– ?Por que no me llamaste?

– ?Y que iba a decirte? ?Que me seguian? ?Hacerme la victima y explicarte que no podia controlar mi propia vida? Pense que, si lo trataba como el gusano que es, perderia interes, que se escabulliria y atormentaria a otra persona. -Tenia expresion torturada-. Y sabia lo que me dirias: «Pierdes el control, te dejas dominar por la paranoia, necesitas ayuda, Gabby.»

Senti un ramalazo de culpabilidad recordando como le habia colgado el aparato la ultima vez. Ella tenia razon.

– Podrias haber avisado a la policia y te hubieran protegido.

Ni yo misma creia en mis palabras.

– Cierto.

Y entonces me conto lo sucedido la noche del viernes.

– Llegue a casa sobre las tres y media de la manana y comprendi que alguien habia entrado en el apartamento. Habia utilizado el viejo truco de pasar un hilo por la cerradura. Bien, al descubrir que habia desaparecido, me puse nerviosisima. Me hallaba de excelente humor porque no habia visto a aquel cerdo en toda la noche. Ademas, acababa de cambiar las cerraduras, por lo que, por vez primera desde hacia meses, me sentia segura en el apartamento. Al ver el hilo en el suelo me senti destrozada. No podia creer que hubiera entrado de nuevo. No sabia si aun estaba adentro y no deseaba averiguarlo, de modo que vine corriendo hacia aqui.

Poco a poco me refirio lo sucedido durante las tres ultimas semanas, relatando los incidentes a medida que los recordaba. Mientras desplegaba su exposicion del pasado fin de semana yo reordenaba en mi mente los deslavazados episodios en orden cronologico. Aunque el tipo que la acosaba no se habia comportado de modo abiertamente agresivo, se advertia en su conducta una pauta de creciente audacia. Al llegar el domingo comence a compartir su temor.

Decidimos que por el momento se quedaria conmigo, aunque tenia mis dudas de hasta que punto resultaba segura mi casa. A ultima hora del sabado Ryan habia llamado para decirme que la patrulla de policia seguiria de guardia hasta el lunes. Yo los saludaba cuando saliamos de paseo. Gabby creia que se encontraban alli por la visita del intruso al jardin y yo no le sugeri otra cosa. Necesitaba fortalecer su reciente sensacion de seguridad, no dar al traste con ella.

Le sugeri que hablasemos con la policia acerca de su perseguidor, pero se nego rotundamente pues temia que tal implicacion comprometiera a sus muchachas. Sospeche que ella temia asimismo perder su confianza y que se interrumpiera el contacto con ellas y accedi a reganadientes.

El lunes la deje y fui a trabajar. Ella iria a recoger algunas cosas a su apartamento: habia accedido a alejarse del Main por un tiempo y se proponia dedicarse a escribir, para lo que necesitaba su ordenador portatil y sus archivos.

Llegue a mi despacho despues de las nueve. Ryan ya habia telefoneado. Habia un mensaje anotado a mano que decia: «Tengo un nombre. AR.» Cuando le devolvi su llamada el habia salido, por lo que fui al laboratorio de histologia para examinar el recuerdo que me habian dejado en el jardin.

El objeto se hallaba en el mostrador, limpio y marcado; la ausencia de tejido blando habia hecho innecesario hervirlo. Se parecia a cualquier otro craneo, con sus orbitas vacias y con el numero del LML claramente marcado. Lo mire recordando el terror que me habia provocado hacia tres noches.

– Localizacion, localizacion, localizacion -exclame en el vacio laboratorio.

– ?Como dice?

No habia oido entrar a Denis.

– Algo que me dijo en una ocasion un agente inmobiliario.

– Oui?

– No se trata del objeto en si sino del lugar donde se encuentra lo que suele provocar nuestra reaccion.

Me miro con aire inexpresivo.

– No tiene importancia. ?Ha tomado muestras de tierra antes de limpiarlo?

– Oui.

Me tendio dos frasquitos de plastico.

– Los examinaremos para seguir las huellas.

El asintio.

– ?Han hecho radiografias?

– Oui. Acabo de entregar las pruebas dentales al doctor Bergeron.

– ?Esta aqui en lunes?

– Se toma dos semanas de vacaciones y ha venido a concluir algunos informes.

– Un dia afortunado -repuse depositando el craneo en una tina de plastico-. Ryan cree que ha conseguido un nombre.

– ?Ah!, oui? -repuso enarcando las cejas.

– Hoy debe de estar arriba con los pajaros. El mensaje lo recogio el servicio nocturno.

– ?Para el esqueleto de Saint Lambert o para su amiguita aqui presente?

Y senalo el craneo. Al parecer la historia ya habia circulado.

– Tal vez para ambos. Ya le informare.

Me dirigi a mi despacho y, por el camino, me detuve en el de Bergeron. El doctor habia hablado con Ryan que, al parecer, habia encontrado una desaparecida bastante coincidente para solicitar un mandato del juez que permitiera obtener el historial ante mortem y habia emprendido la gestion.

– ?Sabe algo acerca de ella?

– Rien.

Nada.

– Acabare con el craneo antes de mediodia. Si lo necesita, venga a buscarlo.

Pase las dos horas siguientes valorando el sexo, raza y edad del craneo. Observe las caracteristicas del rostro y de la caja craneal, tome medidas e inscribi las funciones discriminantes en mi ordenador. Coincidian: el craneo pertenecia a una mujer blanca como el esqueleto de St. Lambert.

La edad resultaba frustrante. Solo contaba con el cierre de las suturas craneales, un sistema notoriamente poco fiable para valorar. El ordenador no me serviria de ayuda. Calcule que, al morir, deberia encontrarse entre los veintitantos y los treinta y tantos, tal vez los cuarenta. De nuevo coherente con los huesos de St. Lambert.

Busque otras senales de coherencia: talla global, resistencia de las uniones musculares, grado de alteracion artritica, condicion osea, estado de conservacion. Todo concordaba. Estaba convencida de que aquella era la cabeza que faltaba en el esqueleto del monasterio de Saint Bernard, pero necesitaba algo mas. Entonces puse el craneo boca abajo y lo examine por la base.

A traves del hueso occipital, cerca del punto donde el craneo se apoya en la columna vertebral, distingui una serie de cortes. Tenian forma de uve en sentido transversal y se extendian de arriba abajo, siguiendo el contorno del hueso. Bajo el foco de luz parecian similares a las marcas que habia observado en los huesos largos, pero deseaba asegurarme.

Devolvi el craneo al laboratorio histologico, lo deposite junto al ambito de operaciones y examine el esqueleto decapitado. Recogi la sexta vertebra cervical, la situe bajo la luz y examine de nuevo los cortes que habia descrito la semana anterior. Luego volvi a inspeccionar el craneo centrandome en los cortes que marcaban la parte posterior y la base. Las senales eran identicas, los contornos y las dimensiones transversales coincidian a la perfeccion.

– Grace Damas.

Apague la lampara de fibra optica y me volvi hacia quien proferia aquellas palabras.

– Qui?

– Grace Damas -repitio Bergeron-. Treinta y dos anos. Segun Ryan, desaparecida en febrero de 1992.

Calcule: dos anos y cuatro meses.

– Coincide. ?Algo mas?

– En realidad, no he preguntado. Ryan dijo que pasaria despues de almorzar. Sigue buscando algo mas por alli.

– ?No conoce la identificacion autentica?

– Aun no. Yo he terminado ahora mismo. -Observo los huesos-. ?Algo nuevo?

– Coinciden. Deseo ver que tienen que decir los investigadores de huellas acerca de las muestras de tierra.

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