de la tarde habia completado el informe y lo deje en la secretaria. Me estaba quitando la bata del laboratorio cuando Ryan aparecio en la puerta de mi oficina.
– ?Necesitas que te lleven al funeral?
– ?Como lo llevas? -pregunte, cogiendo mi bolso del ultimo cajon del escritorio.
– No entra mucho el sol en el despacho.
– No -dije, mirandole a los ojos.
– Estoy completamente atascado con el caso Petricelli.
– Ya. -Mis ojos no se apartaban de los suyos.
– Parece que ahora Metraux no esta tan seguro de haber visto a Pepper.
– ?Por lo de Bertrand? Se encogio de hombros.
– Esos cabrones serian capaces de vender a su madre para salir de aqui.
– Peligroso.
– Como beber del grifo en Tijuana. ?Quieres que te lleve?
– Si no es mucha molestia.
– Te recogere a las ocho y cuarto.
Puesto que el sargento detective Jean Bertrand habia muerto en el cumplimiento de su deber fue enterrado con todos los honores del estado. La Direction des Communications de la Surete du Quebec habia informado a todos los cuerpos policiales de Norteamerica, utilizando el sistema CPIC en Canada y el sistema NCIC en los Estados Unidos. Una guardia de honor flanqueaba el ataud en la funeraria. Desde alli, los restos de Bertrand fueron escoltados hasta la iglesia y luego al cementerio.
Aunque esperaba una gran concurrencia me asombro la enorme cantidad de personas que acudio a los funerales. Ademas de la familia y los amigos de Bertrand, sus companeros de la SQ, miembros del CUM y muchos del laboratorio medico legal, parecia que cada departamento de policia de Canada, y muchos de Estados Unidos, habian enviado representantes. Medios de comunicacion franceses e ingleses enviaron periodistas y equipos de television.
Hacia el mediodia, los restos de Bertrand yacian en la tierra del cementerio de Notre-Dame-des-Neiges y Ryan y yo bajabamos en coche por el sinuoso camino que llevaba desde la montana hasta Centreville.
– ?Cuando sale tu avion? -pregunto, giro en Cote-des-Neiges y continuo por St. Mathieu.
– Manana a las once y cuarto.
– Te recogere a las diez y media.
– Si aspiras a conseguir el puesto de chofer el sueldo es miserable.
El chiste murio antes de que yo acabara de decirlo.
– Voy en el mismo vuelo.
– ?Por que?
– Anoche la policia de Charlotte detuvo a un delincuente de Atlanta llamado Pecan Billie Holmes.
Saco del bolsillo un paquete de Du Maurier, golpeo ligera mente un cigarrillo contra el volante y luego se lo llevo a los labios. Despues de encenderlo con una mano, inhalo profundamente y expulso el aire por la nariz. Baje el cristal de mi ventanilla.
– Parece que este Pecan tenia muchas cosas que decir acerca de cierto soplo telefonico al FBI.
Capitulo 25
Los dias siguientes fueron como estar en la montana rusa de un parque de Six Flags [16]. Despues de varias semanas de ascension lenta, de pronto todo se precipito. Pero el viaje no tuvo nada de divertido.
Ryan y yo aterrizamos en Charlotte a ultima hora de la tarde. En nuestra ausencia, el otono se habia apoderado del paisaje y una fuerte brisa agitaba nuestras cazadoras mientras nos dirigiamos hacia el aparcamiento.
Fuimos directamente a la oficina del FBI en la Segunda con Tryon, en el centro de la ciudad. McMahon acababa de regresar de la carcel, donde habia interrogado a Pecan Billie Holmes.
– Anoche, cuando lo metieron entre rejas, Holmes iba de coca hasta las orejas, gritaba y chillaba y ofrecia contarlo todo desde que su equipo de beisbol vendio un partido en cuarto curso.
– ?Quien es ese tio? -pregunto Ryan.
– Un perdedor de treinta y ocho anos, es su tercera detencion. Frecuenta a los motoristas de Atlanta.
– ?Los Angeles del Infierno?
McMahon asintio.
– No es un miembro activo, tiene la inteligencia de un besugo. El club lo tolera mientras le resulte util.
– ?Que hacia Holmes en Charlotte?
– Quiza habia venido a un almuerzo de negocios -dijo McMahon con sorna.
– ?Sabe realmente Holmes quien dio el soplo de la bomba en el avion? -pregunte.
– A las cuatro de la manana tuvo un momento de lucidez. Por eso nos telefoneo el oficial que le habia arrestado. Cuando llegue a la carcel, una noche de sueno habia apagado el entusiasmo de Holmes por cooperar.
McMahon levanto una jarra de su escritorio, la hizo girar y examino su contenido como lo haria con una muestra de orina.
– Afortunadamente, en el momento de su arresto esa basura estaba en libertad condicional por vender drogas por todo Atlanta. Pudimos persuadirle de que una confesion completa era lo mejor para sus intereses.
– ?Y?
– Holmes jura que estaba presente cuando se ideo el plan.
– ?Donde?
– En el Claremont Lounge, en el centro de Atlanta. Eso esta a unas seis manzanas de la cabina desde donde se hizo la llamada.
McMahon volvio a dejar la jarra sobre el escritorio.
– Holmes dice que estaba bebiendo y esnifando coca con un par de Angeles llamados Harvey Poteet y Neal Tannahill. Los muchachos hablaban de Pepper Petricelli y el accidente aereo cuando Poteet decidio que no seria mala idea enganar al FBI dandole una pista falsa.
– ?Por que?
– Si Petricelli estaba vivo, el miedo le mantendria la boca cerrada. Si se habia estrellado con el avion, la noticia correria. Habla y los colegas te borraran del planeta. Un plan perfecto.
– ?Por que esos mamones iban a hablar de negocios delante de un extrano?
– Poteet y Tannahill estaban esnifando coca en el coche de Holmes. Nuestro heroe estaba fuera de juego en el asiento trasero. O eso creian.
– ?Asi que todo el asunto no fue mas que una broma? -pregunte.
– Eso parece.
McMahon movio la jarra mas alla del papel secante.
– Metraux se esta retractando, ya no esta seguro de haber visto a Petricelli -anadio Ryan.
– Menuda sorpresa.
Un telefono comenzo a sonar en algun lugar del pasillo. Una voz llamo a alguien. Se oyo el ruido de unos tacones que se apresuraban por el pasillo.
– Parece que tu companero y su prisionero cogieron el avion equivocado.
– De modo que la gente de Sri Lanka esta limpia, Simington es candidato a Humanitario del Ano y los Angeles del Infierno no son mas que unos bromistas. Estamos de nuevo como al principio, con un avion hecho pedazos y