dirigio hacia nosotros.

– Vaya, vaya. Nos han enviado a todo un profesional.

Lo dijo con el mismo sarcasmo con el que se habia referido a Charles Hanover, el presidente de TransSouth Air.

Crowe aplasto el vaso de plastico y lo arrojo dentro de una bolsa en la que llevaba un termo. Le di mi vaso, intrigada por la vehemencia de su desaprobacion. ?No estaba de acuerdo con la politica del vicegobernador o habia algo personal entre Lucy Crowe y Parker Davenport?

Cuando los dos hombres se acercaron, el forense extrajo su credencial. Crowe hizo un gesto con la mano.

– No es necesario, Doc. Se quien es usted.

Yo tambien lo sabia ya que habia trabajado con Larke Tyrell desde que le habian nombrado forense jefe de Carolina del Norte a mediados de la decada de los ochenta. Larke era un hombre cinico y dictador, pero uno de los mejores administradores patologos del pais. Trabajando con un presupuesto completamente insuficiente y una administracion indiferente, se habia hecho cargo de una oficina sumida en el caos y la habia convertido en uno de los sistemas de investigacion criminal mas eficientes de Estados Unidos.

Mi carrera forense estaba dando sus primeros pasos en la epoca del nombramiento de Larke, acababa de conseguir mi licencia del Consejo Americano de Antropologia Forense. Nos conocimos mientras yo estaba realizando un trabajo para el Departamento Federal de Investigaciones del Estado de Carolina del Norte, identificando los cadaveres de dos traficantes de drogas que habian sido asesinados y descuartizados por una banda de motoristas. Fui una de las primeras personas contratadas por Larke como asesora especialista y desde entonces habia tratado con esqueletos y con todo tipo de muertos, descompuestos, momificados, quemados y mutilados de Carolina del Norte.

El vicegobernador extendio la mano derecha, mientras con la izquierda apretaba un panuelo contra los labios. Su rostro estaba palido. No dijo nada mientras le estrechabamos la mano.

– Me alegro de que estes en el pais, Tempe -dijo Larke, aplastandome tambien los dedos con su manaza. Comenzaba a replantearme todo este asunto del apreton de manos.

La expresion «en el pais» empleada por Larke pertenecia a la jerga militar de la epoca de Vietnam y su acento era puro Carolina. Nacido en las tierras bajas, Larke se crio en el seno de una familia de marines, luego se reengancho al servicio militar antes de ingresar en la facultad de medicina. Tenia el aspecto y hablaba como si fuese una version pulida del actor Andy Griffith.

– ?Cuando te marchas al norte?

– La proxima semana comienzan las vacaciones de otono -respondi.

Larke entrecerro los ojos mientras barria nuevamente el lugar con la mirada.

– Me temo que tal vez Quebec tendra que quedarse sin su antropologa este otono.

Hacia una decada yo habia participado en un intercambio academico con la Universidad McGill. Mientras me encontraba en Montreal habia comenzado a colaborar como asesora en el Laboratorio de Ciencias Juridicas y de Medicina Legal, el principal laboratorio criminal y medico legal de Quebec. A finales de mi primer ano, reconociendo la necesidad de contar con un antropologo forense en plantilla, el gobierno provincial habia creado un puesto, equipado un laboratorio y me habia contratado como consultora permanente.

Desde entonces habia estado viajando entre Quebec y Carolina del Norte, impartiendo clases de antropologia fisica en la Universidad de Carolina del Norte-Charlotte y actuando como asesora en ambas jurisdicciones. Como habitualmente mis casos implicaban a los muertos no tan recientes, este arreglo habia funcionado bien. Pero existia entre ambas partes la aceptacion tacita de que yo estaria inmediatamente disponible para prestar testimonio ante un tribunal y en las situaciones de crisis.

Un desastre aereo de estas caracteristicas era sin duda una situacion de crisis. Le asegure a Larke que cancelaria mi viaje a Montreal en octubre.

– ?Como es que llegaste tan rapido?

Explique nuevamente mi viaje a Knoxville y la conversacion telefonica que habia mantenido con el jefe del DMORT.

– Ya he hablado con Earl. Manana por la manana ya habra desplegado un equipo en la zona. -Larke miro a Crowe-. Los muchachos del NTSB llegaran esta noche. Hasta entonces todo debe permanecer tal como esta.

