– Es mejor que vengas -dijo Rydberg-. Un loco ha disparado y matado a un refugiado somali en Hageholm.
– ?Que cono quieres decir?
– Quiero decir lo que digo. El somali habia salido a pasear. Alguien le pego un tiro con una escopeta de perdigones. Te he buscado por todas partes. ?Donde cono te metes?
– ?Esta muerto?
– Le volaron toda la cabeza.
Kurt Wallander sintio nauseas.
– Ya voy -dijo.
Colgo en el momento en que Goran Boman llegaba haciendo equilibrio con dos tazas de cafe. Kurt Wallander le explico lo sucedido.
– Te daremos transporte de salida urgente -dijo Goran Boman-. Enviare tu coche con uno de los chicos.
Todo paso muy deprisa.
Despues de unos minutos, Kurt Wallander iba hacia Ystad en un coche con sirena. Rydberg lo recibio en la comisaria y siguieron inmediatamente hasta Hageholm.
– ?Tenemos alguna pista? -pregunto Kurt Wallander.
– Nada. Pero la redaccion del periodico
– Pero esto es una locura total -dijo Kurt Wallander-. ?Si ya no sospechamos de los extranjeros!
– Parece que alguien cree lo contrario. Que estamos protegiendo a unos extranjeros.
– Ya lo he desmentido.
– A los que han hecho esto les importan un bledo los desmentidos. Ven una excusa excelente para sacar las armas y empezar a disparar a los refugiados.
– ?Es una locura!
– Ya lo creo que es una locura. ?Pero es la verdad!
– ?Grabaron el mensaje en el periodico?
– Si.
– Lo quiero oir. A ver si es la misma persona que me llamo a mi.
El coche se lanzo a gran velocidad a traves del paisaje escaniano.
– ?Que hacemos ahora? -pregunto Kurt Wallander.
– Tenemos que encontrar a los responsables de lo de Lenarp -contesto Rydberg-. Rapido de cojones.
En Hageholm reinaba el caos. Refugiados exaltados se reunian llorando en el comedor, los periodistas hacian entrevistas y los telefonos sonaban. Wallander salio del coche en un camino embarrado a unos cientos de metros de las viviendas. Se habia levantado viento y se subio el cuello de la chaqueta. Un terreno alrededor del camino habia sido acordonado. El cadaver estaba boca abajo con la cabeza en el barro.
Kurt Wallander levanto con cuidado la sabana que cubria el cuerpo.
Rydberg no habia exagerado. No quedaba casi nada de la cabeza.
– Un disparo a bocajarro -explico Hanson, que se encontraba alli al lado-. El asesino habra salido de un escondite y hecho los disparos a un par de metros de distancia.
– Los disparos -repitio Kurt Wallander.
– La encargada del campo ha dicho que oyo dos disparos seguidos.
Kurt Wallander miro a su alrededor.
– Huellas de coche. ?Adonde lleva esta carretera? -pregunto.
– Dos kilometros mas abajo llegas a la E 14.
– ?Y nadie ha visto nada?
– Es dificil interrogar a refugiados que hablan quince idiomas distintos. Pero estamos en ello.
– ?Sabemos quien es el muerto?
– Tenia esposa y nueve hijos.
Kurt Wallander miro a Hanson con incredulidad.
– ?Nueve hijos?
– Imaginate los titulares manana -dijo Hanson-. Un refugiado inocente asesinado durante un paseo. Nueve hijos sin padre.
Svedberg se acerco corriendo desde uno de los coches de policia.
– El jefe de policia esta al telefono -dijo.
Kurt Wallander se sorprendio.
– ?Pero si no vuelve de Espana hasta manana!
– El no. El de la jefatura Nacional de Policia.
Kurt Wallander se sento en el coche y tomo el telefono. El jefe hablo duramente y Kurt Wallander enseguida se molesto por lo que dijo.
– Esto tiene mal aspecto -declaro el jefe de policia-. Preferimos que no haya asesinatos racistas en este pais.
– Claro -contesto Kurt Wallander.
– Hay que dar prioridad a este asunto.
– Si. Pero estamos hasta el cuello con el doble asesinato de Lenarp.
– ?Haceis algunos progresos?
– Creo que si. Pero es lento.
– Quiero que me informes a mi personalmente. Salgo esta noche en television en un programa de debate y necesito toda la informacion posible.
– Asi lo hare.
La conversacion habia acabado.
Kurt Wallander se quedo sentado en el coche. «Naslund se cuidara de esto», penso. «Tendra que enviar todo el papeleo a Estocolmo.»
Se sintio mal. La resaca se le habia pasado y estaba pensando en lo ocurrido la noche anterior. Vio a Peters apearse de un coche policia que acababa de llegar, y eso tambien le recordo su borrachera.
Luego penso en Mona y en el hombre que la habia ido a buscar.
Y en Linda riendo. El hombre negro a su lado.
En su padre pintando su cuadro eterno.
Tambien penso en si mismo.
«Hay un tiempo para vivir y otro para estar muerto.»
Despues se obligo a salir del coche para empezar con la investigacion del crimen.
«Que no ocurra nada mas», penso.
«No lo resistiriamos.»
Eran las tres y cuarto. Empezaba a llover de nuevo.
10
Llovia a cantaros. Kurt Wallander tenia frio. Eran casi las cinco y la policia habia montado focos alrededor del lugar del crimen. Vio a dos camilleros de la ambulancia que se acercaban pisando el lodo. Se llevarian al somali muerto. Mientras miraba el lodazal, se pregunto si era posible que ni siquiera un hombre tan competente como Rydberg pudiera encontrar huellas.
A pesar de todo sentia cierto alivio. Hasta hacia unos diez minutos habian estado rodeados de una esposa histerica y nueve ninos chillando. La esposa del muerto se lanzo al lodo, su desesperacion era tan conmovedora que algunos de los policias no pudieron soportarlo y se apartaron. Para su asombro, Wallander se dio cuenta de que el unico que podia lidiar con la pena de la mujer y los ninos desesperados era Martinson, el mas joven de los policias, que en su breve carrera profesional no habia tenido que transmitir ni un solo mensaje de muerte a un familiar. Abrazo a la mujer, se arrodillo en el lodo, y de alguna manera se entendieron, por encima de todas las