, rodeada de coches desguazados y recambios de maquinas. Un pastor aleman furioso tiraba de una cadena de hierro. La casa parecia abandonada. Goran Boman se agacho para mirar un letrero mal escrito, fijado a la puerta con clavos.
– Nils Velander -dijo-. Es aqui.
Llamo varias veces a la puerta. Pero nadie contesto. Dieron la vuelta a la casa.
– ?Vaya ratonera! -exclamo Goran Boman.
Al volver al punto de partida Kurt Wallander toco el pomo de la puerta exterior.
La casa estaba sin cerrar.
Kurt Wallander miro inquisitivamente a Goran Boman, que se encogio de hombros.
– Si esta abierto -dijo-, entramos.
Entraron en un recibidor que olia a moho y escucharon. Todo estaba en calma, hasta que los dos se sobresaltaron cuando un gato dio un salto resoplando desde un rincon oscuro y desaparecio por la escalera que llevaba hasta el piso superior. La habitacion que quedaba a la izquierda parecia una especie de despacho. Alli habia dos archivadores abollados y un escritorio lleno de cosas, con un telefono y un contestador automatico. Wallander levanto la tapa de una caja que estaba sobre la mesa. Habia un juego de ropa interior de cuero negro y una etiqueta con un nombre.
– Fredrik ?berg de la calle Dragongatan de Alingsas ha pedido esto -dijo al tiempo que hacia una mueca-. Remitente discreto, probablemente.
Siguieron hasta la siguiente habitacion, que era un almacen donde Nils Velander guardaba la ropa interior sexy. Tambien habia unos cuantos latigos y correas para perros. Todo parecia tirado dentro del almacen sin ningun orden. La siguiente habitacion era la cocina, que tenia platos sucios en el fregadero. Habia un pollo a medio comer en el suelo. Olia a orin de gato por todas partes.
Kurt Wallander abrio la puerta de la despensa.
Alli habia un aparato para destilar alcohol y dos grandes garrafas.
Goran Boman sonrio sarcasticamente mientras sacudia la cabeza.
Subieron al piso superior. Miraron en el dormitorio con sabanas sucias y montones de ropa por en medio. Las cortinas estaban echadas y contaron hasta siete los gatos que se escaparon al acercarse.
– ?Que ratonera! -exclamo Goran Boman otra vez-. ?Como se puede vivir de esta manera?
La casa tenia el aspecto de haber sido abandonada con mucha prisa.
– Vale mas que nos vayamos -dijo Kurt Wallander-. Necesitaremos una orden de registro antes de meternos aqui en serio.
Bajaron la escalera de nuevo. Goran Boman entro en el despacho y conecto el contestador.
Nils Velander, si era el, informaba de que el despacho de Raff-Sets no podia atenderles, pero que podian dejar su pedido en el contestador automatico.
El pastor aleman tiraba de la cadena cuando salieron al patio.
Al lado de la pared izquierda, Kurt Wallander descubrio una puerta que conducia a un sotano, casi totalmente escondida detras de los restos de una vieja calandria.
Abrio la puerta, que no estaba cerrada con llave, y entro en el oscuro recinto. A tientas llego hasta un interruptor. Habia un viejo calefactor de gasoil en un rincon. El resto del sotano estaba lleno de jaulas para pajaros vacias. Llamo a Goran Boman y este bajo al sotano.
– Calzoncillos de cuero y jaulas vacias -dijo Kurt Wallander-. ?En que ocupara su tiempo este hombre en realidad?
– Creo que debemos investigarlo -contesto Goran Boman.
Cuando se iban a marchar, Kurt Wallander descubrio un pequeno armario de acero detras del calefactor de gasoil. Se agacho y dio la vuelta al manubrio. Estaba sin cerrar con llave, como todo lo demas en aquella casa. Metio la mano y encontro una bolsa de plastico. La saco y la abrio.
– Mira esto -dijo.
En la bolsa de plastico habia un monton de billetes de mil coronas.
Kurt Wallander conto hasta 23.
– Creo que tenemos una charla pendiente con este chico -dijo Goran Boman.
Volvieron a meter el dinero y salieron. El pastor aleman ladraba.
– Deberemos contactar con los companeros de Solvesborg -dijo Goran Boman-. Tendran que encontrarnos a este chico.
En la comisaria de Solvesborg hablaron con un policia que conocia muy bien a Nils Velander.
– Seguramente se ocupa de muchas actividades ilegales -dijo el policia-. Pero lo unico que tenemos son sospechas de importacion ilegal de pajaritos de Tailandia. Y fabricacion ilegal de alcohol.
– Una vez fue condenado por malos tratos -dijo Goran Boman.
– No suele meterse en peleas -anadio el policia-. Pero intentare encontrarlo para vosotros. ?Creeis de verdad que ha matado a gente?
– No lo sabemos -respondio Kurt Wallander-. Pero queremos encontrarlo.
Regresaron a Kristianstad. Habia vuelto a llover. Ambos se llevaron una buena impresion de la policia de Solvesborg y calculaban que pronto encontrarian a Nils Velander.
Pero Kurt Wallander dudaba.
– No sabemos nada -dijo-. Unos billetes de mil coronas en una bolsa de plastico no prueban ni una cosa ni otra.
– Pero algo hay -dijo Goran Boman.
Kurt Wallander asintio con la cabeza. Habia algo con la peluquera y su hijo.
Pararon a comer en un motel a la entrada de Kristianstad. Kurt Wallander penso que deberia llamar a la comisaria de Ystad.
El telefono de la cabina no funcionaba.
Era la una y media cuando volvieron a Kristianstad. Antes de seguir con la tercera mujer, Goran Boman tenia que pasar por su despacho.
La chica de la recepcion los detuvo.
– Han llamado desde Ystad -dijo-. Quieren que Kurt Wallander les llame.
– Hazlo desde mi despacho -le ofrecio Goran Boman.
Invadido por malos presentimientos, Kurt Wallander marco el numero mientras Goran Boman iba a buscar cafe.
Ebba le conecto con Rydberg sin mediar palabra.