– Ya he dado la orden -dijo Crowe-. Esta zona es bastante inaccesible, pero aumentare los puestos de seguridad. Los animales seran probablemente el mayor problema. Especialmente cuando estos cadaveres comiencen a descomponerse.

El vicegobernador profirio un ruido extrano, dio media vuelta y se alejo. Lo observe cuando se aferro al tronco de un laurel, se inclino hacia adelante y vomito.

Larke nos miro fijamente a Crowe y a mi.

– Senoras, estan consiguiendo que un trabajo muy dificil se convierta en una tarea infinitamente mas sencilla. No tengo palabras para expresar cuanto aprecio su profesionalidad. -Cambio de expresion-. Sheriff, quiero que mantenga la situacion controlada en la zona. -Volvio a cambiar la expresion-. Tempe, ve a dar tu charla a Knoxville. Luego quiero que recojas todo el equipo que puedas necesitar y te presentes aqui manana. Te quedaras un tiempo, de modo que sera mejor que informes a la universidad. Te conseguiremos una cama.

Quince minutos mas tarde uno de los ayudantes de Crowe me llevaba hasta el lugar donde habia dejado aparcado mi coche. No me habia equivocado en cuanto a la existencia de una ruta mejor. Aproximadamente a medio kilometro de donde habia dejado el coche, un camino polvoriento se desviaba desde la ruta del Servicio Forestal. Utilizado en otro tiempo para transportar la madera, el estrecho camino serpenteaba alrededor de la montana y desembocaba a unos cincuenta metros de la zona principal donde se habia estrellado el avion.

Ahora habia un monton de vehiculos aparcados en fila a ambos lados del camino forestal y, mientras descendiamos la colina, nos habiamos cruzado con otros recien llegados. Al amanecer habria importantes atascos en las carreteras comarcales y los caminos del Servicio Forestal.

En cuanto me acomode detras del volante busque el movil. No habia linea.

Realice dos o tres maniobras para poder dar la vuelta y dirigirme colina abajo hacia la carretera del condado. Una vez en la autopista 74 intente llamar nuevamente. Esta vez hubo suerte y marque el numero de Katy. Despues de cuatro tonos respondio el contestador.

Intranquila, deje un mensaje para mi hija y luego empece a repetirme el tema «no-seas-una-madre-imbecil». Durante la hora siguiente intente concentrarme en mi inminente presentacion, apartando de mi mente las imagenes de la carniceria que habia dejado a mis espaldas y el horror con el que tendria que enfrentarme al dia siguiente. Fue absolutamente inutil. Las imagenes de rostros y miembros amputados que flotaban en el aire hicieron pedazos mi concentracion.

Encendi la radio. Todas las emisoras informaban acerca de la tragedia aerea. Los locutores hablaban con gravedad y respeto de la muerte de los jovenes deportistas y especulaban con solemnidad sobre las causas del accidente. Considerando que la climatologia no parecia haber influido en absoluto en la catastrofe, las principales teorias apuntaban al sabotaje o a un fallo mecanico.

Cuando caminaba por el bosque detras del ayudante de Crowe habia divisado un grupo de arboles cortados orientados en direccion opuesta al lugar por donde yo habia llegado. Aunque yo sabia que esos danos senalaban el tramo final del descenso del aparato, me negue a sumarme a las especulaciones.

Entre en la I-40, cambie de emisora por centesima vez y consegui captar los comentarios de un periodista que informaba desde el aire acerca del incendio de un almacen. Los sonidos del helicoptero me recordaron de inmediato a Larke y pense que no le habia preguntado en que lugar habian aterrizado el vicegobernador y el. Guarde la pregunta en un rincon de mi cabeza.

A las nueve volvi a marcar el numero de Katy.

No hubo respuesta. Volvi a repetirme el tema.

Al llegar a Knoxville, me registre en el hotel, llame a mi anfitrion y luego comi el pollo Bojangles que habia comprado en las afueras de la ciudad. Llame a Charlotte, a mi ex esposo, para que se ocupase de Birdie. Extranado, Pete accedio a hacerlo, anadiendo que me pasaria la factura por el transporte y la alimentacion del gato. Me dijo que hacia varios dias que no hablaba con Katy. Despues de darle una version reducida de mis temores, Pete me prometio que trataria de localizarla.

Luego llame a Pierre LaManche, mi jefe en el Laboratorio de Ciencias Juridicas y de Medicina Legal, para informarle de que la semana siguiente estaria ausente de Montreal. Ya habia tenido noticias del accidente y estaba

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