Vio correr al periodista hacia su coche. Treinta segundos mas tarde salio Svedberg en su coche particular. Paro el motor.
El coche bloqueo la salida del periodista. Kurt Wallander se alejo.
Condujo deprisa. Demasiado deprisa. No hizo caso al limite de velocidad al atravesar Sandskogen. Ademas, estaba casi solo en la carretera. Unas liebres asustadas huyeron por el asfalto mojado.
Cuando llego al pueblo donde vivia su padre, no tuvo que buscarlo. Las luces del coche lo delataron pisando descalzo el lodo del campo, vestido con su pijama de rayas azules. Llevaba su viejo sombrero en la cabeza y una gran maleta en la mano. Se llevo irritado la mano a los ojos cuando las luces lo cegaron. Luego continuo caminando con paso energico, como si fuera camino de una meta claramente marcada.
Kurt Wallander apago el motor pero dejo los faros encendidos.
Luego salio al campo.
– ?Papa! -grito-. ?Que cono estas haciendo?
El padre no contesto, sino que siguio caminando. Kurt Wallander lo persiguio. Tropezo, cayo y se mojo medio cuerpo.
– ?Papa! -grito de nuevo-. ?Para! ?Adonde vas?
Ninguna reaccion. El padre parecia ir mas rapido. Pronto estarian en la carretera principal. Kurt Wallander corrio y tropezo al alcanzarlo y agarrarlo por el brazo. Pero el padre dio un tiron, se libero y siguio.
Entonces Kurt Wallander se enfurecio.
– Policia -rugio-. ?Alto o disparo!
El padre se paro de golpe y se dio la vuelta. Kurt Wallander le vio abrir y cerrar los ojos a la luz de los faros.
– ?Que te dije? -grito-. ?Me quieres matar!
Despues lanzo la maleta hacia Kurt Wallander. La tapa se abrio y mostro su contenido: ropa interior sucia, tubos de colores y pinceles.
Kurt Wallander noto que una gran pena lo invadia. Su padre habia salido trastornado por la noche, imaginandose que iba camino de Italia.
– Calmate, papa -dijo-. Solo te queria llevar a la estacion. Para que no tuvieras que ir a pie.
El padre lo miro con incredulidad.
– No me lo creo -dijo.
– Como no iba a llevar a mi propio padre a la estacion cuando se va de viaje.
Kurt Wallander recogio la maleta, cerro la tapa y empezo a caminar hacia el coche. Metio la maleta en el portaequipajes y se puso a esperar. Su padre tenia el aspecto de un animal atrapado por la luz de los faros alli, en el campo. Un animal que habia sido acosado hasta el fin, esperando el disparo mortal.
Luego empezo a caminar hacia el coche. Kurt Wallander no supo si lo que veia era una expresion de dignidad o de humillacion. Abrio la puerta de atras y el padre entro. Tapo los hombros de su padre con una manta que habia en el portaequipajes.
De repente vio salir a un hombre de entre las sombras y se sobresalto. Un anciano, vestido con un mono sucio.
– Yo fui el que llamo -dijo el hombre-. ?Como va?
– Va bien -contesto Wallander-. Gracias por llamar.
– Fue una pura casualidad que lo viera.
– Entiendo. Gracias otra vez.
Se sento al volante. Cuando se volvio, vio que su padre tiritaba de frio bajo la manta.
– Ahora te llevo a la estacion, papa -dijo-. No tardaremos mucho.
Fue directamente a la entrada de urgencias del hospital. Tuvo la suerte de encontrarse con el joven medico que habia conocido en el lecho de muerte de Maria Lovgren. Le explico lo sucedido.
– Nos lo quedamos en observacion durante la noche -dijo el medico-. Puede haber pasado mucho frio. Manana el asistente social tendra que intentar encontrarle un sitio.
– Gracias -dijo Kurt Wallander-. Me quedare con el un rato.
A su padre lo habian secado y acostado en una camilla.
– Coche-cama a Italia -dijo-. Por fin ire alli.
Kurt Wallander estaba sentado en una silla al lado de la camilla.
– Claro -dijo-. Ahora iras a Italia.
Eran mas de las dos cuando dejo el hospital. Recorrio en coche el corto trayecto que habia hasta la comisaria. Todos excepto Hanson se habian marchado a casa. Estaba mirando la cinta del debate grabado en el que habia participado el director general de la jefatura Nacional de Policia.
– ?Ha pasado algo? -pregunto Wallander.
– Nada -contesto Hanson-. Unos soplos, claro. Pero nada decisivo. Me tome la libertad de enviar a la gente a casa a dormir unas horas.
– Muy bien. Es raro que nadie llame a informar sobre el coche.
– Estaba pensando en ello. Tal vez solo condujo un rato por la E 14 y luego se metio otra vez en uno de los caminos vecinales. He mirado los mapas. Hay un embrollo de caminitos por alli. Ademas de una gran zona para excursionistas donde nadie se mete durante el invierno. Las patrullas que controlan los campos peinan esos caminos esta noche.
Wallander asintio con la cabeza.
– Enviaremos un helicoptero en cuanto se haga de dia -dijo-. El coche puede estar escondido en alguna parte por aquella zona.
Se sirvio una taza de cafe.
– Svedberg me explico lo de tu padre -dijo Hanson-. ?Como fue?
– Bien. Tiene demencia senil. Esta en el hospital. Pero fue bien.
– Ve a casa a dormir unas horas. Pareces cansado.
– Tengo que escribir unas cosas.
Hanson apago el video.
– Me acuesto un ratito en el sofa -dijo.
Kurt Wallander entro en su despacho y se sento ante la maquina de escribir. Los ojos le escocian de cansancio. Aun asi, el cansancio comportaba una lucidez inesperada. «Se comete un doble asesinato», penso. «La caza del asesino acciona otro asesinato. Cosa que debemos solucionar pronto, para no tener otro asesinato mas.
»Y todo esto en el transcurso de cinco dias.»
Despues escribio su informe para Bjork. Decidio hacer que alguien se lo diera en mano ya en el aeropuerto.
Bostezo. Eran las cuatro menos cuarto. Estaba demasiado cansado para pensar en su padre. Solo temia que el asistente social del hospital no encontrara una buena solucion.
La nota con el nombre de su hermana todavia estaba en el telefono. Al cabo de unas horas, cuando fuera de dia, tendria que llamarla.
Bostezo de nuevo y se olio las axilas. Apestaban. En aquel momento, Hanson entro por la puerta entreabierta.
Wallander enseguida se dio cuenta de que algo habia ocurrido.
– Ya tenemos algo -dijo Hanson.
– ?Que?
– Ha llamado un tio desde Malmo, diciendo que le han robado su coche.
– ?Un Citroen?
Hanson asintio con la cabeza.
– ?Como es que lo descubre a las cuatro de la manana?
– Dijo que iba a una feria a Goteborg.
– ?Lo ha denunciado a los companeros en Malmo?
Hanson asintio de nuevo con la cabeza. Kurt Wallander alcanzo el telefono.
– Pues nos pondremos en marcha -dijo.
La policia de Malmo prometio apresurarse a interrogar al hombre. La matricula del coche robado, el modelo y