contra la pared. Una figura cruzo por la habitacion con el cuerpo inclinado y se precipito hacia la entrada. Distingui su respiracion jadeante.

Por un momento, en su vertiginoso paso por la sala, el fugitivo alzo la cabeza y sus negros ojos se cruzaron con los mios bajo el ala de una gorra de color anaranjado. En aquel fugaz instante reconoci la mirada de un animal acorralado. Nada mas. Luego desaparecio.

Claudel recupero el equilibrio, amartillo su arma y se lanzo tras el, seguido inmediatamente de Charbonneau. Sin pensarlo, me uni a la persecucion.

Capitulo 11

Cuando sali al exterior me cego la luz del sol. Entorne los ojos y mire calle arriba tratando de localizar a Charbonneau y Claudel. El desfile habia concluido y una multitud vagaba sin rumbo Sherbrooke abajo. Distingui a Claudel, que se abria camino entre el gentio, con el rostro congestionado y contraido. Charbonneau lo seguia de cerca y, con el brazo en alto, exhibia su insignia, utilizandola como escudo para que le cedieran el paso.

La riada humana se abrio, sin comprender que sucedia algo insolito. Una corpulenta rubia se apoyaba en los hombros de su novio, la cabeza hacia atras y los brazos en alto, agitando una botella de cerveza Molson hacia el cielo. Un borracho, que lucia la bandera de Quebec como la capa de Superman y estaba subido a una farola, animaba a la multitud cantando «Quebec pour les Quebecois!». Adverti que el coro era mas estridente que antes.

Gire hacia el solar vacio, me subi a un bloque de cemento y me puse de puntillas para escudrinar el gentio. Si se trataba realmente de Saint Jacques, no se veia por ninguna parte. Tenia la ventaja de conocer el terreno y la habia utilizado para poner la mayor distancia posible entre el y nosotros.

Adverti que un miembro de la brigada de apoyo concluia de hablar por el microtelefono y se incorporaba a la persecucion. Habia pedido refuerzos por radio, pero dude que su coche pudiera infiltrarse entre la multitud. Su companero y el se abrian paso a codazos en direccion a Berger y Ste. Catherine, siguiendo muy de cerca a Claudel y Charbonneau.

De pronto distingui la gorra de beisbol naranja. Iba delante de Charbonneau, que, incapaz de descubrirla entre aquella masa humana, habia girado al este en Ste. Catherine. Saint Jacques se dirigia hacia la parte oeste; pero, tan rapidamente como lo habia detectado, desaparecio de mi vista. Agite los brazos para atraer la atencion, mas fue inutil. Habia perdido de vista a Claudel y tampoco los patrulleros podian verme.

Impulsivamente salte del bloque y me meti entre el gentio. Los cuerpos que me rodeaban difundian olor a sudor, a lociones bronceadoras y a cerveza rancia. Agache la cabeza y, olvidando mi habitual cortesia, me abri paso con rudeza en busca de Saint Jacques. No tenia ninguna insignia que excusara mi brusquedad, por lo que empujaba a la gente y la apartaba evitando mirarla. La mayoria aceptaban los empellones con buen humor; otros se detenian para insultarme a mis espaldas. Muchos eran muy especificos sexualmente.

Trate de distinguir la gorra de Saint Jacques entre los cientos de cabezas que me rodeaban, pero me fue imposible. Emprendi una carrera hacia el punto donde lo habia detectado introduciendome entre los transeuntes como un rompehielos en el San Lorenzo.

No acabo de funcionar. Me hallaba proxima a Ste. Catherine, cuando alguien me asio violentamente por detras. Una mano del tamano de una raqueta de tenis Prince me agarro por la garganta y tiro con fuerza de mi cola de caballo. La barbilla se me disparo hacia arriba y senti, o crei sentir, un chasquido en la nuca al tiempo que me impulsaban hacia atras y me aplastaban contra el pecho de un gigantesco obrero de la construccion. Senti su calor y el olor de su transpiracion empapando mi espalda y cabellos. Un rostro se acerco a mi oreja y me envolvio en un agrio olor a vino, humo de cigarrillos y patatas fritas rancias.

– ?Eh, tia!, ?por que diablos empujas?

