abrochados y los cuellos impregnados de sangre. Uno de los hombres estaba sentado con las piernas cruzadas, como si leyera una revista.

Reanude la marcha y me interne aun mas en el bosque, oia gritos y llamadas que el viento, caprichosamente, me enviaba de entre los arboles. Continue avanzando apartando con los brazos las ramas bajas y sorteando grandes piedras y troncos caidos.

Equipajes y trozos de metal estaban esparcidos entre los arboles en una amplia zona. La mayoria de las maletas se habian quemado, derramando su contenido al azar. Ropa, secadores de pelo y maquinas de afeitar se mezclaban con botes de crema para manos, champu, locion para despues del afeitado y perfume. Una pequena maleta habia vomitado cientos de articulos de tocador robados de los hoteles. El olor a productos de perfumeria y combustible de avion se mezclaba con el aroma de los pinos y el aire de la montana. Y, a lo lejos, un rastro de humo.

Avanzaba a traves de un profundo barranco de laderas empinadas cuya densa cubierta de ramas y hojas apenas permitia que la luz del sol alcanzara el suelo formando un dibujo moteado. Hacia frio en la sombra, pero tenia la frente perlada de sudor y sentia la ropa pegada a la piel. Tropece con una mochila y cai rasgandome la manga con una rama cortada por los restos que habian caido del cielo.

Permaneci unos momentos tendida en el suelo, con las manos temblando y la respiracion agitada. Aunque me habia entrenado durante anos para ocultar las emociones, senti claramente que me invadia la desesperacion. Tanta muerte. Dios mio, ?cuantas victimas habria?

Cerre los ojos, hice un esfuerzo para centrarme y me levante.

Minutos mas tarde salte un tronco putrefacto, rodee un grupo de rododendros y, como no parecia encontrarme mas cerca de las voces, me detuve para intentar orientarme. El sonido apagado de una sirena me confirmo que la operacion de rescate se estaba desarrollando en alguna zona mas alla de una colina que se alzaba hacia el este del bosque.

Excelente forma de encontrar el camino, Brennan.

Pero no habia tenido tiempo de informarme. Los primeros en responder a los accidentes aereos o desastres similares, son habitualmente personas bien intencionadas pero escasamente preparadas para tratar con gran cantidad de victimas. Yo viajaba de Charlotte a Knoxville, cerca de la frontera estatal, cuando me pidieron que me dirigiera de inmediato hacia el lugar donde se habia producido el accidente. Entonces gire en un cambio de sentido en la I-40, tome un atajo hacia el sur en direccion a Waynesville, luego al oeste a traves de Bryson City, una pequena poblacion de Carolina del Norte situada aproximadamente a 280 km al oeste de Charlotte, 80 km al este de Tennessee y 80 km al norte de Georgia. Habia seguido por la autopista del condado hasta donde acababa el mantenimiento estatal, luego habia continuado por un camino de grava del Servicio Forestal que ascendia serpenteando por la montana.

Aunque habia recibido instrucciones bastante precisas, sospechaba que debia haber una ruta mejor, tal vez un estrecho camino forestal que me permitiera un mejor acceso al valle contiguo. Por un momento considere la posibilidad de regresar al coche pero luego decidi seguir el camino. Tal vez las personas que ya se encontraban en el lugar del accidente habian llegado caminando a traves del bosque igual que yo. El camino del Servicio Forestal no parecia continuar hacia ninguna parte mas alla del punto donde habia dejado el coche.

Despues de una agotadora ascension, me aferre al tronco de un pino, apoye un pie con fuerza y consegui izarme hasta un saliente rocoso. Al incorporarme me tope de golpe con los ojos de una muneca de trapo, una Raggedy Ann. La muneca colgaba boca abajo con el vestido enganchado en las ramas bajas del voluminoso pino.

Una imagen de la muneca de mi hija cruzo por mi cabeza y extendi la mano.

?No lo hagas!

Baje el brazo, consciente de que todos y cada uno de los objetos debian ser clasificados y registrados antes de recogerlos. Solo entonces alguien podria reclamar el triste recuerdo.

Desde mi posicion en el saliente tenia una excelente vision de lo que probablemente era el lugar donde se habia estrellado el avion. Podia ver un motor, medio enterrado entre la hoja rasca junto a otros restos, y lo que parecian ser piezas de una ala. Una seccion del fuselaje tenia la parte inferior arrancada, como un diagrama en un manual de instrucciones para maquetas de aviones. A traves de las ventanillas se podian ver los asientos, aunque algunos de ellos estaban ocupados, la mayoria estaban vacios.

