– No creo que la conozca. Se graduo hace unos cuantos anos.
– El proximo diciembre hara diez anos que trabajo aqui. -Puso el carrito en la puerta, bloqueandola y no sin intencion-. ?Como se llama esa estudiante?
Me rendi. Ya no tenia mas mentiras.
– -Renee Butler.
– Oh, Renee. -Aparecio una calida sonrisa en su ancho rostro y la desconfianza desaparecio al instante-. ?Conozco a Renee! Bien, bien, bien, ?piensa ofrecerle un trabajo? Le tocara el gordo si la emplea, si, senora. Esa chica es inteligente y dulce como la mermelada. Ayudo a todo el mundo cuando estaba aqui y muchos lo necesitaban, creame.
– Estoy segura.
– Y no es ninguna esnob esa chica, no, senora. Nada de jactancias porque sea abogada. Siempre se acuerda de mi cumpleanos, incluso, Renee siempre me envia una tarjeta para el 12 de agosto. Es muy inteligente. Y es fuerte.
– -?Fuerte?
– Muy fuerte. Ha superado las peores experiencias -dijo poniendo enfasis a sus palabras-. Tuvo una infancia horrible, ?sabe? Su padre le pegaba. Y su madre. Tuvo que criarse sola e hizo un trabajo excelente.
Pense en el marido de Eileen y las palizas mencionadas en la cinta. Tal vez esta mujer sabia algo.
– Renee me dijo que habia ayudado a muchas mujeres maltratadas en el centro.
– Pues si. Trabajaba duro y no le importaba hacer horas extras. -Meneo la cabeza afirmativamente y yo empece a pensar lo que habrian incluido en esas horas extras. ?Habia matado Eileen a su marido y Renee la habia encubierto? ?Y que tenia eso que ver con las muertes de Mark y de Bill? La mujer de la limpieza guardaba silencio y me miraba expectante. Pense que no sabria nada mas, de modo que me incorpore, cerre la caja y volvi a ponerle la cinta adhesiva.
– Gracias por todo. Creo que la recomendare para el empleo. Ahora sera mejor que me vaya.
– ?Y sus notas? -Empujo un poco el carrito de la limpieza y yo pase por un costado recibiendo una descarga olorifica de amoniaco.
– -Ya no las necesito. Hablar con usted ha sido suficiente. Hasta pronto. -Camine por el pasillo lo mas rapido que podia para no renovar sus sospechas.
– -Cuando vea a Renee, dele saludos de Jessie Morgan -me dijo.
– Se los dare.
– Digale que traiga su gordo culo a la proxima reunion. ?Yo perdi diez kilos en un ano y no he vuelto a engordar desde entonces!
Llegue a la puerta.
– -?Que reunion? --le pregunte desde el umbral.
– -?Vigilantes del Peso! ?No asistio el lunes pasado!
Pero no pude hacerle otra pregunta. Glenn avanzaba por el pasillo hacia mi. Y a su lado estaban el teniente Azzic y tres policias de uniforme.
38
?Corre! ?Dispara! ?Vete! Corri hacia la salida.
– -?Quieta, Rosato! --grito Azzic--. ?Esta arrestada!
Traspase las primeras puertas giratorias al final del corredor, luego las segundas. Me latia el corazon a toda marcha. Cruce corriendo a la desesperada el patio de la facultad y atravese las puertas de hierro forjado de la entrada. Cogi mas velocidad cuando llegue a la calle Sansom. Mi unica esperanza era dejarlos atras. Siempre habia sido la mas rapida del equipo.
– ?Detengase, Rosato! -grito Azzic no lejos de mi, pero me lance a toda velocidad por la calle.
Resono una sirena detras de mi y de inmediato se oyeron otras. Mierda. Ni siquiera yo podia ir mas rapido que un buen motor de ocho cilindros. Era preciso que fuera por donde los policias no podian pasar. Mis piernas parecian volar. Me latia con mas fuerza el corazon. La adrenalina recorrio mi circuito sanguineo como gasolina de avion.
– -?Rosato! ?Detengase! ?Ahora mismo!