No podia responder dada mi posicion. Ello parecio enfurecerlo mas y, soltandome los cabellos y el cuello, me puso las manos en la espalda y me propino un violento empellon que me envio contra una mujer con pantalones cortos y calzada con zapatos de altisimos tacones que se echo a gritar. La gente que nos rodeaba se aparto ligeramente. Yo eche los brazos hacia adelante en un intento de recuperar el equilibrio, pero era demasiado tarde y cai al suelo golpeandome fuertemente en la rodilla de alguien.

Al chocar contra la acera resbale y me arane la mejilla y la frente. Me cubri la cabeza con las manos instintivamente mientras el pulso latia en mis oidos. Senti que la gravilla se me clavaba en la mejilla derecha y comprendi que me habia arrancado la piel. Cuando intentaba levantarme del suelo con ayuda de las manos una bota me aplasto los dedos. Tan solo vislumbraba piernas, rodillas y pies pues la multitud daba un rodeo para evitarme, al parecer sin reparar en mi hasta que tropezaban con mi cuerpo.

Rode de costado y trate de nuevo de levantarme apoyandome en manos y rodillas, pero los inintencionados golpes de pies y piernas me lo impedian. Nadie se detenia para protegerme ni auxiliarme.

De pronto percibi una voz enojada y adverti que la multitud retrocedia ligeramente. Alrededor de mi se despejo un pequeno espacio y ante mi rostro aparecio una mano cuyos dedos me hacian senas con impaciencia. Me asi a ella y me incorpore para volver a encontrarme entre la luz del sol y el oxigeno.

La mano pertenecia a Claudel, que con su otro brazo mantenia a raya a la multitud mientras yo me ponia en pie con dificultades. Vi moverse sus labios pero no logre comprender lo que decia. Como de costumbre, parecia enojado; sin embargo, nunca me habia parecido mejor su aspecto. Concluyo sus palabras e hizo una pausa para examinarme; advirtio el rasguno en mi rodilla derecha y las abrasiones de los codos, y por ultimo inspecciono mi mejilla, aranada y sangrante, y el ojo semicerrado por causa de la hinchazon.

Soltandome la mano, saco un panuelo de su bolsillo y me lo tendio al tiempo que me senalaba el rostro. Lo tome con dedos temblorosos y me enjugue la sangre y la gravilla; volvi a doblarlo por una superficie limpia y lo aprete contra mi mejilla.

– ?No se aparte de mi! -grito Claudel muy cerca de mi oido.

Respondi con una senal de asentimiento.

Se abrio camino hacia la parte oeste de Berger, donde la multitud era menos densa. Yo lo segui con piernas temblorosas. A continuacion se volvio en direccion al coche. Apresure mis pasos y lo cogi del brazo. El hombre se detuvo y me miro con expresion inquisitiva. Agite la cabeza energicamente y el enarco las cejas formando una pronunciada uve, que me recordo a Stan Laurel.

– ?Esta por alli! -grite senalando en direccion opuesta-. ?Lo he visto!

Un hombre muy atildado paso rozandome. Comia un cucurucho de helado que, al derretirse, habia ido dejando un reguero rojo en su vientre, como si fueran gotas de sangre.

Claudel fruncio el entrecejo.

– ?Ahora mismo ira al coche! -me dijo.

– ?Lo he visto en Sainte Catherine! -repeti, pensando que quiza no me habia oido-. ?Por Les Foufounes Electriques, en direccion a Saint Laurent!

Mi voz sonaba histerica hasta en mis propios oidos.

Habia atraido su atencion. Vacilo un segundo mientras valoraba los danos causados en mi mejilla y mis extremidades.

– ?Esta bien?

– Si.

– ?Podra llegar hasta el coche?

– ?Si! ?Aguarde! -exclame cuando se disponia a irse.

Pase trabajosamente las piernas sobre un cable oxidado que se levantaba a la altura de la rodilla por el perimetro del solar, me dirigi hasta otro bloque de cemento y me subi en el para escudrinar el mar de cabezas en busca de la gorra de beisbol de color anaranjado. Pero fue inutil. Claudel me observaba con impaciencia mientras yo inspeccionaba a la multitud, y desviaba los ojos de mi hasta el cruce una y otra vez de tal modo que recordaba al perro de un trineo que aguardara el disparo de salida.

Por fin negue con la cabeza y levante las manos impotente.

– Bien. Seguire buscando -dijo el.

Вы читаете Testigos del silencio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×