Trozos de cuerpos y del aparato cubrian el paisaje como si fuesen desechos en un vertedero. Desde donde me encontraba, los fragmentos humanos cubiertos de piel parecian asombrosamente palidos, contrastaban con el fondo compuesto por el suelo del bosque, visceras y partes del avion. Diversos objetos colgaban de los arboles o se esparcian enredados en ramas y hojas. Tela. Alambre. Planchas de metal. Material aislante. Plastico.

Los efectivos de la policia local y los voluntarios ya habian llegado y estaban acordonando el lugar y buscando supervivientes. Algunos buscaban entre los arboles, otros extendian una cinta amarilla alrededor del perimetro del terreno donde se encontraban los restos del aparato accidentado. Llevaban chaquetas amarillas con la leyenda «Departamento del Sheriff del Condado de Swain» en la espalda. Otros solo vagaban por el lugar o estaban reunidos en pequenos grupos, fumando, hablando o mirando el desolador espectaculo que tenian ante los ojos.

Mas alla, entre los arboles, se veian destellos de luces rojas, azules y amarillas, marcando la ubicacion de la ruta de acceso que yo no habia sido capaz de encontrar. Imagine los coches patrulla, los camiones de bomberos, las ambulancias, los furgones de los equipos de rescate y los vehiculos de los voluntarios que manana obstruirian esa carretera.

En ese momento el viento cambio de direccion y el olor a humo se hizo mas intenso. Me volvi y descubri una delgada columna de humo negro que ascendia un poco mas alla de la siguiente colina. Senti que se me formaba un nudo en el estomago, ya que me encontraba lo bastante cerca como para detectar otro olor que se mezclaba con el olor acido y penetrante del humo.

Como antropologa forense, mi trabajo consiste en investigar las muertes violentas. He examinado centenares de victimas del fuego para jueces y forenses y conozco muy bien el olor a la carne carbonizada. En el siguiente barranco habia cuerpos humanos que todavia se estaban quemando.

Hice un esfuerzo para tragar saliva y volvi a concentrarme en la operacion de rescate. Algunas de las personas que habian permanecido inactivas se movian ahora por la zona del desastre. Vi que uno de los ayudantes del sheriff se inclinaba para inspeccionar unos restos esparcidos a sus pies. Se irguio y un objeto lanzo destellos en su mano izquierda. Otro de los ayudantes habia comenzado a apilar otros restos.

– ?Mierda!

Comence a descender la colina, aterrandome a las ramas bajas y zigzagueando entre arboles y grandes rocas para mantener el equilibrio. El terreno era muy empinado y un tropezon podia convertirse en una peligrosa zambullida de cabeza.

A pocos metros del pie de la colina tropece con una plancha de metal que se deslizo y me lanzo por los aires como si fuese uno de esos crios que se tiran en sus tablas entre dos toboganes. Cai pesadamente a tierra y comence a rodar colina abajo, arrastrando conmigo una avalancha de piedras, ramas, hojas y pinaza.

Para frenar la caida busque desesperadamente algun punto donde asirme, me desgarre las palmas de las manos y me rompi algunas unas antes de que mi mano izquierda chocara contra algo solido y consiguiera aferrarme con los dedos a ello. Senti un dolor agudo en la muneca cuando soporto todo el peso de mi cuerpo interrumpiendo mi movimiento descendente.

Me quede colgada un momento, luego gire sobre un costado, me apoye en ambas manos y consegui sentarme. Alce la vista sin soltarme de mi providencial punto de apoyo.

El objeto que habia conseguido frenar mi caida era una larga barra de metal que formaba un angulo recto desde la roca que se apoyaba en mi cadera hasta un tronco cortado unos metros colina arriba. Me afiance con ambos pies, hice una prueba para ver si podia levantarme y me las arregle para recuperar la posicion vertical. Me limpie la sangre de las manos en las perneras del pantalon, volvi a sujetarme la cazadora a la cintura y continue descendiendo hasta llegar a terreno llano.

Una vez alli acelere el paso. Aunque la superficie distaba bastante de ser firme, al menos ahora la fuerza de la gravedad estaba de mi parte. Al llegar a la zona acordonada, levante la cinta amarilla y pase por debajo.

– Un momento, senora. No tan rapido.

Me detuve y me volvi. El hombre que habia hablado llevaba una chaqueta del Departamento del Sheriff del Condado de Swain.

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