Birdie y yo estabamos viendo
Ryan estaba en la escalera de entrada, el rostro ceniciento por la luz del porche. Evite repetir la pregunta habitual. Pronto me diria que era lo que le habia traido a Charlotte.
– ?Como sabias que estaba aqui?
Ryan ignoro la pregunta.
– ?Pasando la velada sola?
Hice un gesto con la cabeza.
– Bacall y Bogart estan en el estudio.
Abri la puerta, igual que lo habia hecho con Pete, y Ryan fue derecho a la cocina. Olia a sudor y a humo de cigarrillo y supuse que habia conducido desde el condado de Swain.
– ?Crees que les molestara si me uno al grupo?
Aunque sus palabras eran despreocupadas, la expresion de su rostro me decia que en su corazon pasaban otras cosas.
– Son personas flexibles.
Me siguio al estudio y nos sentamos en los extremos opuestos del sofa. Apague el televisor.
– Han identificado a Bertrand.
Espere.
– Principalmente restos dentales. Y algunos otros… -La nuez de Adan subio y bajo-… fragmentos.
– ?Petricelli?
Sacudio la cabeza con un gesto breve y tenso.
– Estaban sentados en el lugar donde se produjo la explosion, de modo que Petricelli puede ser aire en este momento. Lo que quedaba de Bertrand fue hallado dos valles mas alla del lugar del accidente. -Su voz temblaba ligeramente-. Incrustado en un arbol.
– ?Tyrell ha entregado el cuerpo?
– Esta manana. Lo llevare a Montreal el domingo.
Queria rodearle el cuello con mis brazos, apretar mi mejilla contra su pecho y acariciarle el pelo. Pero no me movi.
– La familia quiere una ceremonia civil, de modo que la SQ organizara un funeral el miercoles.
No lo dude un segundo.
– Ire contigo.
– Eso no es necesario.
Ryan seguia abriendo y cerrando una mano sobre la otra. Sus nudillos tenian un aspecto duro y blanco, como si fuese una fila de guijarros.
– Jean tambien era amigo mio.
– Es un viaje muy largo.
Sus ojos estaban brillantes. Parpadeo un par de veces, se inclino hacia atras y se froto la cara con las manos.
– ?Te gustaria que fuese contigo?
– ?Que hay de todo ese rollo con Tyrell? Le conte acerca del fragmento de diente pero nada mas.
– ?Cuanto tiempo llevara hacer el perfil de ADN?
– Cuatro o cinco dias. De modo que no hay ninguna razon para quedarme aqui. ?Quieres que vaya?
Me miro y se formo una arruga en la esquina de su boca.
– Tengo la sensacion de que lo haras de todos modos.
Ryan habia reservado una habitacion en el hotel Adams Mark, cerca del distrito residencial, ya que sabia que tendria que pasar los dos dias siguientes ultimando los detalles para el transporte del ataud con los restos de Bertrand y reuniendose con McMahon en el cuartel general del FBI. O quiza tenia otras razones. No pregunte.
Al dia siguiente investigue los nombres que figuraban en la lista de H amp;F y solo aprendi una cosa. Fuera del laboratorio, mis habilidades para la investigacion son limitadas.
Alentada por mi exito en Bryson City, pase una manana en la biblioteca examinando ejemplares atrasados del Charlotte Observer. Aunque habia sido un funcionario publico bastante mediocre, el senador estatal Pat Veckhoff habia sido un ciudadano modelo. Aparte de eso, descubri muy poca cosa.
En Internet habia escasas referencias a la poesia de Kendall Rollins, el poeta que habia mencionado la senora Veckhoff. Eso era todo. Davis. Payne. Birkby. Warren. Eran apellidos comunes que llevaban a laberintos de informacion absolutamente inutil. En las Paginas Amarillas de Charlotte habia docenas de cada uno de ellos.
Aquella noche invite a Ryan a cenar al Selwyn Pub. Parecia reservado y preocupado. No lo atosigue.
El domingo por la tarde, Birdie fue a casa de Pete, y Ryan y yo volamos a Montreal. Lo que quedaba de Jean Bertrand viajaba debajo de nosotros en un ataud de metal brillante.
En el aeropuerto Dorval nos recibio un encargado de la funeraria, dos ayudantes y cuatro oficiales uniformados de la Surete de Quebec. Juntos escoltamos el cuerpo hasta la ciudad.
Octubre puede ser un mes esplendido en Montreal, con las agujas de las iglesias y los rascacielos perforando un cielo azul, con las montanas brillando intensamente en el fondo. O puede ser gris y desapacible, con lluvia, aguanieve e incluso nieve.
Ese domingo la temperatura flirteaba con el frio y las nubes, pesadas y oscuras, pendian sobre la ciudad. Los arboles tenian un aspecto negro y desolado, los prados y los paseos estaban cubiertos de una capa blanca. Los arbustos envueltos en arpillera montaban guardia fuera de casas y tiendas, eran momias florales protegiendose del frio.
Pasaban de las siete cuando dejamos el ataud con los restos de Bertrand en una funeraria en St. Lambert. Ryan y yo tomamos caminos separados, el hacia su casa en Habitat, yo a mi pequeno apartamento en Centreville.
Al llegar a casa lance la maleta sobre la cama, encendi la calefaccion, escuche los mensajes en el contestador y fui a la nevera. El contestador estaba lleno, titilando con una luz azul como si fuera epoca de rebajas en los almacenes Kmart. La nevera estaba vacia, paredes blancas impolutas y estantes de vidrio manchados.
LaManche. Isabelle. Cuatro vendedores. Un graduado de McGill. LaManche.
Busque una cazadora forrada y un par de guantes de lana en el armario del vestibulo y fui a Le Faubourg en busca de provisiones.
Para cuando hube regresado, el apartamento estaba caliente. No obstante, encendi un fuego en la chimenea, necesitaba mas la sensacion de bienestar que su calor. Me sentia tan deprimida como lo habia estado en Carol Hall, acechada por el espectro de la misteriosa Danielle de Ryan, triste por la perspectiva de los funerales de Bertrand.
Mientras freia escalopes con judias verdes, el aguanieve comenzo a acumularse contra los cristales de las ventanas. Comi junto a la chimenea encendida, pensando en el hombre que habia venido a enterrar.
El detective y yo habiamos trabajado juntos durante varios anos, cuando las victimas de asesinatos hacian que nuestros caminos se cruzaran, y habia llegado a entender algunas cosas de el. Incapaz de cualquier tipo de ambiguedad, Bertrand veia el mundo en blanco y negro, con los policias a un lado y los criminales al otro lado. Habia tenido fe en el sistema, sin dudar jamas de que acabaria por separar a los buenos de los malos.
Bertrand me habia visitado aqui, en mi apartamento, la primavera anterior, destrozado por una incomprensible ruptura con Ryan. Lo recordaba sentado en el sofa aquella noche, presa de la ira y la incredulidad, sin saber que hacer o decir, los mismos sentimientos que ahora abrumaban a Andrew Ryan.
Despues de cenar cargue el lavavajillas, avive el fuego y lleve el telefono al sofa. Cambie mentalmente al frances, y marque el numero de la casa de LaManche.
Mi jefe dijo que se alegraba de que hubiese regresado a Montreal, aunque las circunstancias eran muy tristes. En el laboratorio habia dos casos de antropologia.
– La semana pasada encontraron una mujer desnuda y descompuesta, envuelta en una manta en Pare Nicholas-Veil.
– ?Donde queda eso?
– En el extremo norte de la ciudad.
– ?CUM?