– ?A ver, abre la boca!

– Ya la tengo abierta.

– Mas.

– No puedo.

– Entonces no puedo ver nada. Vuelve la cara hacia mi.

Enfoque la linterna en la boca de Jansson y aparte la lengua con el depresor. Tenia los dientes amarillos y llenos de sarro. Se veian muchos empastes, pero las encias parecian sanas y no descubri ninguna caries.

– No veo nada.

– Pues a mi me duele.

– Tendras que ir al dentista. ?Tomate un analgesico!

– Se me han terminado.

Saque del maletin una caja de analgesicos que el se guardo en el bolsillo. Como de costumbre, no hizo ni amago de preguntar cuanto era. Ni la consulta ni las pastillas. Jansson es un hombre que da por supuesta mi amable generosidad. Lo mas probable es que esa sea la razon por la que me disgusta. Es muy duro tener por mejor amigo a una persona que no te gusta.

– Hoy tengo un paquete para ti. Es un regalo de Correos.

– ?Desde cuando hace regalos Correos?

– Es un regalo de Navidad. Todo el mundo recibe su regalo de Correos.

– ?Y eso por que?

– No lo se.

– Pues yo no quiero nada.

Jansson rebusco en sus sacos y me dio un pequeno paquete. En el envoltorio habia una nota: el director general de Correos me deseaba feliz Navidad.

– No cuesta nada. Si no lo quieres, tiralo.

– No querras que me crea que Correos da algo gratis.

– No quiero que te creas nada. Te digo que todo el mundo recibe el mismo paquete. Y no cuesta nada.

La obstinacion de Jansson podia llegar a resultarme agotadora. No tuve fuerzas para seguir discutiendo con aquel frio. Y abri el paquete. Contenia dos adhesivos reflectantes y un mensaje: «Sea cauto con el trafico. Saludos de Correos».

– ?Y para que quiero yo los reflectantes? Aqui no hay coches y yo soy el unico peaton.

– Quizas un dia te canses de vivir aqui. Entonces, pueden serte utiles. ?Me das un poco de agua? Tengo que tomarme una pastilla.

Yo jamas le he permitido a Jansson que entre en mi casa. Y no tenia intencion de hacerlo ahora tampoco.

– Tendras que derretir un poco de nieve en una jarra junto al motor.

Entre en el cobertizo y busque la vieja jarra de un termo y coloque dentro una bola de nieve bien apretada. Jansson puso dentro una de las pastillas efervescentes. Aguardamos en silencio mientras la nieve se derretia junto al motor ardiendo. Despues, Jansson apuro el contenido de la jarra.

– Volvere el viernes. No hay correo los dias de Navidad.

– Lo se.

– ?Como piensas celebrar la Navidad?

– No pienso celebrar la Navidad.

Jansson senalo hacia arriba con la mano, en direccion a mi casa, de color rojo. Era tan aparatoso su atuendo que temi que se cayese hacia atras como un caballero provisto de una armadura demasiado pesada que fuese abatido.

– Deberias decorar tu casa con unos hilos de luces. Eso anima mucho.

– No, gracias. La prefiero a oscuras.

– ?Por que no quieres crearte un ambiente algo agradable?

– Esto es, exactamente, lo que quiero.

Me di la vuelta y comence a caminar hacia la casa. Arroje los dos reflectantes en la nieve. Cuando llegue a la lenera, oi el rugido del motor del hidrocoptero al arrancar. Sono como un animal a punto de morir. El perro me esperaba sentado en la escalera. Tiene suerte de estar sordo. El gato merodeaba por el manzano mientras observaba los ampelis que revoloteaban alrededor de una corteza de tocino.