Gire en la esquina y me lance por la calle Walnut esquivando taxis y un Ford Explorer que hizo sonar su bocina enfurecidamente. Tenia a los uniformados a pocos pasos. Podia oirlos gritandose ordenes mientras yo cruzaba el campus. Los estudiantes que andaban por alli se quedaban con la boca abierta cuando yo pasaba a su lado.
Las sirenas seguian aullando cuando hice un brusco giro a la derecha en la calle Locust. Los coches no podian entrar, ya que estaba bloqueada con montones de cemento para unas obras. Alli estaria a salvo de los policias.
– ?Rosato! ?Entreguese!
Mire hacia atras. Nada de coches, pero las sirenas se guian sonando en las inmediaciones. Estarian yendo en paralelo por la calle Walnut. Los uniformados se estaban quedando atras, pero Azzic persistia. Se metio una mano en la chaqueta y saco una pistola en plena carrera.
Me sobrevino un ataque de panico. Por favor, no dispare, que yo no lo hice. Mire hacia delante y recurri todas las reservas de energia que me quedaban.
– -?Detengase o disparo! --ordeno Azzic.
Un paseante pego un grito. Me imagine a Azzic arrodillandose y apuntando con las dos manos, de modo que zigzaguee unos cuantos pasos y luego corri al maximo de mis fuerzas. Pase el Walk y cogi el puente de cemento que pasaba por la calle Treinta y ocho subiendo la empinada cuesta.
Subi la colina con poderio, buenos musculos y un miedo abrumador. Fue casi tan facil como con los peldanos del estadio. No hice caso del dolor en los muslos y en los pulmones. Hasta el calzado me ayudaba, pues rebotaba tanto como mis zapatillas de correr.
«Uno, dos, tres, respira. Uno, dos, tres, respira. Levanta las rodillas. Aterriza sobre las plantas de los pies.»
Llegue a la cima de la colina y empece a bajar por el otro lado. El mero derroche de fuerzas experimentado me: llevo cuesta abajo. Acelere, segura de la capacidad de mis pies. Respiraba con facilidad. Pronto deje de oir la voz de Azzic. No sentia el esfuerzo. No podia sentir nada. Corria. Avanzaba. Me habia escapado. Deslizandome por la oscuridad como en una canoa. Como si estuviera remando y remando afanosamente.
Nadie me ganaba. Nadie remaba mejor. Senti el frescor de la noche. El viento detras de mi. Las luces de la ciudad, los focos de los coches, eran puntos en la oscuridad, en la orilla del rio. Todo quedaba distante. Solo seguia yo, el corazon latiendo explosivamente, haciendo aquello para lo que me habia entrenado. El sudor me cubria el cuerpo. Otras diez zancadas aun con energia de sobra.
«Un, dos tres», como haciendo avanzar la canoa. Era una regata y yo remaba al maximo de mis fuerzas, sintiendo solo la velocidad y el rocio del agua. Solo oyendo el chapoteo de las paladas que entraban en el agua agitada, una palada tras otra. Nada de descansos ni de echarse atras, nada mas que la mejor regata posible empujando el remo con mas fuerza cada vez. «Cuatro, cinco, seis.» Remando lo mas rapido posible.
Huyendo. El crujido del asiento. El olor del rio. La humedad del rocio. Los policias habian desaparecido. Azzic habia desaparecido. «Siete, ocho, nueve, diez.» Finalmente habia hallado mi ritmo y no podia equivocarme.
«En medio del rio, en medio de la noche.»
Me arroje al suelo, desnuda y agotada, tras las puertas cerradas con llave de mi habitacion en el sotano. Me habia quitado la ropa empapada, pero aun sudaba por el calor, el esfuerzo y el pavor. La estancia no invitaba a la distraccion y yo tenia los pulmones a punto de estallar. Me sentia mareada, con nauseas. No podia pensar con claridad; tenia la cabeza envuelta en brumas. Me quite el sudor de los ojos y trate de no mojar el expediente del centro de asistencia a medida que pasaba las paginas.
Era una carpeta tipica, salvo que estaba mucho mas ordenada que la mayoria. La correspondencia, en su propio sobre, solo contenia cartas de Renee y ninguna respuesta de Eileen. Tire el sobre a un lado sin importarme donde caia.