que todos los que hubieran visto un Citroen en la E 14 se pusieran en contacto con la policia. Al mismo tiempo, dio una descripcion provisional del asesino.
Cuando termino, le llovieron las preguntas.
– Ahora no -dijo-. He dicho lo que tenia que decir.
Camino de su despacho, Hanson se le acerco y le pregunto si queria ver una grabacion del programa en el que habia participado el jefe de la policia.
– Prefiero no verla -contesto-. Al menos de momento.
Arreglo su escritorio. Pego en el auricular la nota donde ponia que tenia que llamar a su hermana. Luego telefoneo a Goran Boman a su casa. Fue Boman quien contesto.
– ?Como os va? -pregunto Boman.
– Tenemos algunas cosas -contesto Kurt Wallander-. Seguimos trabajando.
– Tengo buenas noticias para ti.
– Eso es lo que esperaba.
– Los companeros en Solvesborg encontraron a Nils Velander. Parece que tiene un barco en una naviera adonde va a lijarlo de vez en cuando. El protocolo del interrogatorio llegara manana, pero me han dicho lo mas importante. Dice que el dinero de la bolsa de plastico viene de la venta de ropa interior. Y acepto cambiarlo por otros billetes para que podamos controlar las huellas digitales.
– Deberemos ir a la sucursal del Foreningsbanken aqui en Ystad -dijo Kurt Wallander-. Tenemos que investigar si podemos seguir la numeracion de los billetes.
– El dinero viene manana. Pero, sinceramente, no creo que sea el.
– ?Por que no?
– No lo se.
– ?Crei que tenias buenas noticias?
– Y las tengo. Ahora referentes a la tercera mujer. Pense que no te importaria que la visitara solo.
– Claro que no.
– Como ya sabes, se llama Ellen Magnuson. Tiene sesenta anos y trabaja en una farmacia aqui en Kristianstad. Me la habia encontrado una vez antes, por cierto. Hace unos anos atropello a un operario de los que trabajan en la carretera, en un accidente de trafico. Fue en las afueras del aeropuerto de Everod. Afirmo que la habia cegado el sol. Seguramente fue verdad. En 1955 tuvo un hijo con un padre registrado como desconocido. El hijo se llama Erik y vive en Malmo. Es funcionario del Consejo General. Fui a casa de la mujer. Parecia asustada y ansiosa, como si hubiera estado esperando la visita de la policia. Nego que Johannes Lovgren fuera el padre de aquel chico. Pero tuve la impresion de que mentia. Si te fias de mi juicio, me gustaria concentrarme en ella. Pero naturalmente no olvidare al vendedor de pajaros ni a su madre.
– Las proximas veinticuatro horas no tendre tiempo para mucho mas de lo que estoy haciendo ahora -dijo Kurt Wallander-. Te agradezco todo lo que puedas averiguar
– Te envio los papeles -dijo Goran Boman-. Y los billetes. Me imagino que tendras que firmar un recibo por ello.
– Cuando todo esto haya terminado, nos tomaremos un whisky -dijo Kurt Wallander.
– Habra una conferencia en marzo, en el castillo de Snogeholm, sobre los nuevos caminos del narcotrafico en los estados del este -dijo Goran Boman-. ?Que te parece?
– Me parece perfecto -contesto Kurt Wallander.
Acabada la conversacion se fue al despacho de Martinson para saber si habia llegado algun soplo del buscado Citroen.
Martinson nego con la cabeza. Todavia nada.
Kurt Wallander volvio a su despacho y puso los pies encima del escritorio. Eran las once y media. Poco a poco intento aclarar sus pensamientos. Primero repaso de forma metodica el asesinato del campo de refugiados. ?Habia olvidado algo? ?Existia algun indicio en el desarrollo de los acontecimientos imaginados por Rydberg o algo mas que debieran hacer inmediatamente?
Estaba contento, la investigacion iba sobre ruedas, lo mejor que podia. Tendrian que esperar a que llegaran ciertos analisis tecnicos y a que aparecieran pistas del coche. Cambio de posicion en la silla, se desato la corbata y penso en lo que le habia contado Goran Boman. Se fiaba por completo de su juicio.
Si su colega tenia la impresion de que la mujer mentia, seguramente era asi.
Pero ?por que no le interesaba Nils Velander?
Bajo los pies del escritorio y tomo un folio en blanco. Luego escribio una lista recordatoria de todo lo que debia tener tiempo de hacer durante los proximos dias. Decidio que el banco de Foreningsbanken tendria que abrirle las puertas al dia siguiente, a pesar de ser sabado.
Cuando termino con la lista, se levanto desperezandose. Eran poco mas de las doce. En el pasillo oia a Hanson hablando con Martinson. De lo que hablaban, sin embargo, no podia entender nada.
Fuera, delante de la ventana, una farola se movia por el viento. Se sentia sudado y sucio y penso en ir a darse una ducha en los vestuarios de la comisaria. Abrio la ventana e inspiro el aire frio. Habia dejado de llover.
Estaba ansioso. ?Como podrian evitar que los asesinos actuaran otra vez?
La proxima seria una mujer, para resarcirse de la muerte de Maria Lovgren.
Se sento a la mesa y se acerco la carpeta con el resumen sobre los campos de refugiados en Escania.
No era probable que el asesino volviera a Hageholm. Pero habia un monton de alternativas posibles. Y si el asesino elegia a su victima de la misma forma aleatoria que en Hageholm, aun tendrian menos pistas que seguir.
Ademas, era imposible exigir a los refugiados que no salieran.
Aparto la carpeta y coloco una hoja en la maquina de escribir.
Eran casi las doce y media. Penso que tanto podia escribir su informe a Bjork como hacer cualquier otra cosa.
En aquel momento la puerta se abrio y Svedberg entro en la habitacion.
– ?Novedades? -pregunto Kurt Wallander.
– En cierta manera -respondio Svedberg con la cara preocupada.
– ?Que ocurre?
– No se como explicarlo. Pero acabamos de recibir una llamada de un granjero de Loderup.
– ?Ha visto el Citroen?
– No. Pero afirmo haber visto pasear a tu padre por el campo, en pijama. Con una maleta en la mano.
Kurt Wallander se quedo petrificado.
– ?Que cono estas diciendo?
– El que llamo parecia lucido. En realidad queria hablar contigo. Pero conectaron la llamada mal y me llego a mi. Pense que tu deberias decidir lo que vamos a hacer.
Kurt Wallander se quedo sentado totalmente quieto con la mirada vacia.
Luego se levanto.
– ?Por donde? -pregunto.
– Parece ser que tu padre va caminando hacia la carretera principal.
– Me ocupo yo mismo. Volvere en cuanto pueda. Que me den un coche con radio para que podais avisarme si hay algo.
– ?Quieres que vaya contigo o que lo haga otro?
Kurt Wallander nego con la cabeza.
– Papa tiene demencia senil -dijo-. Debo intentar encontrarle un sitio en alguna parte.
Svedberg hizo que le dieran las llaves de un coche con radio.
Justo cuando iba a salir descubrio a un hombre fuera, en la penumbra. Lo reconocio, era uno de los periodistas de los periodicos de la tarde.
– No quiero que me siga -dijo a Svedberg.
Svedberg asintio con la cabeza.
– Espera a que me veas salir marcha atras y que se me cale el motor delante de su coche. Entonces te puedes marchar.
Kurt Wallander se sento en el coche y espero.