En ocasiones, echo de menos tener a alguien con quien hablar. Mis conversaciones con Jansson no pueden calificarse de tales. Es simple charla. Charla en el muelle. El me trae chismorreos sobre cosas que a mi no me interesan. Me pide que diagnostique sus enfermedades imaginarias. Mi muelle y mi cobertizo se han convertido en una especie de clinica privada con un unico paciente. En el transcurso de los anos he ido incorporando tensiometros y otros instrumentos medicos y he ido retirando los viejos rollos de hilo de pescar que hay en el cobertizo. El estetoscopio esta colgado de un perchero de madera, junto con un reclamo para la caza que mi abuelo fabrico hace muchos anos. Guardo en un cajon los medicamentos que Jansson puede necesitar. El banco que hay en el muelle, en el que mi abuelo solia sentarse a fumar su pipa despues de haber limpiado las artes para la pesca de la platija, lo utilizo yo ahora como camilla de exploraciones cuando Jansson debe tumbarse para que lo reconozca. En medio de una tormenta de nieve tuve que palparle el vientre en una ocasion, cuando creia que sufria cancer de estomago, y alli mismo le examine las piernas el dia que se presento convencido de que padecia algun tipo de enfermedad muscular degenerativa. A menudo se me ocurre que mis manos, que en otro tiempo utilizaba en complejas intervenciones quirurgicas, solo actuan ahora en torpes reconocimientos externos del cuerpo de Jansson, envidiablemente sano.

Pero ?conversaciones? No, no puede decirse que nosotros nos comuniquemos conversando.

En ocasiones he estado tentado de preguntarle a Jansson que opinaba sobre la vida y el abismo que nos aguarda. Pero no me comprenderia. Su vida solo consiste en cartas, sellos, cartas certificadas y giros, abonos y cobros y una cantidad ingente de publicidad. Ademas, tiene problemas tanto con su barco como con el hidrocoptero. Cuando el mar no esta congelado, utiliza un barco de pescadores restaurado que compro en Vastervik. Tiene un motor Saffle viejisimo, que en el mejor de los casos es capaz de alcanzar los ocho nudos. El hidrocoptero lo compro en Noruega y me ha confesado que lo enganaron como a un bobo. Con todos esos problemas, no creo que Jansson tenga una opinion sobre el abismo.

Todos los dias doy una vuelta para inspeccionar mi barco, que tengo en tierra. Hace ya tres anos que lo saque del agua para arreglarlo, pero nunca lo termino. Es un viejo y hermoso barco de madera ya destrozado por el clima y la falta de cuidados. No deberia ser asi. Esta primavera me pondre en serio manos a la obra.

Me pregunto si lo hare.

Entre y segui con mi rompecabezas. El motivo que representa es uno de los cuadros de Rembrandt, Ronda de noche. Lo gane hace muchos anos en una rifa que organizaron en el hospital de Lulea, donde me acababan de contratar como cirujano, un cirujano que ocultaba su inseguridad con una gran dosis de satisfaccion consigo mismo. Puesto que el dibujo es oscuro, el rompecabezas resulta muy dificil. En esta ocasion solo logre encajar una pieza. Prepare la cena y escuche la radio mientras comia. El termometro indicaba veintiun grados bajo cero. El cielo estaba sembrado de estrellas y, antes del alba, la temperatura descenderia mas aun. Todo parecia apuntar a que tendriamos un nuevo record de frio. ?Habia hecho tanto frio antes? ?Tal vez durante alguno de los inviernos de la guerra? Decidi preguntarle a Jansson, que suele saber esas cosas.

Algo me inquietaba.

Intente tumbarme en la cama y ponerme a leer. Un libro sobre la introduccion de la patata en nuestro pais. Lo habia leido ya varias veces, probablemente porque no plantea ningun riesgo. Podia pasar la pagina sin exponerme a nada desagradable e inesperado. Hacia medianoche, apague la luz. Mis dos animales ya se habian dormido. Las vigas de las paredes crujian como quejandose.

Intente tomar una decision. ?Debia seguir vigilando mi fortaleza? ?O debia admitir mi derrota y hacer algo con lo que pensaba que me quedaba de vida?

No tome ninguna decision. Me quede tumbado mirando la oscuridad pensando que mi vida seguiria como hasta ese momento. No aconteceria nada decisivo.

Era el solsticio de invierno. La noche mas larga del ano, el dia mas corto. Despues caeria en la cuenta de que

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