Henning Mankell
Zapatos italianos
Titulo original: Italienska skor
Traducido del sueco por Carmen Montes Cano
Cuando el zapato se ajusta bien, nadie piensa en el pie.
Zhuang Zhou
Existen dos clases de verdades: las triviales, cuyo opuesto es, evidentemente, imposible, y las verdades profundas, que se caracterizan porque su opuesto tambien es una verdad profunda.
Niels Bohr
El amor es una mano blanda que, muy despacio, hace que el destino se aparte.
Sigfrid Siwertz
Primera parte. El hielo
1
Siempre me siento mas solo cuando hace frio.
El frio del exterior me hace pensar en el de mi propio cuerpo. Me veo atacado desde dos frentes. Pero yo no dejo de oponer resistencia contra el frio y contra la soledad. De ahi que, cada manana, salga a cavar un agujero en el hielo. Si alguien me observase desde la helada bahia con unos prismaticos, creeria que estoy loco y que lo que hago es preparar mi propia muerte. ?Un hombre desnudo en el gelido frio invernal, con un hacha en la mano cavando un agujero en el hielo?
En realidad, tal vez sea eso lo que espero, que un dia haya alguien ahi fuera, una negra sombra que se recorte contra la inmensa blancura que me rodea, que me mire y se pregunte si llegara a tiempo de intervenir antes de que sea demasiado tarde. Pero no necesito que nadie me salve, puesto que no tengo intencion de suicidarme.
Hace anos, cuando la gran catastrofe, la desesperacion y la ira se apoderaban de mi con tal violencia que, en alguna ocasion, sopese la posibilidad de acabar con mi vida. Pero jamas lo intente. La cobardia ha sido siempre para mi una fiel companera. Entonces, como ahora, pensaba que la vida consiste en no cejar. La vida es una fragil rama que se mece sobre un abismo. Y seguire colgado de ella tanto tiempo como yo mismo resista. Despues me precipitare al fondo, como todos, y no se que me espera. ?Habra algo sobre lo que caer o no existira nada mas que una oscuridad fria y dura precipitandose hacia mi?
El mar esta helado.
El invierno se ha presentado duro este ano, al principio del nuevo milenio. Esta manana, cuando me desperte en las tinieblas propias del mes de diciembre, me parecio oir el canto del hielo. No se de donde he sacado la idea de que el hielo puede cantar. Tal vez sea algo que, de nino, le oi contar a mi abuelo, nacido aqui, en el archipielago.
Pero el hecho es que me desperte en la oscuridad a causa de un ruido. Y no habia sido el gato, ni el perro. El sueno de esos dos animales que me acompanan es mas profundo que el mio. El gato es viejo y el perro esta sordo del oido derecho y la capacidad auditiva de su oido izquierdo esta seriamente mermada. Puedo incluso pasar junto a el sin que se de cuenta.
Pero ?y ese ruido?
Intente orientarme en la oscuridad. Me llevo unos minutos comprender que debia de ser el hielo que se movia, pese a que aqui, en la bahia, tiene un grosor de varios decimetros. La semana pasada, un dia en que me sentia mas inquieto de lo habitual, fui hasta la frontera donde el hielo se encuentra con el mar abierto. Y se extendia un kilometro mas alla de los islotes mas remotos. Es decir, que la placa de hielo no deberia moverse aqui, en la bahia. Sin embargo, se elevaba y descendia, crujia y cantaba.
Preste atencion al ruido aquel, y, de pronto, pense que la vida ha pasado muy rapido. Y aqui me veo ahora.
Un hombre de sesenta y seis anos, economicamente independiente, con un recuerdo que es para mi una tortura constante. Creci en medio de una pobreza imposible de imaginar hoy en este pais. Mi padre, que tenia sobrepeso, era un simple camarero y mi madre hacia milagros para estirar el dinero. Yo sali trepando de ese pozo de pobreza. Cuando era nino, pasaba los veranos jugando en este lugar, sin sospechar en absoluto que el tiempo siempre va a menos. En aquella epoca, mis abuelos aun trabajaban, la vejez no habia reducido sus vidas a inmovilidad y espera. El olia siempre a pescado y a mi abuela le faltaban todos los dientes. Pese a que siempre se portaba bien conmigo, habia algo aterrador cada vez que su sonrisa le dibujaba en el rostro un agujero negro.
No hace nada que me encontraba en el primer acto. Y ya ha empezado el epilogo.
El hielo cantaba en la oscuridad y yo me pregunte si no estaria sufriendo un ataque al corazon. Me levante y me tome la presion sanguinea. Estaba bien, ciento cincuenta y cinco sobre noventa; y el pulso tambien era normal, sesenta y cuatro pulsaciones. Comprobe si me dolia algo. Sentia cierto dolor en la pierna izquierda. Suele sucederme, pero no me preocupa. El hielo, en cambio, hacia que me sintiese abatido. Sonaba como un extrano coro de voces ambiguas. Me sente en la cocina y aguarde el alba. Las vigas crujian, bien porque el frio tensaba la madera o a causa de algun raton que circulaba por sus tuneles secretos.
El termometro del exterior marcaba diecinueve grados bajo cero.
Hoy hare lo que todos los dias de invierno. Me pondre un albornoz, me calzare un par de zuecos, tomare el hacha y bajare al muelle. Cavar un agujero no me lleva mucho tiempo, puesto que, donde voy haciendo el mio, el hielo no esta demasiado duro. Despues me quitare la ropa y me mojare en las turbias aguas. Es doloroso, pero cuando salgo y vuelvo a pisar el hielo, tengo la sensacion de que el frio se transforma en intenso calor.
Me sumerjo en mi agujero negro para sentir que sigo vivo. Despues es como si la soledad fuese esfumandose poco a poco. Hago pie, de modo que no corro el riesgo de perderme bajo la capa de hielo. Me quedare en el agujero, cuya abertura no tardara en volver a congelarse. Y ahi me encontrara Jansson, el encargado de repartir el correo por el archipielago.
Pero a mi no me importa. He acondicionado mi casa como una fortaleza inexpugnable en la isla que herede. Cuando subo a la cima de la montana que se alza detras de la casa, veo el mar en toda su inmensidad. No hay nada mas que islotes y arrecifes cuyas negras espaldas se entreven justo a ras de la superficie del agua o de la banquisa. Si miro en la otra direccion, aumenta el numero de islas. Pero por ninguna parte veo otra casa que la mia.