Bordeo el solar vacio y volvio a abrirse paso a codazos en la direccion que le habia indicado. El gentio era mas denso que nunca en Ste. Catherine, y al cabo de unos momentos su cabeza desaparecio entre aquel oceano como si este lo hubiera absorbido, al igual que un ejercito de anticuerpos que persiguieran y rodearan a una proteina extrana. Hacia un momento era un ente individual; al instante, un punto minusculo e indefinido entre la masa.

Me esforce por localizarlo pero, por mucho que lo intente, tampoco logre distinguir a Charbonneau ni a Saint Jacques. Mas alla de St. Urbain un coche patrulla intentaba introducirse entre la multitud haciendo destellar sus luces rojiazules, pero los juerguistas hacian caso omiso de ellas, asi como de su insistente sirena pidiendo paso. En una ocasion distingui un destello de color anaranjado, pero resulto ser una tigresa con frac y zapatillas de lona de tacon alto. Al cabo de unos momentos la vi mas de cerca con la cabeza de su disfraz y tomando un refresco.

El sol caldeaba el ambiente, me dolia mucho la cabeza y sentia formarse una dura costra en la mejilla herida. Segui escudrinando con insistencia el horizonte, buscando entre la multitud. Me negaba a desistir hasta que Charbonneau y Claudel regresaran. Pero sabia que era una farsa: St. Jean y el dia habian sido propicios a nuestra presa, que habia logrado escapar.

Una hora mas tarde nos reuniamos junto al coche. Los detectives se habian despojado de chaquetas y corbatas y las habian tirado en el asiento posterior. Tenian el rostro cubierto de sudor y las axilas y la espalda empapadas. Charbonneau estaba congestionado como una tarta de frambuesas y el cabello se le levantaba de punta sobre la frente como un Schnauzer mal esquilado. En cuanto a mi, la camiseta me pendia laciamente del cuerpo y parecia que acabase de sacar los leotardos de la lavadora. Nuestra respiracion se habia regularizado y todos habiamos proferido muchas palabrotas.

– Merde! -exclamo Claudel.

Era una alternativa aceptable.

Charbonneau se asomo al interior del vehiculo y saco un paquete de Players del bolsillo de su chaqueta. Se apoyo sobre un guardabarros, encendio el cigarrillo y echo el humo por la comisura de la boca.

– Ese canalla se ha escabullido entre el gentio como una cucaracha.

– Conoce el terreno y eso lo favorece -dije, resistiendome a explorar los danos sufridos en la mejilla.

El hombre fumo unos momentos en silencio.

– ?Cree que es el mismo tipo del cajero automatico?

– ?No lo se, diablos! -replique-. No consegui verle el rostro.

Claudel dio un resoplido, saco un panuelo de su bolsillo y se enjugo el sudor de la nuca.

Yo fije en el mi ojo bueno.

– ?Ha podido identificarlo? -le pregunte.

Nuevo resoplido.

Ante su gesto despectivo se evaporaron mis propositos de reservarme mis comentarios.

– Me trata como si fuese lerda, senor Claudel, y esto comienza a irritarme.

El hombre me dedico otra de sus sonrisas despectivas.

– ?Como se siente el rostro? -se intereso.

– ?Como un melocoton! -replique rechinando los dientes-. ?A mi edad una abrasion cutanea es un regalo!

– La proxima vez que decida emprender una persecucion con alboroto callejero no espere que yo la recoja.

– ?La proxima vez controle mejor una situacion de arresto y no tendre que hacerlo yo!

La sangre me latia en las sienes, y apretaba con tanta fuerza los punos que se me formaban pequenos semicirculos en las palmas.

– ?Bien, basta ya de esta historia! -intervino Charbonneau dibujando un amplio arco en el aire con su cigarrillo-. ?Vamos a registrar el apartamento!

Se volvio a los patrulleros que aguardaban en silencio y les dijo:

– Llamad a investigacion.

– Ahora mismo -repuso el mas alto dirigiendose al coche. Los demas seguimos a Charbonneau en silencio hasta el edificio de ladrillo rojo y volvimos a entrar en el pasillo. El patrullero restante aguardo afuera.

En nuestra ausencia alguien habia cerrado la puerta exterior, pero la que conducia al numero seis aun seguia abierta. Entramos en la habitacion y nos separamos como la vez anterior, cual personajes que siguieran instrucciones de bloqueo en un escenario.

Yo fui a la parte posterior. El fogon ya estaba frio y los restos de espaguetis no habian mejorado en aquel rato. Una mosca revoloteaba sobre el extremo de la cazuela y me recordaba otros restos mas espeluznantes que pudiera haber dejado el ocupante. Nada mas habia cambiado.

Fui hacia la puerta de la derecha. Pequenos fragmentos de yeso sembraban el suelo, resultado del enorme golpe propinado por el pomo de la puerta contra la pared. La puerta estaba entreabierta y por ella se veia una escalera de madera que descendia a una planta inferior. Baje un peldano hasta un pequeno descansillo, di un giro de noventa grados a la derecha y me sumergi en la oscuridad. En el descansillo se alineaban latas metalicas en contacto con la pared. Ganchos oxidados sobresalian de la madera al nivel de los ojos. Distingui un interruptor electrico a la izquierda, en el muro, al que faltaba la placa y cuyos cables se enroscaban entre si como gusanos en una caja de cebos.

Charbonneau se reunio conmigo y cerro la puerta con su boligrafo. Le senale el interruptor y lo utilizo de nuevo para pulsarlo, con lo que se encendio una bombilla en algun punto debajo de nosotros que proyecto un tenue resplandor en los ultimos peldanos. Escuchamos en la penumbra sin percibir sonido alguno. Claudel vino tras nosotros.

Charbonneau llego hasta el descansillo, se detuvo y descendio lentamente seguido de mi, que sentia crujir quedamente cada peldano bajo mis pies. Me temblaban las castigadas piernas como si acabase de correr un maraton, pero resisti a la tentacion de tocar las paredes. El pasillo era angosto y tan solo distinguia los hombros de Charbonneau que me precedia.

Al llegar al final el ambiente era humedo y olia a moho. Sentia la mejilla como lava derretida y aquella sensacion fria fue muy aliviadora. Mire en torno. Era el clasico sotano, aproximadamente de la mitad de tamano que el edificio. La pared posterior estaba construida con ladrillos toscos, sin pulir, y debia de haber sido anadida posteriormente para dividir una zona mayor. Adelante y hacia la derecha se encontraba una tina metalica y contra ella se arrimaba un banco de trabajo alargado, de madera, de la que se desprendia la pintura rosa. Debajo habia un monton de cepillos de limpieza con las cerdas amarillentas y cubiertas de telaranas. Una manga negra de jardin pulcramente enroscada pendia de la pared.

El espacio de la derecha lo ocupaba un horno gigantesco cuyos conductos metalicos se ramificaban y ascendian como las ramas de un roble, mientras que la base estaba rodeada por un monton de basura. A la tenue luz pude identificar marcos rotos de cuadros, ruedas de bicicletas, sillas de jardin retorcidas y curvadas, latas vacias de pintura y una comoda. Aquellos restos parecian ofrendas a un dios druida.

Una simple bombilla pendia del centro de la estancia proyectando un vatio de luz. Eso era todo. El resto del sotano estaba vacio.

– El hijo de puta debia de aguardarnos arriba -dijo Charbonneau mirando a lo alto de la escalera con las manos en las caderas.

– La gorda deberia habernos dicho que el tipo tenia este pequeno escondrijo -comento Claudel dando puntapies al monton de escombros con la punta del zapato-. Aqui podria esconderse Salman Rushdie.

Me impresiono la referencia literaria, pero me abstuve de hacer comentario alguno, decidida a mantener una observacion neutra. Las piernas comenzaban a dolerme y algo funcionaba dolorosamente en mi cuello.

– Ese cerdo podia habernos atacado desde detras de la puerta.

Charbonneau y yo no respondimos. Ambos habiamos pensado lo mismo.

El hombre se dirigio a la escalera y subio seguido de mi, que comenzaba a sentirme aturdida. Cuando llegamos a la habitacion la oleada de calor me golpeo. Fui hacia la improvisada mesa y examine el collage de la pared.

En el centro habia un gran mapa de la zona de Montreal, rodeado de recortes de periodicos y revistas. Los de la derecha eran las clasicas fotos pornograficas, del genero de Playboy y Hustler. En ellos aparecian muchachas jovenes en posiciones forzadas, desnudas o con

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